“Siempre habrá tiburones con otro modelo de ciudad en la cabeza donde la cultura no tiene cabida”
Por: Javier González
Madrid es un laberinto sinuoso en el que perderse. Atrae y repele a partes iguales. No deja indiferente a nadie, te obliga a tomar partido. Su idiosincrasia heterogénea de gente venida de todos lugares, sus atascos y su eterna vida, son refugio eléctrico de una forma de vida muy concreta. Y gran parte de esa atracción que genera es puramente cultural, ligada a salas, garitos, librerías y otras formas de encontrar arte que crean hilos y nudos, invisibles en muchos casos, que hacen de la ciudad un lugar con pulso propio, que se quedaría en nada si en algún punto del camino desaparecieran esas propuestas singulares.
A todos ellos está dedicado “Maneras de Vivir”, la recopilación y posterior ampliación de los artículos periodísticos que Fernando Navarro, cronista cultural y musical de la villa y corte, escribió para El País en los meses pandémicos. Una dedicatoria y alegato y por la defensa de lugares que deberían ser patrimonio universal de una ciudad que ni en otros dos mil años de existencia sería capaz de pagarlos su labor al servicio del engrandecimiento de esta urbe castellana.
Contactamos con Fernando para que nos hablara en profundidad de un libro que bien podría ser la guía no oficial del mejor de los madriles, el Madrid de la cultura y el canalleo, en definitiva, del Madrid que reconocemos tan nuestro y que jamás debemos dejar que nos arrebaten.
¿Qué tal han ido todos estos meses sin casi temas actuales que cubrir a nivel musical? ¿A qué has dedicado el tiempo?
Fernando: A nivel familiar y vital ha sido un tiempo duro que me ha servido para reflexionar y tener otro ritmo de trabajo. Los meses de confinamiento han sido duros por todo lo ocurrido, a la vez que han servido para ver la vida de uno mismo con más perspectiva. Mi trabajo cambió mucho, dedicado al periodismo musical como estoy en El País. Dejó de haber conciertos, festivales y eventos promocionales, la ciudad se había poblado de ellos, llegando al punto de que cada semana había tres o cuatro conciertos a los que me gustaría haber ido. El cambio radical trajo consigo un cambio en la profesión, aunque la música siguió sonando, no había festivales ni conciertos, pero aparecían canciones y discos. Ha cambiado el trajín, los viajes y tengo menos movimiento a la hora de cubrir cosas, pero no he dejado de escribir sobre música. De hecho, creo que ha sido un momento muy interesante para hablar sobre los discos y profundizar en los relatos que guardan en su interior. En el año 2020 me resultó muy gratificante que Bob Dylan editara disco, un trabajo doble, con un tema de doce minutos, me pareció que era un mensaje para volver a la música sin prisas. Creo que la música ha seguido siendo muy importante en la vida de las personas a pesar de todo.
Eres un cronista cultural dedicado sobre todo a la música, pero desde una perspectiva madrileña. ¿Ha sido triste sentir que tu ciudad no latía?
Fernando: La verdad que me alegra que me digas que soy un cronista muy madrileño ya que nací en Madrid y adoro mi ciudad con todos sus problemas, errores y cosas mejorables. También me han dicho que soy muy americano por mi amor a la música de allí. Es cierto que este libro está pensado poniendo todos los sentidos en atender ese latido madrileño. En ese sentido debo reconocer que ha sido muy difícil. Durante la peor fase de la pandemia lo que más me entristeció es que mucha gente decía que Madrid debía ser abandonada. Acabado el ocio y la cultura, todas esas posibilidades que nos ofrece, parecía que debíamos dejarla caer. Me entristecía no por sentimiento regionalista o metropolitano de la ciudad, sino por algo emocional que conecta con un Madrid que nos ofrece tantas posibilidades de desarrollarnos existencialmente: Salas de conciertos, cines y teatros alternativos, esa cultura urbana que se mueve al margen de las instituciones y administraciones, que lo hace por osadía y canallísmo de tanta gente, madrileña y de fuera que viene a desarrollar sus negocios culturales aquí. Me entristeció tanto que decidí salir a la calle para escucharles, saber qué necesitaban y en qué situaciones se encontraban. Encontré a gente en situación trágica, como tanta otra en España, y más en época de pandemia con tantas restricciones y miedo. Al final para mí era importante que el latido del que hablas se recuperara de la mejor manera y que fuera visible en mi forma de ser un cronista del mismo, desde el presente y mirando al pasado, poniendo en valor la importancia de tener salas de conciertos y librerías abiertas. Hace falta tener a gente dedicada a la cultura, pequeños empresarios y autónomos, había que recuperar su pasado para ver quiénes somos y hacia dónde queremos llevar Madrid sin dejar caer la cultura, decidiendo su modelo. Elvira Lindo lo dice muy bien en el epílogo, si abandonamos Madrid a quien le interesa que Madrid no sea cultural, la ciudad será algo que no queremos. Siempre habrá tiburones con otro modelo de ciudad. Me preocupa que caiga en manos de aquellos que juegan con la posibilidad de convertirla en otra cosa.
