Por: Javier González
La vorágine constante de novedades y conciertos que poblarán los próximos meses el mercado harán que el oyente se enfrente a varios problemas, entre ellos sin duda estará la disyuntiva de elegir dónde invertir un dinero que escasea, y otra será la de no dejar caer en el olvido ciertos trabajados que bien podrían pasar desapercibidos en esa carrera absurda por consumir a toda velocidad.
Ante dicha tesitura lo fácil será buscar nombres consolidados y apuesta seguras, por lo que como suele ocurrir en casi todos los ámbitos de la vida serán los proyectos de clase media y baja, aquellos surgidos del underground, los que más problemas tendrán para florecer, algo que lamentaría profundamente puesto tras saborear algunos pildorazos de proyectos no demasiados conocidos nos aventuramos a pensar que la etiqueta de “prometedores” bien podría quedarse más que corta para alguno de ellos. Seré francos: Sería una lástima que debido a la crisis no se prestara debida atención a bandas y solistas que bien podrían estar comenzando a escribir el futuro de nuestra música pop-rock aquí y ahora.
Y es que no hay que ser ningún experto para saber que a día de hoy ciertos sub-géneros hasta la fecha minoritarios en nuestras tierras comienzan a ofertarnos propuestas muy interesantes que están logrando congregar el interés de miles de personas. Lo diré abiertamente, me refiero a géneros como psicodelia y post-punk, arrojadas durante lustros a los márgenes de la atención mediática, que andan ahora cobrando peso merced al buen hacer de bandas como Derby Motoreta´s Burrito Kachimba y Los Estanques punta de lanza de una generación que se ha girado hacia el lado lisérgico en lo musical: del mismo modo que en otro polo más oscuro observamos interesantes propuestas más minoritarias actualmente aunque repletas de interés como las de Viuda, Depresión Sonora y Nueve Desconocidos, el nombres tras el que se esconde Ares Negrete, quien hoy nos ocupará en esta semblanza, quienes tiñendo de negro los anhelos y sentimientos de los millenials amenazan con hacerse un hueco importante en la escena estatal a base de buenas canciones.
Me puso tras la pista de Nueve Desconocidos su sello, Casa Maracas, una marca joven que está trabajando en distintas direcciones con el denominador común de la frescura y la calidad por bandera. Actualmente su firma es sinónimo de interés cuanto menos, por lo que nos lanzamos a la aventura de conocer lo que habría tras la figura de un jovenzuelo de cabello oscuro y ensortijado con cierto aspecto barrial y anacrónico, capaz de engancharnos enfermizamente ante la potencia de las imágenes que envuelve con trazo fino en un halo de oscuridad, bajos potentes y melodías que de forma pendular nos deslizaban entre Décima Víctima y Eduardo Benavente, New Order y Echo and the Bunnymen, The Mission y The Cure, e incluso Soda Stereo, entre lo siniestro y el synth-pop, asfixiando y presionando nuestro pecho, pero sobre todo convirtiendo su debut en la mejor compañía de las madrugadas sin remedio donde la cabeza da vueltas y las heridas sin cicatrizar vienen a visitarnos como fantasmas no invocados.
Su debut, un largo homónimo, se abre sin concesiones con “Llagas” con una trepidante base rítmica -¡ese bajo por Dios!- y teclados mortales, en una letra dolorosa de estribillo sin concesiones que haría las delicias de los seguidores de Agrimensor K y Parálisis Permanente, “Desaparecer” es también un corte mayúsculo, donde muestra una faceta más pop entre teclados juguetones y arpegios, delicada en sus formas y letra, quizás más en una onda cercana a La Dama Se Esconde y hasta a Family; giran el timón con nihilismo en “Quemarlo Todo” que resulta hipnótica, “Preguntas” es simplemente una pasada, con ese bajo trotón puramente ochentero, donde se hace acompañar por Gerard Alegre de El Ultimo Vecino, otro de esos hermanos mayores en los que buscar consejos y un hueco en el mundo, en un tema donde la sombra de The Smiths asoma sin disimulo, hasta arrastrarte a “Todos Mis Cristales”, dejándote llevar, sintiendo y viendo reflejados tus miedos a través de una historia personal de terror adolescente convertida en un temazo que es de lo mejor grabado en este año.
Lo normal sería que la recta final del disco viniera acompañada de un bajón en calidad que aquí no sucede. “Perdido en mi Mente” tiene un tono vivo de fondo, cercano a unos The Cure más luminosos, donde se acompaña de Interrogación Amor y del “autotune”, ojito a “Séptimo Día” que tras tanto ruidito esconde a un guitarrista bastante interesante y elegante que sabe arpegiar a las mil maravillas, algo que también ocurre en “Las Venas de mi Amigo están Ardiendo”, adaptación del tema de Polansky y el Ardor, y cierra con “Convicción”, ahora secundado por los interesantes Trippin´you, trayendo a la memoria por instantes al mejor Germán Coppini.
No pretendo sonar grandilocuente y sé que quizás cometa un error mayúsculo, pero al escuchar el debut de Nueve Desconocidos he sentido cierto enganche y necesidad de perderme en sus laberintos. Sus letras abrasivas consiguen devolverte mil dolores pequeños, recogerte en soledad con tus espectros más íntimos y tratar de responder preguntas que dejaste de formularte hace años, sentir la necesidad de mirar atrás siendo consciente que habitas un presente que sin ellos a tu espalda quizás no sería el mismo.
Por si fuera poco al escuchar sus temas uno no puede evitar pensar en el halo de magnetismo que desprende Ares Negrete, lo compararía, salvando las distancias, con lo que en su día fueron Héroes del Silencio, aunque ciertas sonoridades y actitudes escénicas poco tengan que ver con los zaragozanos en sus años mozos y su carismático vocalista, pero tampoco es menos cierto que las letras de Ares y su figura tienen una fuerza y atracción que me hace jugármela, apostando por una carta ganadora que mucho nos tememos hará que tengamos que posicionarnos entre aquellos que le amen y los que le profesen odio visceral, ya que mucho me temo no dejará indiferente a nadie.
Estoy deseando tener su disco físico en las manos, no verá la luz hasta primeros del año próximo, y también poder entrevistarle con expectación juvenil. Y pensar por un momento que tanto talento casi cae en las fauces de un talent show televisivo que seguro le hubiera castrado artísticamente, moldeando hasta la caricatura estos ritmos que hoy retumban en mi cabeza.