Entrevista: María Guadaña


“No sé si soy una kamikaze de la ilusión” 

Por: Javier González 

Apareció desde detrás del telón, abandonando el anonimato de aquellos que trabajan entre bambalinas, sentándose en la mesa para, repleta de decisión, ofrecernos una manzana roja brillante, apetitosa, llena de veneno y letra heridas que sintetizan a la perfección ese secreto que todavía continúa siendo el rock de sangre caliente que con tanto sabor destila María Guadaña

Su segunda entrega “Latidos y Culebras” -Happy Place Records, 2022- nos entrega otra rotunda colección de canciones redondas, bien rematadas, perfectamente ejecutadas y escritas a fuego, donde queda claro que nuestro país sigue siendo cuna para proyectos surgidos a base de dejarse la piel y el alma, para deleite de oyentes exigentes que seguro sabrán apreciar lo que estas siete canciones deparan. 

Nos ponemos en contacto con Herminia Martínez, culpable de tanta maravilla, para conocer la magia de sus “Latidos y Culebras”. 

¿Cómo estás? ¿Qué tal llevas la supervivencia en el huracán? 

María: Estoy contenta, sea la situación que sea no se sacan discos todos los días. No sé cuántos discos voy a sacar en mi vida. Tengo que vivir la salida de “Latidos y Culebras” con toda la ilusión del mundo. No sé si soy una kamikaze de la ilusión. En cierta manera me hago una barrera protectora, vale que la realidad es la que es, pero tengo que vivir la salida de mi disco con toda la ilusión que pueda. Estoy contenta, quién me iba a decir que iba a sacar un segundo disco. Vamos a disfrutarlo. 

En 2019 editaste un Ep, “Remedios Paganos”, cinco canciones que no dejaron indiferente a nadie. ¿Qué te impulso a dar ese paso que te sacó del habitual anonimato de las que estáis tras bambalinas? 

María: La historia comienza cuando de pequeña quería estudiar música, lo quería a saco. Me llamaba mucho la atención tocar el saxofón, pero mis padres decidieron que esa formación era bastante obviable. Estudié muchas horas de inglés e hice mi carrera, pero llegó un momento a mis treinta y tantos en que pensé que no quería dejar de formarme en algo que me gustaba, ahí comencé con el saxofón y la guitarra. Hará cosa de un año me pregunté que si me muriera mañana qué me arrepentiría de no haber hecho. La respuesta fue no sacar las canciones que había en mi cabeza desde hace años, quizás aquella idea quedara en nada, pero tocaba intentarlo. 

¿Cómo se te quedó el cuerpo ante una acogida tan calurosa de aquellos pildorazos? 

María: La verdad es que he recolectado más de lo que he sembrado con el primer Ep: la acogida de la gente, los conciertos, vosotros los medios que me habéis tratado más bien que nada. Soy melómana desde pequeña, encontrarme en el “Ruta 66” o ver que me comentáis vosotros, una web que uso como referencia, y aparecer ahí es muy emocionante. También cosas como colaborar con Lõbison, de quien soy fan, fue maravilloso. De pronto me llegó un whatsapp preguntándome si quería colaborar con él, cuando yo pensaba que ni sabía que existía. Si parara mañana, solo podría estar agradecida con lo ocurrido. También piensa que cuando haces las cosas tú las ves desde otra perspectiva, cuando sale el disco, personalmente llevo dos años trabajando en esos temas, pero la gente las recibe de nuevas y tú a veces pierdes la perspectiva de lo hecho. Me siento honrada con lo ocurrido. 

Acabas de editar “Latidos y Culebras”, donde sorprende que solo haya siete temas. ¿Es una elección que responde a un ritmo de creación lenta o simplemente, lo breve, si bueno, dos veces bueno? 

María: Hay una opción que no has tenido en cuenta… es la limitación económica (Risas). En María Guadaña hago las veces de productora ejecutiva de todo. En 2019 y 2020 nos fue muy bien, pero nos movíamos en cachés bajos, donde no solo no se ganaba dinero, también a veces había que pagar a los músicos de mi bolsillo después de tocar. Piensa que pago al productor, técnico, estudios, músicos, diseñadores y fabricación… tengo unas limitaciones. Hay más canciones, pero cada tema grabado en mi caso sale a mil euros más o menos. No doy para más. No gano un duro con María Guadaña. El objetivo que me planteo es no poder dinero. Esto es pasión. 

