La M.O.D.A.: “Nuevo Cancionero Burgalés”


Por: Javier González 

Está claro que a los chicos de LA M.O.D.A. no les gusta repetirse, ni mucho menos copiarse a sí mismos. Es encomiable su afán por buscar sutiles cambios en cada uno de los discos que graban, algo a lo que su “Nuevo Cancioneros Burgalés” no es ajeno, pero siempre sin alejarse de esas premisas tan folkies como punks que tan hondo han calado en miles de corazones que lejos de caer rendidos al generacional trap, prefirieron subirse a la montaña rusa de emociones de la taberna marinera de estos castellanos de querencias antiguas.

Sin embargo no es en el riesgo musical donde personalmente creo que radique la mayor virtud de este puñado de composiciones, pues mirando más allá uno siente que estos textos extraídos de una época lejana retumban como metralla, estallando en los oídos y dejando restos de onda expansiva que golpea en el corazón casi a cada frase, haciéndose sentir profundamente y trayendo un regusto amargo entre sus reflexiones sobre la vida, el amor y los desastres de la guerra que bien podrían emparentar esta obra con el acercamiento a poetas de Serrat, a las raíces más hondas surcadas al estilo de Los Hermanos Cubero y aventuras como Lucas 15.

Y es que en este caso hablamos de canciones inspiradas en el repertorio popular de su tierra, con letras sacadas de los cancioneros de Federico Olmeda y Antonio José, obras publicadas en 1903 y 1932 respectivamente, en las que la banda ha buceado hasta musicar un total de ocho temas que producidos por Gorka Urbizu actúan como el rayo que no cesa desde el momento en que comienza una reproducción que corta el alma. 

La encargada de hacerlo es “Un Lunes” donde la brutalidad de una escena de campo sirve fácilmente para crear una analogía entre el mundo antiguo y moderno, donde lobos y corderos siguen quitándose la vida, “La Molinera”, un tema con sabor añejo y aroma de clásico en un futuro en el repertorio de la banda, electrifican su sonido cantando a una bella serrana en “Miraflores”, también asoman querencias “nachovegianas” en cortes “No Canto Yo” que anteceden a tensos dramas previos a las cruentas guerras, “Mes de Mayo”, enlazada a la perfección de “Tiempo de Despedirse”, solemne, dolorosa y sublime en su aceleración. 

La recta final viene marcada por el orgullo y homenaje a su tierra a la que cantan en “Mañana voy a Burgos” y “Canción de Cuna”, humana y sencilla, perfecto cierre con mensaje imbatible para un disco de mirada al siglo pasado que ojalá fuera guía en la oscuridad de estos tiempos. 

Será sentimentalismo, pero me gusta esta mirada atrás que propone La M.O.D.A. Se trata de un viaje a otro siglo, lejano, repleto de drama y muy en blanco y negro, pero cargado de experiencia y enseñanzas, donde los burgaleses recuperan la senda de su sonido primigenio y original que es donde más brilla su lado emocional, ese que nos pone a morir y, dicho sea de paso, a botar en recintos de solo aptos para aquellos que venden miles de entradas. Bien tirada chicos.