Sala La Riviera, Madrid. Domingo, 20 de marzo del 2022
Texto y fotografías: Skar P.D.
Poco a poco comienzan a celebrarse los conciertos que, en un principio, estaban planificados para años anteriores. Años anteriores, se dice pronto, pero la devastación que la pandemia ha provocado en el sector cultural, entre otros, ya se cuantifica en años. De hecho el concierto que Fontaines D.C. dio en Madrid el último domingo del invierno de 2022 estaba programado para hace casi exactamente un año.
No es baladí el asunto porque en 2021 venían a presentar su segundo disco, y ahora están a punto de publicar el tercero, o sea que lo de la presentación de un disco no estaba muy claro. Tan es así que el disco más representado fue su primigenio "Dogrel".
Una año más tarde no parece mucho, pero si se mira la trayectoria de los irlandeses en sus apariciones por estos lares se puede constatar la progresión de una banda que se empieza a convertir en un referente sólido en determinada escena, esa escena que no depende del Tik Tok ni del autotune pero que tampoco se nutre del sector puramente nostálgico, aunque evidentemente está más cerca de los segundos que de los primeros.
Tampoco son muchos los cuatro años que han pasado desde su primera gira por España, que los llevo incluso a dar un concierto en Pedrajas de San Esteban, un pequeño pueblo de Valladolid. Para su segunda aparición por Madrid, allá en 2019, el recinto de la sala Cool, unas quinientas personas, estaba completo y había una nutrida representación de la comunidad irlandesa. Este pasado domingo La Riviera, con dos mil personas, había colgado el cartel de no hay billetes y puede que hubiera representantes de la comunidad irlandesa en la capital, pero no eran visibles. El ascenso de la banda que se ha convertido en el referente del post punk 2K allá en las islas británicas es notorio.
Con un telón de fondo con su nombre, la aparición en escena de la banda transmitió, desde el primer momento, la sensación de confianza propia de las bandas que están en el momento clave para asentarse. Ese momento que para algunas bandas es tan fatal que se quedan estancadas, pero que en otras actúa como catapulta para seguir escalando peldaños. ¿Hasta cuándo? No es fácil predecirlo, pero que Fontaines D.C. tiene los mimbres necesarios para ello parece fuera de toda duda. Por no faltar no faltó ni la música adecuada previa a la salida en escena, Tom Waits mediante.
Además es sabido que precisamente las letras que Grian Chatten desgrana, a veces como si las pensara en voz alta, a veces como si de una arenga se tratara, sobre todo en la forma tan particular de afrontar los estribillos, tienen la virtud de servir de catalizadoras de emociones. No es de extrañar que desde el inicio, con esa apertura galopante de batería que tiene "A Hero's Death", y la vitalista repetición del "la vida no siempre está vacía", desataran los espasmódicos y anfetamínicos movimientos de los incipientes pogos en las primeras filas. Efecto que continuó con las líneas de bajo deudoras del "Inmigrant Song" de los Zeppelin con las que comienza "Televised Mind". Que la continuación de todo esto fuera la cantarina "Sha Sha Sha" fue el remate perfecto para un inicio contundente y efectivo de un concierto largamente esperado. La expectación también tiene su parte de influencia en estos asuntos, sobre todo cuando a las primeras de cambio se es consciente de que se va a ver cumplida.
Se suponía que esta gira debía ser la de presentación de su segundo disco, pero la pausa pandémica ha alargado los plazos y, como era de esperar, también iba a ser la de presentación de algunas de las canciones del tercero que está a punto de caer, y tras "A Lucid Dream" y su palpable influencia de The Cure, aparecieron "Jackie Down The Line", que quizás es su vertiente más popera, con ese "do do do la la la” que te obliga a tararearlo si o si, y posteriormente "I Love You", que refleja exactamente lo que el titulo indica y que para despejar dudas acerca del futuro, tienen pinta, las dos, de convertirse en fijas en el repertorio a la vista del impacto causado. Por en medio apareció esa maravilla que se llama "I Don't Belong", que es de esas canciones que te cosen cualquier rotura del alma que tengas, y "You Said", que es otra de esas canciones cercanas que también forman parte de la idiosincrasia de los de Dublin. No solo de pogos vive el hombre, por si no había quedado claro.
Las aguas parecían haberse calmado un poco pero nada más lejos de la realidad, porque sin solución de continuidad, la batería marcó el inicio de la corta y trepidante "Big", y otra vez las primeras filas empezaron a agitarse de forma un tanto convulsa y aceleraron con "Hurricane Laughter" y ese riff de guitarra que parece que te desgarra la piel y, sobre todo, lanzamiento de globos mediante, con la catarsis sónica que provocó "Too Real".
El momento, con la audiencia en su punto más receptivo, era el adecuado para presentar en sociedad otra de las canciones que configurarán su próximo disco. Precisamente la que le da nombre, "Skinty Fia", que, además de utilizarse como expresión malsonante en su gaélico natal, ofrece un interesante giro estilístico que lo emparenta de alguna forma con el "break beat" de bandas como Chemical Brothers o con los Prodigy menos aguerridos, y que sirvió de pista de despegue para que las emociones se desbordaran del todo con la inconmensurable "Boys in the Better Land" que, hay que tener mala leche, sería la última canción ofertada cuando apenas llevaban un poco más de una hora en el escenario.
Volvieron a salir, claro que sí, porque la petición era unánime, pero por la razón que fuera, cuando tenían todo en la mano para acabar de volver del revés a La Riviera entera, decidieron ponerse más intimistas y no acabar de prender la mecha. Vamos, que ni "Roman Holiday", también de su próximo disco, ni "The Lotts", del ya lejano "Dogrel", y que parece sacada del más oscuro repertorio de, otra vez, The Cure, parecían las más indicadas para ello. Salvo que quieras dejar a la audiencia con la miel en los labios y a punto de explotar. Si es así, lo consiguieron ampliamente.
Una hora y cuarto estuvieron en escena Fontaines D.C. y eso es poco, muy poco, porque las expectativas eran tan grandes que no tenía sentido dejar al personal con respiración ni tampoco hacer prisioneros. ¿Quizás un setlist más amplio y con otro orden de canciones lo conseguirá? Puede que sea la siguiente evolución de una banda que tiene todos los ases en la mano para ello y que, a lo mejor, se ve en la tesitura de afrontar unos recintos con mayor aforo ,que ya veremos si se da, o si, por el contrario, son capaces de mantener ese estatus que solo las bandas con carisma son capaces de mantener sin sucumbir a determinados cantos de sirena que, puede que disparen el impacto mediático y el de la cuenta corriente, pero que también e inevitablemente conducen al desapego. Por el momento no se dan esas circunstancias y, al día de hoy, mejoras en la confección del setlist aparte, Fontaines D.C. están en ese punto de la quizás mal llamada autenticidad pero que a todas luces redunda en el beneficio intangible de seguir ofreciendo conciertos de muy alto nivel sin florituras escénicas innecesarias. Solo llevan cinco años y tres discos y el futuro parece suyo. El presente, vaya.