“Tengo predilección absoluta por vientos y trompetas”
Por: Javier González
Me gusta que sigan existiendo ceremonias y cultos secretos. Camino de los cuarenta todavía resulta excitante mirar a los ojos a un desconocido y reconocer a un igual en él; alguien con quien a pesar de no haber cruzado palabra alguna me sienta en consonancia total. Será verdad lo que dicen…será que los vampiros tienden a reconocerse. Y encima disfrutan al hacerlo.
Fue comenzar a escuchar “La Liturgia Eléctrica” y tener esa cálida sensación. Aromas viejos, honky tonk, grandes vientos, Nueva Orleans, vudú y retazos de alcohol, entre destellos que sonaban a herencia real de popes de la iglesia del rock and roll: Dylan, Dr. John, Neil Young y mis amados Stones, todos ellos traídos a su terreno, tocados y cantados con acierto por Antonio Hernando, creador de uno de los grandes discos del año que afortunadamente hemos abandonado.
Tras haberme bautizado en su credo con agua del Mississippi, renunciando a Satán, personificado en el indie y el trap, no quedaba más remedio que contactar con Antonio, pletórico ante un año donde habrá carretera y noches en vela por distintos motivos nos habla de los pilares que dan brillo y esplendor a “La Liturgia Eléctrica”.
¿Qué tal Antonio? ¿Cómo estás sobreviviendo a la tormenta?
Antonio: Como se puede, la verdad. Por suerte estoy muy contento y satisfecho con el disco y ver que van saliendo cosas, que está gustando y que tenemos conciertos a la vista es enriquecedor. El de los músicos es un terreno difícil y ahora toca campear el temporal. Siempre fue complicado tocar y vivir de las canciones. No queda otra que hacerlo con ilusión por encima de los impedimentos y las zancadillas, es lo que nos hace tirar para adelante.
Has sorprendido a propios y extraños con tu “Liturgia Eléctrica”, pero mucho nos tememos que hay bastante gente que no sabe que tu carrera viene de lejos. ¿Cuál es tu historia, Antonio?
Antonio: El tema de la música lo tenía muy claro desde que conseguí mi primera guitarra, algo que me costó mucho porque la tuve con dieciséis años. A los diecisiete comencé a escribir y componer. Arranqué en solitario y más tarde monté algunas bandas en Jaén de donde soy. Años más tarde en 2009 me marché a Inglaterra y grabé un disco con músicos de allí, volví a Madrid con esas canciones, con un proyecto en que me hacía llamar Petete, un mote que antaño defendía con orgullo, aunque ahora no me guste nada. Monté un proyecto con un par de cantautores al estilo de lo que hacía Sabina con La Mandrágora, con tres repertorios y los tres en escena todo el rato, giramos durante tres años y grabamos un disco en directo en Libertad 8, aquel circuito de la canción de autor era por donde nos movíamos. Más tarde crecimos y cada uno queríamos hacer nuestro proyecto, yo quise ir al otro lado y monté una banda de ocho personas con vientos, todo más festivalero, La Banda de Trapo, con ellos hizo un par de discos y me volví a lanzar a otros derroteros. Ya como Antonio Hernando he lanzado “30 Aullidos”, que era algo más oscuro cercano a Tom Waits, “El Viaje Infinito”, centrado en músicas del mundo y luego vino la pandemia donde saqué dos trabajos más especiales hasta llegar a “La Liturgia Eléctrica”. Este es mi disco más rockero que es lo que siempre me ha gustado y más he escuchado. Dylan, Neil Young y Rolling Stones. También tengo mi programa de radio y una buena colección de vinilos. Este es mi recorrido para llegar hasta aquí y encontrarme entre tanto estilo y proyecto.
Este es un trabajo de mucho blues, rock de vieja escuela y velas, donde flotan Dr. John, Neil Young, Bob Dylan y los Stones más americanizados. ¿Es una buena definición para hablar de este sonido para licántropos que te gastas?
Antonio: Sí, maravillosa. Al final hay mucho rollo Nueva Orleans, no solamente por el homenaje a Dr. John, también tengo predilección absoluta por los vientos y las trompetas por encima casi de las guitarras. Esos colores también nos llevan a The Band, The Rolling Stones y Leon Russell, son sonidos que me fascinan. Está perfecta esa definición.