La génesis de “Maneras de Vivir” es una serie de artículos aparecidos en prensa, creo que es interesante contar a los lectores qué motivo su ampliación y definitiva publicación en un libro.
Fernando: El libro nace de la serie periodística que personalmente le propongo a la sección de Madrid de El País. Lucía González, entonces jefa de sección, lo apoya. Me dan libertad absoluta para que me dedique a hacer entrevistas en la calle, reportajes y artículos, donde para mí lo importante son los trabajadores anónimos de la cultura madrileña: La gente que está detrás de El Sol, tablaos flamencos, librerías… luego a medida que avanza el año voy incluyendo artistas y músicos como Los Enemigos, Johnny Burning o Confeti de Odio, que es un chaval de veinte años que describe un mundo adolescente precario e incierto con tanto para juvenil como el de Madrid. Es una serie que dura alrededor de un año, el que marca la salida de la pandemia. Hay tres editoriales que me contactan para ver si había pensado ejecutar la idea en un libro, era algo que me rondaba la cabeza, y cuando te vienen editoriales animándote es una forma de refrendar tu idea. Me convencen y finalmente me decanto por “Muddy Waters Books”, que es una editorial nueva creada por Javier, Rodrigo y Benito que son gente maravillosa. A Javier Sánchez le conocía de la época en que ambos colaboramos en Efe Eme, ya que él también es periodista musical.
¿Qué te llevó a decantarte por su editorial?
Fernando: Les elijo porque nacieron en el año pandémico, en el peor momento, cuando la cultura estaba en retroceso y ellos se lían la manta a la cabeza como locos valientes y se lanzan con la editorial. Creí que el libro encajaba con su visión. Nos pusimos a trabajar en la edición, dándole forma, incluyendo más artículos para darle un incentivo al lector. Incluyo impresiones personales mías porque Javier me animó a hablar de mi relación con los sitios que aparecen, de ahí que haya introducciones que hablen de los sitios elegidos y mi relación directa. El libro tiene una parte de intimidad y otra parte periodística, que para mí es la más importante. Luego hemos tenido la suerte que lo apadrinan Elvira Lindo, que para mí es la gran columnista de El País, Josele Santiago de Los Enemigos, que hace un texto muy bueno, además él representa un Madrid en el que yo creo, un Madrid casi filosófico de vida sobre la calle, es un filósofo del rock and roll, es alucinante que esté, y Rosendo, con un texto corto y directo sobre “Maneras de Vivir”, el libro nace inspirado en esa canción que habla de una tribu urbana muy concreta, la gente de la calle, de los rockeros, cantada por Leño. Es un libro que ni en mis mejores sueños pensé que terminaría ahí, con el apoyo desinteresado de los tres.
Me ha llamado la atención ese alegato anti neo nacionalismo madrileño que haces, más que nada porque en el fondo tu libro es una alegato pro madrileño desde una perspectiva cultural, de sus negocios con solera y un toque distintivo. En el fondo de la gente que hacemos posible ese otro Madrid.
