Por: Javier González
Qué canalla es este Ángel Stanich, cómo sabe dónde duele y qué forma de atacar la suya para empezar a ganar puntos desde el mismo título del disco: “Polvo de Battiato”. Apelando a esa carta a la que muchos profesamos un amor irracional y un respeto reverencial. A partir de esa suerte de lubricante que es el nombre elegido, lo que sigue entra mucho mejor, sobre todo si se tiene en cuenta que volvemos a estar ante un conjunto de canciones donde las frases sueltas, llenas de lirismo e hilaridad, saben flotar y conjugarse en total armonía con mensajes que nos hablan de personajes caídos en desgracia, textos con cierto aroma a derrota y esa dualidad basada en el des/amor en la que tan bien se maneja, donde los cadencias más pop de su anterior largo parecen quedar lejanas en pos de una querencia dylanita marca de la casa, llevando el timón de la que probablemente sea la colección de temas del autor.
No viene a cuento, pero me da la gana aclarar que el título del disco no se eligió tras el fallecimiento del fenomenal orfebre musical siciliano, más que nada lo hago porque el españolito medio es tendente a lo caínita, así que antes de hacer sangre sobre ellos, mejor informarse y valorar el guiño como un acto de militancia confesa y alejarse de los términos brindis al sol y postureo.
Es más, mucho me temo que “Polvo de Battiato” puede hace referencia a esa ausencia de corsés estilísticos y a esa genialidad lírica de la que algunos hacen arte, donde la poesia y la cultura popular, ya sea televisa, política o en base a chascarrillos, se funde a la perfección, algo que tan bien hacía el único Franco que debería seguir vivo y que con tanto tino ha conseguido llevar a su terreno el bueno de Ángel; aunque visto de otra forma, quizás tan solo sea una forma de anunciar que lo que encierra el disco roza esa genialidad tan propia del mito de Riposto, algo que sucede en muchos momentos en este minutaje, algo que no por esperado deja de ser maravilloso.
La cosa comienza animosa con “La Historia es Fácil”, donde sorprenden ciertos arreglos étnicos, siguiendo dicha estela aparece “Nazario”, teclados juguetones y guitarras de fondo, una crónica de un tipo caído en desgracia que es perseguido, un proyectil directo al cerebro, con homenajes incluidos a Ronaldo, el que nos cae bien, el gordo, y a aquellos coros que marcaron nuestra infancia del “Centro di Gravita Permanente”, donde voces engoladas cantan “Todo están contra mí, monos, culebras, guepardos… es tal acoso hacia mí que voy a coger, voy a coger un atajo”, vaciladas así solo las hace nuestro amigo Stanich; en una línea argumental similar se mueve “Rey Idiota”, muchos lo han entendido como un mensaje antimonárquico, personalmente veo un trasfondo más marcado por la caída de un héroe televisivo de los ochenta que se resiste a pasar página, épicos esos fraseos donde suelta joyitas tales como “Valerio contra Lazarov”, historia viuda de nuestra programación más casposa en montajes vergonzantes como los de las “Mamachicho”.
Con “La Valla” vuelven los medios tiempos crónicos con arreglos maravillosos de fondo, ojo a esas trompetas, donde encontramos uno de los alegatos más claros en toda su trayectoria, mostrando su preocupación por la forma en que nos estamos cargando el mundo, algo similar ocurre en “Dos Boy Scouts de Mierda”, otra de esas historias con mucha sorna, marca de la casa, que no esconden una bonita historia de juventud y amor, un corte que musicalmente bien podrían haber firmado Townes Van Zandt o Nacho Vegas, aunque para historia de amor brutal, desangelada y dolorosa está “La Mecha”, donde el culpable de una ruptura enumera sus errores en un tema que estremece, algo similar ocurre en “Cariño”, aunque quizás con menos acierto.
“Motel Consuelo” es otro de los bombazos del disco, echa una mano elevando la categoría del tema Nina de Morgan, en otra narración al estilo “road movie”, donde hay acierto, sobre todo eso, entre reivindicaciones de feminismo y homosexualidad, y a ritmo de “El Arriero Pt.2” nos desarma, acercándose a Chavela y a José Alfredo Jiménez en su “El Jinete”, con reflexiones de orgullo de clase y acercamientos a El Quijote, obra que no nos cabe duda Ángel Stanich es de los que sí ha entendido.
Cierra la obra con un título de nuevo acertado, “Contigo Siempre”, que es lo que a uno le entran ganas de decirle a Stanich tras escuchar su nuevo trabajo…
Qué bien le sientan a nuestra música que exista un tipo tan extraño y talentoso como Ángel Stanich, dotado de ese algo que hace que sus canciones se te metan bien dentro a base de chascarrillos reconocibles, entre la memoria histérica y lo popular, pero encerrando filos cortantes que hablan de la vida y del desamor, de auges y caídas, sin concesiones ni afán de comercialidad, que tras tres largos y un puñado de Eps, sigue sonando fresco y adictivo.
En la vida hay tres ángeles a tener muy en cuenta: el de la guarda, salva vidas, Angelíto Correa, roba ligas al trampas de puntín y se gira como nadie, y Stanich, un puto genio, sin más. Póngales en su vida, les irá mejor, se lo aseguro… por cierto, se rumorea que quizás comience a dar entrevistas… ya sabes Ángel, no somos dignos de que entres en nuestra casa, pero tus palabras, cara a cara, bastarían para sanarnos. ¿Te imaginas?¿Te atreves?