Me ha gustado mucho esa querencia dylanita en tus voces, empastando con unos coros negroides que suenan a las mil maravillas…
Antonio: El tema de los coros me tenía fascinado, desde las armonías tipo Crazy Horse y de CNS&Y a directamente el rollo coro como coro de The Black Crowes en los inicios. También Leon Russel y Rolling Stones en “Exile on Main Street”. Al final con la pandemia al grabar se grabó todo menos los coros. Casi a última hora surgió hacerlo bien, …algo que fue cosa de Meri Moon que dijo que había que hacerlo bien. Ella contactó con Aurora García y todo se fue liando. Ahí se convirtió todo en lo que tenía que ser. El título de “La Liturgia Eléctrica” venía un poco por ese rollo góspel, me gustaba y quería orientarlo a esa trilogía cristiana de Dylan y hasta a cosas de Nick Cave, muy puntuales pero que van por ahí. Pienso que es una última capa de pintura que ubica todo tema. Se hace con instrumentos primarios, pero los coros y vientos tienen que aportar colores. Los coros en este caso son el tema diferencial con respecto a otros discos que he grabado.
Tras escuchar el “Aguacero” me apetecía preguntarte algo. ¿Cuántos enemigos te has granjeado?
Antonio: Realmente solo los que no entienden que es un tema irónico. Es una llamada de atención fatalista e irónica. Doy clases de inglés, pero a veces buscamos el anglicismo por quedar más culturetas, cuando se hace no me parece coherente. Di un repaso y vi que se nos estaba pirando mucho la cabeza con ese tema. Como era más desgarradora la tiramos al rock, sonando a Crazy Horse con esa distorsión guarra. Van por ahí los tiros.
También se nota que tienes mucho amor por el mundo indie. A mí me jode esa “no actitud” en escena. ¿Qué es lo que más te saca de quicio de ellos?
Antonio: Un amigo me dice que en cada estilo hay quien lo hace bien. Es verdad que es un estilo que nunca me ha dicho nada. Hay canciones mejor escritas y con influencias más interesantes, pero en actitud en directo no me interesa. Cuando la actitud retrotrae al shoegaze me parece a una falta de respeto. Estar tocando y querer suicidarte por aburrimiento me saca de quicio. En el boom del indie en España vi que todo era rimbombante, cosmología y planetas sin decir nada concreto. A mí me interesan las letras.
Entiendo lo que dices, The Smiths eran indies, aún así sus conciertos eran calientes, llenos de emoción y sus letras eran cosa de un tío ante todo leído como Morrissey.
Antonio: Totalmente de acuerdo.
“Santos y Sicarios” suena a big band repleta honky tonk en una mansión decadente y embrujada.
Antonio: Está orientada a una bronca en pareja, “sigo aquí luchando por ti”, dice el estribillo, para intentar dejar de meter malas palabras y hábitos. Todo se resume en que creo que no es fácil encontrar alguien que merezca la pena, así que si se encuentra, toca luchar. En el fondo el discurso del disco está relacionado, siempre trato de buscar esa conexión en las letras. Es una canción muy cercana a Le Punk y Tom Waits, hablo en el tema de las guitarras, pero luego está hecha más big band.
Detrás de “Meri Moon” y su espíritu Rolling Stones debe haber una historia muy bonita.
Antonio: Es mi mujer, es la persona con quien tengo mi vida en común y mi futuro hijo. Me parecía guay hacerle un rock and roll festivo. Hay muchos guiños en el disco sueltos a lo largo del minutaje. Es una fiesta cien por cien.
Otra miga de lo que eres es “A la manera de Arturo Bandini”, donde John Fante y el realismo sucio salen a relucir.
Antonio: Totalmente. Me mola mucho que salga en la entrevista. Es de mis autores favoritos como Bukowski, gente que contaba como son las cosas desde lo cotidiano. No tenía mucho que ver pero Bandini quería ser escritor y lo utilicé para reflejar el mundo de los músicos, está relacionado aunque no sea lo mismo. Es el espíritu de lucha y antihéroes. Los músicos nacimos intentando quitarnos el no de encima.
