Por: Javier Capapé
En tiempos de excesiva hondura recibir nuevas canciones de los zaragozanos Tachenko se convierte en un sanador soplo de aire fresco. Es lo que podríamos denominar simplemente la magia del pop. Una empresa nada fácil, pero en la que Sebas Puente y Sergio Vinadé han demostrado con creces que saben navegar.
He perdido la cuenta de todos los fantásticos discos que nos han regalado hasta ahora asentados en esas costuras pop que tan bien manejan. También he perdido la cuenta de cuántas alegrías me han regalado en forma de canción, pero con este "Las discotecas de la tarde" está claro desde el primer acorde que siguen remando en la misma dirección. En muchos de estos diez cortes predominan los teclados, más que nunca antes (fruto de haberse unido a la banda Diego Luis Grao "Pit", que se hace cargo de ellos). Se respira cierto deseo de asumir algunos cambios, aunque sin perder su querencia por las guitarras cristalinas y sus melodías reconocibles en tonos mayores. La alegría la desprenden con mayor soltura aquí que con su anterior propuesta "El don del vuelo sin el arte hermano del aterrizaje", pues ahora se han apartado algo más de cierta reflexión que en aquel se imponía para dar paso más abiertamente a la explosión de júbilo que recorre todos los surcos del disco.
Sergio y Sebas vuelven a repartirse de forma equitativa la composición, así como las tareas de frontman, aportando cada uno de ellos su personal interpretación, más eufórica en este caso para las canciones que afronta Sergio y más contenida en el caso de Sebas. Así, "Mundo sensible" abre con un riff incisivo y con un Vinadé tan entregado como en los tiempos del Niño Gusano. Muestran toda su energía en una apertura que nos da las pistas necesarias para advertir este luminoso cambio con respecto a sus discos predecesores (Recordemos también que “Misterios de la canción ligera” fue una revisión en clave acústica de algunos de sus clásicos). Sebas Puente encara seguidamente un tema que nos recuerda al pop de los ochenta encabezado por bandas como The Cure con "El Brindador", donde los bajos marcados y los teclados mandan. "Oso de plata", sin embargo, se muestra más profunda y solemne que las anteriores. Quizá sea una de las composiciones más sentidas de toda su trayectoria. El piano domina junto a la interpretación de Sebas que se toma su tiempo para que la canción crezca, con ese final casi pastoral, incluso cerca del rock progresivo por momentos, con unos sintes que dibujan magistralmente su coda final.
En "Cuatro estrellas" (el que fuera primer adelanto del disco) se impone la música disco, con un estribillo infalible, muy en la tradición de los mejores ochenta españoles, que casi podría haber encarado la mismísima Alaska. La positividad contagiosa destaca en "Miedo me dan", con un piano setentero que no desentonaría en algunos de los mejores discos de Elton John de esa década, demostrando una vez más que Tachenko se mueven muy cómodamente con las canciones directas sin necesidad de grandes artificios, pero sin olvidarse de donde fijar el tiro.
"El Norte" presenta unos vientos que le dan un toque más sereno, conduciéndonos hasta "Ídolos", una de las canciones más redondas, aunque sea difícil quedarse solo con una de ellas por destacar. En "Maverick" nos obsequian con ciertos toques de oscuridad, en parte al optar por esos arreglos de sintetizadores que conducen sus estrofas, aunque no se recrean mucho en esto y vuelve a imponerse la calidez con la acústica "Santa Fé", que tras unas vueltas queda al descubierto su magnetismo y se convierte en un imán, tal y como afirma su letra. El tema que da título al disco concluye el mismo imponiéndose el color. Su ritmo al galope y su riff de sintetizador la convierten en una canción adictiva, ideal para dejarnos con ganas de más al acabar su minutaje. "Las discotecas de la tarde" parece la sintonía de una serie setentera con protagonistas provistos de súper poderes, como los que tienen Sebas Puente y Sergio Vinadé. Poderes con los que consiguen arrancarnos una sonrisa cada vez que nos sentimos atrapados o arropados por sus píldoras pop. Un disco que sabe a poco, que nos deja con ganas de retomarlo inmediatamente después de terminar su acorde final. Otro de los súper poderes de estos dos zaragozanos, capitanes de este barco que completa su tripulación con Alfonso Luna, David "Libi" García y la nueva incorporación ya comentada de Diego Luis Grao "Pit", más la producción de su antiguo marinero Edu Baos (ahora felizmente enrolado en las filas de León Benavente), con el que han grabado nuevamente en los estudios mozotinos de El Cariño. Con "Las discotecas de la tarde" los aragoneses Tachenko vuelven a hacerse presentes. Motivo suficiente para festejar, para enarbolar junto a sus canciones la bandera de la vida como celebración. Y es que esto es lo que más nos gusta de ellos: reconocernos y reconocer en su música la vida con el color que deseamos vivirla, con el color de sus canciones, más libres que nunca.