Fernando: Claro, es difícil… el libro tomo una perspectiva de identidad sobre lo que ocurría en Madrid, donde hubo elecciones y arrasó Ayuso con ese mensaje de “Libertad”. Como se cuenta en el libro a veces los poderes hacen lo que comentaba George Orwell en “1984”, aquello de la neolengua. Eso pasa mucho en esta época de postverdad, ocurre con términos que ya tenían sentido como democracia, libertad, convivencia, ética, constitucionalismo… es un modo de operar de los populismos en todos los sentidos. Para mí tenía sentido reivindicar un Madrid que no era un Madrid de eslogan político ni turísticos. No es un Madrid cogido y dejado a merced de poderes fácticos, políticos y económicos, no quiero que Madrid sea un centro de turismo ramplón que acaba con las identidades multiculturales. Había que reivindicar a la gente común. A Madrid y sus madriles, tan reales y visibles en el centro de Madrid. El que se ve en los barrios que forman muchas gentes. Madrid creció en los cincuenta con el éxodo rural, algo que se ve en el capítulo dedicado a Morente, al que se incluye porque esa es también su historia. Un Madrid que ha crecido en estas tres últimas décadas por gente venida de Latinoamérica, Europa y también de Asia, que construye un Madrid diverso. Creo que esa diversidad define Madrid. Quise recuperar esos lugares de brecha multicultural. El libro tiene nostalgia y reivindicación del pasado. No podemos entender Madrid sin la Vía Láctea, El Sol y El Corral de la Morería, lugares que abrieron brecha que están a punto de caer, o siguen en agonía. Había que reivindicar el pasado para mirar al futuro y que no caigan en manos de depredadores políticos y económicos que quieren cambiar la esencia y el espíritu de los madriles.
Mucho madrileñismo, aunque te voy a hacer una crítica, te has dejado por el camino la inclusión de alguien de Gabinete Caligari.
Fernando: Estuve con Jaime Urrutia en el año post pandémico para una cosa de El País. Pensé en Jaime y en hacer algo sobre Antonio Vega y Enrique Urquijo, cosas muy simbólicas de Madrid en ese sentido.
Fíjate, siendo todos madrileños, creo que las cuatro patas del banco del rock de Madrid musical son Leño, Burning, Gabinete Caligari y Los Enemigos, y te digo esto declarándome muy admirado de Enrique y Antonio que en gloria estén.
Fernando: Gabinete tienen ese descaro castizo y de bar que entronca mucho con Madrid. Exacto. Me alegra mucho que me hagas esa crítica, tienes toda la razón. Piensa que la serie periodística se acabó a finales de Mayo, cuando se iba a levantar el estado de alarma, momento en que volvía una normalidad algo más real. Al cerrar todo con la editorial había cierta prisa, no había tenía tiempo de sacarlo tarde, el libro era un recordatorio a todo lo pasado. Queríamos estar en la feria del libro de Septiembre. Pensamos en todo lo que faltaba y es cierto, no pusimos a nadie Gabinete. Afortunadamente desde la editorial me decían que siempre podríamos hacer un segundo libro, quizás no desde la perspectiva de resistencia a la pandemia si no de resistencia cultural. Un sector que nunca ha estado entre los más económicos del mundo. Quizás haya que reivindicarla dentro de un año. Si hay segunda parte, quizás Jaime Urrutia tenga que presidirlo.
Hemos hablado que hay hueco para garitos, salas, aunque me llama mucho la atención el tema de las librerías y tiendas de discos. ¿Cómo fue la selección de los lugares que iban a salir?
Fernando: En el tema de librerías hubiera metido todas. Son lugares de resistencia cultural y de encuentro, como las tiendas de discos. Lo mejor de ir allí es ver tantos libros y hablar con el librero sobre recomendaciones. Al elegir librerías quería que fueran peculiares y con cierto relato detrás. Algo así ocurre con Amapolas en Octubre que acababa de abrir, o es de las últimas en hacerlo, ahora creo que han abierto otra en la zona de Tirso de Molina. Amapolas era de las más jóvenes y quería contar el relato, con una historia detrás, la de Laura que dejó su trabajo de azafata y se jugó la vida por ella. Anda luchando para sobrevivir. Luego está la Pérez Galdós, la más antigua y turística, ahora reinventada, ya que no hay turistas, además con Galdós, tan intelectualmente madrileño. Me gustó meter mucho otras librerías como 8 y 1/2 y la Buena Vida, ambas ligadas al cine. En esta última, recuerdo que te dejaban tomar un vino o cerveza mientras leías, sin necesidad de comprar libros, cosa que no les molestaba. Iba mucho en la época universitaria ya que hace quince años era un oasis en la ciudad y una novedad, ahora hay alguna más de ese estilo. Creo que son lugares que debían aparecer.
“Es fundamental que haya empuje, pasión y conocimientos en el periodismo musical”
¿Qué futuro le auguras al periodismo musical?