En nuestra reseña el maestro Txema Mañeru te emparentaba con los ya citados Le Punk y con palabras mayores como es Chencho Fernández, un maestro de la palabra.
Antonio: Chencho, sí, sí, sí. Se nota que tratamos de cuidar nuestras letras, es algo importantísimo. Hay compañeros que le dan mucha importancia a lo que se dice. A veces me tiro dos horas con una palabra, cambiando un de por en. Hacer canciones es lo que cuenta. Ya que Dylan cambió el concepto del rock para que no fuera “sube a mi coche o baila nena”, toca hacer reflexionar. Dylan hacía que la gente conociera a Ginsberg o Rimbaud, creo que nosotros tenemos que intentar seguir por ahí. Lichis decía que el rock estaba considerado un género menor y para que lo dejen de considerar así hay que luchar por ello.
Has editado uno de los discos de rock and roll en castellano. ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo al leer y escuchar tanto piropo?
Antonio: Entre la sorpresa y satisfacción. También orgullo. Estoy muy halagado y con ganas de seguir haciéndolo mejor. Ahora toca demostrar que las canciones se defienden mejor todavía en directo. No puedo expresar otra cosa que gratitud. Después de tantos discos que a uno se le entienda llena mucho. También lo veo como un salto de nivel con el resto de mis obras. Creo que es la culminación del aprendizaje. Me encanta que gente que admiro mucho lo haya escuchado, les haya gustado y que lo hayan entendido es lo mejor. Hay gente como vosotros con un bagaje musical amplio que lo ha valorado. Es cojonudo.
Muchas gracias por el piropo. Somos meros aficionados, metidos a otras labores que no viven de esto.
Antonio: Estamos todos ahí, en esa lucha. Si no ganáis dinero con esto, es mucho más admirable y destacable lo que hacéis.
Perteneces a esa troupe de músicos amigos de la gente de “Estación Sonora” y del “Saxo Music Bar”. ¿Qué puedes contarnos de esos licántropos musiqueros locos?
Antonio: Les adoro y les sigo viendo a menudo por suerte. Fueron un pulmón para mí cuando llegué a Madrid. Ya conocía su programa de música anteriormente, me encantaba la gente que llevaban, al entrar en su círculo conocí a todos. Estaban muy conectados con el mundo Le Punk y Pablo Galiano, el rollo Alameda. Desde fuera me encantaba. Tuve la suerte de que nos invitaron a Los Tres en Raya al programa para entrevistarnos. Nos conocimos en un concierto de Alfa e hicimos buenas migas. Desde que entramos han estado pendientes de cada disco y concierto, me han llamado para veinte mil historias. Me animaron a hacer mi programa de radio, donde llevo ocho o nueve años. Tengo una relación muy presente con ellos. Son gente genial. Es una pena que no estén en las ondas.
¿Cómo está siendo el proceso de cerrar conciertos?
Antonio: Ha costado mucho cerrar las fechas que hemos conseguido. Soy un tío bastante currante desde hace muchos años, me paso horas y horas llamando a los sitios, mandando e-mails, pero cuesta entrar. Te encuentras desde salas que tienen el año entero cerrado, otras que están reubicando fechas y luego están las condiciones de otras casi cerradas actualmente. Toca cruzar los dedos para que cuando lleguen mis directos no haya reducción de aforos y no haya nuevas variantes que obliguen a cancelar. Iremos en banda de cuatro, formato rock y con ganas de tocar. Con esta situación uno sale a tocar como un animal.
En tu caso 2022 va a ser un buen año a pesar de la pandemia, presentarás discazo y estrenarás una paternidad que te deseamos disfrutes y te dé muchas alegrías.
Antonio: Sí, realmente las fechas están cerradas porque en Abril y Mayo está aquí la criatura. En Junio volveremos al ruedo. Están siendo unos meses muy intensos en todos sentidos.
Ojalá salga todo bien. Un fuerte abrazo, Antonio.
Antonio: Ojalá. Un abrazo para vosotros también.