Por: Juanjo Ordás
Acostumbrados como estamos a ver a Enrique Bunbury paseando su discurso musical por diversas publicaciones, ahora llega el turno de que lo haga también respecto a su recién estrenada faceta literaria, poética en este caso. "Exilio Topanga" representa precisamente ese debut en formato verso, que de manera cruda, arremete contra nuestra realidad y sus pilares básicos. Un tratado de ácida contemporaneidad de la que hablamos con este maño universal.
Fíjate, cuando me dijiste que estabas preparando "Exilio Topanga" no me resultó raro. Me pareció normal viniendo de ti. Siempre te ha interesado mucho la literatura, lo extraño es que no lo hayas hecho nunca. Cualquier momento es bueno, ¿pero por qué ahora?
Enrique Bunbury: No lo tengo claro. Supongo que tiene que ver con llevar casi tres años sin girar. Las giras quitan mucho tiempo. Es cierto que aprovecho los viajes para leer mucho, conocer ciudades y países y por supuesto para subirme a los escenarios a interpretar mis canciones. Pero la parte creativa, que es la que más me interesa y disfruto, se realiza en la soledad y con la disponibilidad plena de tu tiempo. Así que, durante los últimos meses he podido componer y grabar un par de álbumes ("Posible" y "Curso de levitación intensivo"), participar y sacar adelante el documental de Héroes del Silencio, escribir este libro de poesía y algunas otras cosas en las que estoy enredado y que irán saliendo en los próximos meses.
Me ha llamado mucho la atención que has conseguido una obra diferente. Quiero decir, te has metido en la poesía directamente. Esto no son letras de canciones, son poesía. Me has sorprendido, te has integrado en el medio absolutamente.
Enrique Bunbury: Era mi propósito desde que me planteé el libro. No quería hacer, como es habitual (y supongo que lógico), entre muchos compañeros de profesión, recopilar textos que no han fueron musicados, pero que tienen un formato o cadencia similar al de las letras de sus canciones. Ni quería recopilar material que se hubiera quedado olvidado en un cajón. No juzgo a nadie por el hecho de que otros poemarios de cantantes sean más o menos así. Sólo que, mi decisión, fue comenzar de cero y buscar una voz distinta. Una voz que perteneciera al mundo poético contemporáneo. Que no tuviera enlace directo con mi obra como autor de canciones.
De hecho, aquí utilizas prismas nuevos. La cotidianeidad, por ejemplo. O una cotidianeidad más presente.
Enrique Bunbury: Sí, la cotidianidad no es tan frecuente en mis canciones, aunque he escrito muchas canciones en los 35 años que llevo publicando discos y escribí con el tono del observador en busca del detalle minúsculo de la cotidianeidad. Pienso, por ejemplo, en El Boxeador o quizás Hoy no Estoy para Nadie. En este caso, quería conformar una dinámica explicativa de lo habitual y frecuente. Objetos y circunstancias que de tan comunes a veces se nos pasan por alto y llegar de lo minúsculo a lo universal. De una circunstancia personal, una mudanza, mi intención era que se dejara entrever un momento bisagra que nos está afectando a todos.
Resultas más exhibicionista en la poesía que en las canciones, ¿te has dado cuenta? Te abres mucho más. Entiendo que habrá ficción también entre los versos pero me da que es muy poca.
Enrique Bunbury: La poesía es íntima y subjetiva por definición, pero no creo que mis canciones sean pura ficción. Creo que en ambos casos se trasluce mi forma de ver y sentir con respecto a los que me rodean y un mundo que intento comprender y la mayor parte de las veces se me escapa. Creo, de todas formas, que en mis canciones también se puede averiguar el momento histórico en el que fueron escritas. Pero entiendo lo que dices, muy probablemente en la poesía de "Exilio Topanga" me disperso y expando en temas que no son tan apropiados o frecuentes en una canción. Además, quizás debería añadir que. la censura en los medios de comunicación y el bullying de las redes sociales, te hacen ser más consciente de qué y dónde te expresas, y para mí, la poesía se ha convertido en el penúltimo reducto de libertad.
Hay momentos de introspección tensa. ¿En Exilio Topanga intentas explicarte a ti mismo respecto a tu contexto? ¿Es la poesía una herramienta más para poner ideas en orden?