Fernando: Es algo que me han preguntado últimamente… me niego a ser pesimista. Soy realista y sé cómo está el oficio. Creo que hay que tener empuje, siempre se ha necesitado. La labor sigue siendo importante, aunque la industria periodística está mal y la cultura no es relevante en ellas, los suplementos culturales acaban siendo menores y menguantes, aunque siguen existiendo. Y luego están las webs y podcast, gente que informa desde redes no profesionales que son muy importantes. Que todo mengue no quiere decir que mengue la importancia que se le da fuera. Se necesita que hablemos de música y que se interprete la cultura, gente que trabaje en ello y le de valor. Personalmente soy un privilegiado, tengo nómina en El País, hablando de música. Nunca hemos sido banqueros ni ha sido el ladrillo, había gente con empuje, trabajando en fanzines que ahora lo hacen en webs podcast… hay mucha gente que lo recibe. En mis talleres he encontrado gente joven que se acerca a informar con ganas de informar con pasión. Es fundamental que haya empuje, pasión y conocimientos.
Se te conoce por tu amor a la música americana, aunque en realidad tocas todos los palos. ¿Qué te parece la situación del directo que se nos queda?
Fernando: La vertiente americana siempre ha estado ahí, se me conoce por la Ruta Norteamericana, aunque he escuchado de todo: De flamenco a trap. Los escenarios van a volver, ya están volviendo, el boom vendrá cuando vuelva la normalidad real que será en 2022. Volveremos a los conciertos, ya que la experiencia en directo solo se da en escenarios. Creo que tenemos que reflexionar sobre el modelo de la música en directo, se tienen que caer las malas prácticas, hay que regular todo, dar más protección a músicos, promotores y técnicos, que las salas tengan protección legal, ya que en la cultura están en el vagón de cola. También hay que mirar el modelo de festivales, hay tantos que generan malas prácticas. Sería lo ideal, aunque creo que no ocurrirá. Todos vamos a abrazar el directo con ganas, pero pienso que lo que hay detrás, el oficio, no se va a regular ni ante tantos vaivenes. La pandemia ha dejado en el paro absoluto a gente sin ingresos, vamos a perder una oportunidad de oro para un sector que le importa a pocas administraciones. Solo importa para hacerse la foto con la estrella de turno, Leiva o Pablo Alborán de turno. La música está llena de obreros que necesitan que su labor sea entendida como oficio, dotándoles de legalidad y protección.
Un buen comienzo sería regular los ingresos vía streaming de los artistas, así de una vez vivirán de crear y nos brindarán mejores obras, algo que según me comentó Phil Manzanera en Reino Unido están camino de conseguir.
Fernando: Absolutamente, es el reto de la música en el siglo XXI. El sistema es insostenible, una locura, muestra la ausencia total de colectivo dentro de la industria. Hay falta de conciencia cuando la unión debería hacer la fuerza. El modelo de streaming da dinero, está metido todo el mundo, y de nuevo las grandes discográficas son opacas, salvo que seas una estrella. En el caso de los medianos y pequeños no son iguales. Esa legislación es necesaria. Si en Reino Unido ha ocurrido es que allí como colectivo son potentes. Se necesita una revolución por parte de los creadores de contenidos. La única solución que veo es que el sistema colapse o que dentro de la negociación haya unión entre todos para negociar de tú a tú con Silicon Valley para acabar con esta forma de trabajar de las grandes discográficas. Son los mismos gurús potentes de siempre, como me dijo Quique González un día: El zorro cuidando de las gallinas.
¿Qué proyectos manejas a corto plazo, si todavía crees que tenemos futuro?
Fernando: Futuro tiene que haber y si no lo hay, de todas formas, hay que luchar. Ha habido presentaciones en Madrid y Valladolid. El travelling tour seguirá en Sevilla en el marco del Monkey Week. A eso súmale mi trabajo, ser padre y cuidar de mi hijo. Tengo que encajar todo. Otoño y navidades será un no parar con todo lo que va a venir. Creo en la filosofía de Bob Dylan con ese “neverending tour”, que publica y ya está con el siguiente, con lo que va a venir. Quiero funcionar así. Tengo la cabeza con lo que está por venir que es otro libro que está en camino. No puedo decir nada, será distinto a este, eso sí, ya está preparado y tocará hablar de él en la siguiente charla.