Da la sensación de que las relaciones de amor y desamor dotan de un eje temático al disco. ¿Estás de acuerdo? 

María: Sí, lo que ocurre es que a diferencia de “Remedios Paganos” no se habla de un amor sentimental, me abro a otras temáticas amorosas. Por ejemplo, “Plañidera” no habla de amar a un hombre, lo hace de esa gente que se queja y no mueve un dedo por mejorar su situación. “Al Viento” está dedicada a alguien que se ha ido para siempre. “Imagina” es más canalla, centrada en los vicios que todos tenemos dentro, ya que todos tenemos algunos, aunque no se confiese. 

Musicalmente es otro gran catálogo de rock reposado y medios tiempos, donde el glam y el aurea de N.Y. sale a relucir entre dejes lourredianos y sombras de Bowie. Evidentemente esto último lo digo por “Imagina”. 

María: Qué guapo que me digas eso. Todos somos la suma de la música que escuchamos. Soy melómana de muchos estilos. No me planteo qué aire dar a las canciones a la hora de componer. Salen sin más. 

Sin dejar de tocar aires más livianos como en “Trinidad”. 

María: Es preciosa esa canción. Al exponérsela a los chicos para acabar de ambientarla, les decía que se imaginaran en un barco que estaba meciendo, con ese medio pedo que estás bien, pero se te va la cabeza. La idea era que fuera pendulante. Gabri Casanova metió un piano del que le estaré agradecida de por vida, con ese aire Tom Waits que me pone mucho. No soy la responsable de todo el sonido, si no sería la directora musical, hay cosas que son regalos como ese teclado. 

Los mensajes de “Preto” y “Caballero”, como decías antes, hablan de dos formas contradictorias de despedirse de alguien. 

María: Entiendo que nadie está obligado a nada y el amor es libre. A veces no estoy de acuerdo en las formas. Admiro el sentido del honor de la cultura japonesa, lo más grande es la palabra y tu honor, ya no solo en lo amoroso sino también en lo personal. Y cuando alguien traiciona la confianza con artimañas solo deseo que le hagan lo mismo que me han hecho a mí a eso se refiere “Preto”. “Caballero” sin embargo, es un final deseando que se sea feliz.

“Amanece Alimaña” es un bombazo de canción, tiene su vena punk y hasta sus toques lúgubres, pero en el fondo es la canción de la resurrección. 

María: Total. Además “Amanece Alimaña” es la que tiene más relación con el contenido gráfico del disco. Resurgir y renacer, todos caemos y toca levantarse. En la foto hay una línea dorada en mi cuerpo, viene del kintsugi, que consiste en reparar las cosas rotas con oro, no para ocultar la rotura sino en un sentido de recordar que es una pieza única. Me encanta porque a veces canto en un tono más amable, más suave, aquí me desgañito, sin cortapisas. Me gusta que digas que tiene un toque lúgubre, sale del dolor, pero es una sanación. Así lo siento yo. 

¿Cómo se plantea el tema del directo? 

María: He retraso al máximo la salida del disco, prevista inicialmente para Octubre de 2021. Era imposible sacarlo y tocar y presentarlo en directo en aquel entonces. No quería sacar un disco para solo subirlo a Spotify. Hay que defenderlo y tocarlo. Ha sido complicado encontrar salas, están sin fechas, y soy emergente, no aseguro buenos resultados allá donde vaya. Se han conseguido cerrar varias fechas. Ahora la dificultad está en que la gente vuelva a confiar en las salas. No me voy a rendir y lo voy a intentar. La gente nos acompaña desde el cariño. Sacar un disco es un esfuerzo, quiero tocarlo y que la gente se sume. 

María Guadaña es eminentemente un proyecto de sala como bien dices, aún así… ¿Hay cerrados festivales donde poder conocer tu propuesta? 

María: Tengo la fortuna de que algunos festivales han mantenido su palabra. Tocaré en Mad Cool, Sonorama y Vive Latino. Tenemos que afinar el repertorio, hay canciones que son más tristes y otras como “Amanece Alimaña”, “Plañidera” y “Cuanta Belleza”, son canciones más festivaleras. También es verdad que la gente que va a un festival no compra la entrada para verme a mí. Me hace gracia que en Mad Cool soy la última de la letra pequeña de mi día, pero aseguro que el que pase a vernos se encontrará con nuestro repertorio más festivo.