Por: Skar P.D.
Resulta curioso que ANC4 sea un dispositivo que se utiliza como reductor de ruidos en las transmisiones de radioaficionados. Y resulta curioso porque otra acepción de ANC4 también tiene que ver con el ruido, o al menos, con la producción de sonido. Lo que pasa es que esta segunda acepción es un poco tramposa, en realidad tampoco es una acepción porque ANC4, en el plano musical, es el acrónimo de Arvidson Nilsson Combo Four (ANC4) y hace referencia a la banda formada hace un par de años por unos músicos, con bastante experiencia, de la escena del pop en Suecia, su país natal. Desde luego nada que ver con el ruido.
En el 2019 Roger Arvidson y Tomas Nilsson (guitarras y voces) y ya con un largo curriculum en bandas anteriores unieron esfuerzos, intenciones, experiencias y melodías, y con la incorporación de una sólida base rítmica formada por Janne Borgh (bajo) y Nicolás Osterberg (batería) formaron ANC4 y alumbraron el homónimo álbum de debut, un disco deslumbrante de power pop y demás influencias adyacentes, que revitalizó la escena underground por la que desde hace tiempo se mueven las bandas que hacen de las canciones espléndidas el leitmotiv de su existencia. Un extraordinario disco sin duda que como es habitual no tuvo demasiado impacto más allá de los limitados circuitos de fanáticos del género. La cuestión estaba en si esa primera aventura iba a tener continuación y si, en caso de que así fuera, esa continuación iba a transitar por los altos niveles de química y maestría indicados en esa primera oferta.
El caso es que dos años después y coeditado por la discográfica independiente sueca Beluga Records y por las españolas Snap y Hurrah! Música los suecos han pergeñado una segunda entrega bastante esperada por otra parte dentro de los círculos habituales. Curioso que para editar esta segunda entrega se haya necesitado de los esfuerzos de tres discográficas de esas que se baten el cobre día a día con más ilusión que perspectivas de negocio.
"Srtuck Gold" abre esa segunda entrega y despeja las dudas a las primeras de cambio, porque es luminosa desde el principio y desde luego es lo que cualquier aventurero del power pop esperaría oír como apertura del segundo disco de una banda que se ganó la fe de los fanáticos en su primera entrega. Por hacer un juego fácil de palabras es como la sensación que debían tener los buscadores de oro cuando descubrían la primera veta.
"Go Easy" fue el primer adelanto en forma de sencillo y rezuma un enérgico optimismo, desde la primera nota, que te retrotrae a sonidos más psicodélicos, de esos que eran marca de la casa de las bandas que pululaban por San Francisco en el 67. Y los Beatles, claro que sí, porque "Is It Me Again" suena a descarte de los de Liverpool, claro, que ya se sabe que los de Liverpool otra cosa no pero descartes no es que tuvieran muchos. Mas densa y reivindicativa suena "Lucky Me Lucky You" en su apuesta por la autoafirmación, y es sabido que la suerte es difícil que se encuentre si no se busca: "somos las estrellas más brillantes".
Las armonías a dos y tres voces, esos pequeños detalles que hacen que las canciones se oigan en más de una dimensión, realzan "The Man Whos Afraid Of Everything", que es una canción de las que te elevan la autoestima desde la aceptación de tus temores, y que, una vez vencidos, te proporcionan el suficiente valor para que le digas algo a la morena que está sentada al fondo de la barra antes de que se vaya con ese otro tipo con pinta de capullo. Esa es ni más ni menos la sensación que transmite "There Goes My Baby". Si estuvieras en los USA querrías que fuera tu pareja en el "Baile en el fondo del mar" de fin de curso aunque sepas que la respuesta va a ser que no.
"Was It Just A Dream" es de esas canciones que te cuentan el estribillo a partir desde el inicial riff de guitarra y todo ello con cierto aire de melancolía, de esa melancolía de las rumbas que cantan a los amores o a los sueños perdidos. Mas setenteros, léase Heartbreakers o así, suenan en esa descripción intima que es "Romantic Fool", abundando en esos sonidos en "Everything Turns Blue", una oda a las segundas oportunidades deudora de los sonidos del pop barroco aderezados con un final de guitarras plenas de fuzz y wah wah de manual.
"Darling Honey Baby" puede parecer una canción menor, pero solo si se la compara con las que le preceden, o sea, que casi es como el respiro necesario para afrontar el resto del disco, porque sin solución de continuidad el country más elegante se hace visible en "Cinderella Lovesong", con aromas bastante reconocibles y que es como si Kris Kristofferson te susurrara una canción al oído.
La joya escondida es una delicia en forma de canción llamada "Being Nice", absolutamente irresistible en la descripción de cómo debe ser una canción de power pop, desde el riff de guitarra inicial, de esos que te atenazan el alma, hasta los coros que se lamentan de tu inconsciencia al no darte cuenta de que el amor se desvanecía. Para ponerse de pie. Menos mal que "Need Out" suena jovial y liberadora en su desarrollo instrumental y funciona a modo de respiración asistida, asunto que resuelven en "I Want To Feel Good" que, como su nombre indica, es un alegato para superar los desengaños: "solo quiero sentirme libre y quiero sentirme bien”
Que ANC4 hacen una música optimista es más que evidente, porque las raíces en las que se basa su música, Jangle, Beatlesque o Power Pop, lo son, y "Make Up Your Mind", "decide lo que vas a ser", lo deja claro como cierre del disco -incluidos los coros de influencia góspel del inicio- al menos en la edición en vinilo de este "Strange Tide", porque la edición CD, y como bonus track, presenta "I Stand Alone", otra oda pop al desamor con la que lo cierra y de la mejor manera posible, ya que las canciones de desamor son parte fundamental de ese pop que, a poca sensibilidad que se tenga, te eriza todas las terminaciones neuronales.
Lo han vuelto a hacer, ANC4 lo ha vuelto a hacer, este "Strange Tide", su segundo disco, es otra compilación de canciones majestuosas llenas de melodías brillantes, de riffs, de armonías de esas repletas de estrellitas tintineantes, solo al alcance de bandas que estén en estado de gracia, y los suecos lo están. Parece sencillo pero no lo es, porque la sencillez en el pop, en el power pop, implica tener una sensibilidad solo al alcance de unos pocos privilegiados. Para solaz y disfrute de los mortales que nos seguimos emocionando con las canciones bonitas. Y con los discos que rozan la perfección dicho sea de paso.