Enrique Bunbury: El arte y la creación ayudan a poner tus ideas en orden. Todos evolucionamos y mutamos. No somos el mismo que hace décadas, ni el de la semana pasada. Somos seres humanos con una misión. Buscamos limar lo innecesario, lo accesorio, lo impuesto social o educacionalmente. Incluso estamos en lucha contra la dictadura genética. Vamos a intentar convertirnos en los que conseguimos ganar la batalla a siglos de encarnaciones fallidas. O no. Pero esa es la lucha. Así que conviene revisar tus mentiras aprendidas y mantener debates encendidos contigo mismo. El papel en blanco siempre es un buen aliado. Ver plasmada una idea o pensamiento, ayuda a reconciliarte con quien eres, o llegar a una versión nueva y esperemos que mejor.
Cuidas mucho el ritmo de los versos, al margen de la temática. No me refiero a la medida, sino al ritmo.
Enrique Bunbury: Me gusta pensar que la poesía está escrita para ser leída en voz alta. Así pienso en los versos. Tienen que aceptar una buena lectura de pie encima de la mesa.
Sobre la temática, podemos decir que es social pero la observación que haces no implica la imposición de tu opinión y criterios. Sin embargo, tampoco te limitas a exponer, usas la ironía, pero tampoco sentencias necesariamente.
Enrique Bunbury: Intento no juzgar demasiado, ni en los poemas, ni en la vida. En este libro intento limitarme a observar y hablo de lo que veo, aunque sea inevitable que se pueda leer entre líneas cuál es mi postura con respecto a algunos temas. Principalmente, utilizo el humor para subrayar las opiniones, separándolas del panorama.
¿Cómo fue el proceso de escritura? Sé que habitualmente escribes, ¿pero en qué momento te diste cuenta de que tenías un libro entre manos? ¿Fue espontáneo o decidiste desde el principio que estabas escribiendo un poemario?
Enrique Bunbury: Antes de escribir el primer poema, que creo fue el primero que aparece en el libro, ya había decidido que era el momento. La idea vino motivada por un librito que compré en una cafetería de Topanga. Era un poemario de una poeta local, que vendía humildemente en el mostrador de ese local. Pensé que escribir algo con una pretensión mínima, que se pudiera comprar en un lugar así, como oposición a la exposición digital, tenía algo de declaración de intenciones, ante un cambio global para el que no se nos consultó a nadie. Reivindicando el formato, no estando disponible en todos lados. Estamos tan acostumbrados a comprar a la orden de un click, que perdemos la pasión y el entendimiento de lo que supone la búsqueda y la grandeza del encuentro.
¿En qué momento decides que la obra está terminada? Me parece muy complicado imaginarme ese momento en el que uno da por terminado un libro de este tipo.
Enrique Bunbury: No te pienses. Para mi estuvo claro. Cuando llegué al último poema, estaba claro. No escribí el libro en el orden que aparece en la edición final, pero prácticamente. Muy cercano. Me dejaba llevar y creía entender de qué coño estaba hablando y qué es lo que necesitaba para completar la dinámica del libro.
Tiene gracia que hayas publicado tu primer poemario mientras vives en California. En EEUU se ve muy normal que un autor trabaje varias disciplinas. ¿Crees que ese ambiente te ha influido a la hora de atacar otra disciplina distinta de la música?
Enrique Bunbury: Desde luego. Aunque también creo que los tiempos están cambiando y eso de “zapatero a tus zapatos” es una cosa muy antigua, que sólo considera el que no hace mucho. Mis zapatos son crear y me da igual si son canciones, poemas, cuadros o libros de cocina. Es exactamente lo mismo. Considerar que soy un músico de rock por que empecé públicamente en ese género es tan ridículo como pensar que soy parvulario porque mi educación académica empezó ahí. No me parece que haya ni debate digno de mención en ese tema. Es cierto que en Estados Unidos es bastante habitual cambiar múltiples veces de casa y de profesión a lo largo de tu vida. ¿Es eso bueno o malo? No estoy juzgando, es un dato. Así que, sí, es posible que me diera alas y confianza para embarcarme en esta aventura que no la veo en absoluto lejana a lo que hago normalmente.
Una vez concluiste la escritura, ¿sentiste liberación?, ¿tuviste la sensación de sacarte algo de dentro que normalmente no sacas con la música?
Enrique Bunbury: Me sentí muy bien sobre todo cuando Elena Medel me llamó interesada en su publicación. La Bella Varsovia es una editorial de prestigio, que cuida los libros y que se dedica exclusivamente a la poesía y que nunca había publicado ni a cantantes, ni a youtubers ,ni a personajes ajenos al mundo poético. Por eso sentí un gran honor y orgullo. Y, bueno, además, parece que también está disponible en la cafetería de Topanga, que es como comenzó todo esto.