Texto y fotografías: Javier Capapé
La jovencísima Alice Wonder comenzó su nueva gira en las tablas del Teatro de las Esquinas de Zaragoza el pasado jueves 4 de noviembre con las entradas a punto de agotarse y con un público ávido de canciones de las que se pegan a la piel y no te dejan, imprimiendo personalidad y carácter. Había ganas de Alice, pero el aperitivo servido por el dúo Marlena se conformó como el mejor posible, con un público con ganas de júbilo y normalidad que entre las butacas de este teatro pudo encontrarla sin demasiada dificultad. Carol y Ana supieron templar el ambiente del mítico teatro zaragozano antes de dar paso a la madrileña Alice, tras dejar constancia de su querencia por el pop bien entendido, tanto si viene de la mano de versiones de Morgan cual “Sargento de Hierro” como si lo hace por parte de Raúl Alejandro con su mega éxito “Todo de ti”. Por su repertorio se dejaron caer canciones propias, cocinadas a fuego lento y cada vez más queridas entre su público como “Gitana” o “Sociedad Limitada”, junto a versiones de algunos de sus referentes (tal y como aclararon) que pasaban de Guitarricadelafuente a los citados Raúl Alejandro o Morgan. En la diversidad está el gusto.
Tras casi una hora de bucear entre pop del nuevo milenio, Alice Wonder nos sumergió en una simbiosis de rock de autor, encabezado por Jeff Buckley o el más clásico Dylan, y las aderezadas vueltas de tuerca del autotune y el soul sin complejos. Alice Wonder ofreció desde el primer momento que saltó a escena una sobrada dosis de solvencia en las tablas, proporcionando a todos los presentes buenas dosis de camaradería y viveza en las palabras junto a unas interpretaciones precisas, sin necesidad de una banda para ensalzar unas composiciones de por sí excelsas. Alice brilló interpretando más comedida en inglés, mientras crecía en sus quejíos bien armados bajo la batuta de Andrés Luján a los controles. La madrileña podrá crecer más comandada por una banda, pero demostró que no necesita a nadie para ganarse a un público ávido de canciones sentidas y lanzadas a bocajarro, donde siempre se impone el sentimiento desmedido al deseo comedido, mandando más la pasión a la ejecución. Claramente, lo sentido pesa más que lo medido. Así es Alice Wonder en directo. Puede gustarte más su espontaneidad al contar el origen de su canciones o su desparpajo en las tablas (que de eso va sobrada, pese a su corta edad), pero su solvencia está más que demostrada cuando se imponen sus canciones, que son fiel reflejo de su día a día, que son escaparate de sus emociones y de las nuestras. Porque la música une a todos los niveles y a todas las edades, porque Alice Wonder puede ser puente entre Bad Bunny y Xoel López y no chirriar. Bienvenida sea esta mezcla. Y lo mejor es que en directo convence y su propuesta no suena impostada. Da igual que empuñe su eléctrica cargada de efectos que su teclado junto a su bombo electrónico. Alice nos gana con su voz que pasa del soul más emocional al pop más enérgico, ayudada del autotune y de mil efectos que no desdibujan el canal de su potente voz, más bien lo realzan y engrandecen, para dejarnos seducir y emocionar por canciones tan redondas (y más por su pulso emocional al interpretarse en directo) como “No te vayas” o “Corazón mármol”.
Los mejores momentos de la noche se reservaron para las canciones de su más reciente disco “Que se joda todo lo demás”, como ocurrió con la sentida “O” o con la potente “Quién soy”, pero también hubo tiempo para recordar algunas de las más destacadas de su debut “Firekid” como “The World is changing (me)”, con la que abrió la noche, o la sentida “Bajo la piel”, con la que terminó el concierto. Todas ellas cargadas de personalidad y fuerza, sin necesidad de más que su voz y un ligero acompañamiento de la guitarra o el teclado. Alice es pureza en su voz. Convence con su pasión. Destila personalidad. No necesita más para cautivarnos. Es un torrente emocional que se nutre de música y destila por sus poros lo mejor de aquello de lo que se alimenta. Por eso nos llena tanto al escucharla, porque todo en ella suena a verdad, porque nos enamora sin matices que engañen, porque es auténtica. Un regalo para nuestros oídos en estos tiempos cargados de novedades que se olvidan al cambiar nuestro radar de novedades en Spotify, consiguiendo aunar generaciones que disfrutan con la música como fenómeno universal que trasciende épocas y tendencias. Alice Wonder se queda con nosotros. Y si volvemos a ella es porque no nos engaña. Es pura emoción. De la que nos remueve. Si su concierto en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza me llegó tan adentro es porque no necesité de ningún elemento adicional para sentirme libre en él. Los móviles se apagaron entre las butacas, las grabaciones para postear no importaban. Lo que nos hacía sentir libres era palpitar con el vibrato de su voz y la emoción en cada uno de sus versos. Un concierto como los de siempre. Dejando atrás lo accesorio y volviendo a la raíz, a las entrañas. Sin importar lo que quede fuera. Porque estamos aquí y ahora y… “que se joda todo lo demás”.