26 de Agosto de 2021, Loma del Castillo Sohail, Fuengirola
Por: Javier González
Derby Motoreta´s Burrito Kachimba tienen tres cualidades que para sí quisieran muchos otros grupos: Carisma, morro y un aura mágica que les hace ser terriblemente distintos. Quizás las mismas se puedan rastrear con facilidad en cualquiera de los dos maravillosos discos facturados hasta el momento por la banda, pero de lo que no cabe la menor duda es que su reino está en las tablas, donde su discurso suena casi mesiánico.
Es ahí donde se sienten como peces en el agua, mostrando su sangre caliente a base de “quejios kinkidélicos” en temas de largos desarrollos, donde la potencia rockera y el alma eterna de su ancestral Andalucía se revisten de fabulosa psicodelia, en una amalgama ante la que es difícil no quedar sorprendido cuanto menos, o más fácilmente caer entregado por una propuesta que cada vez logra enganchar a más adeptos, entre los que abundan sobre todo paladares exquisitos, de amplias miras melómanas y que gustan de fumar uno o varios porritos antes de acudir a la fabulosa ceremonia que suelen proponer los Derby, la cuál no es apta para todos los públicos, más que nada porque me temo no sabrían entenderla sin haber escuchado antes a Triana, Smash, Led Zeppelin y ese millón de bandas con que se les compara, algo que sin embargo no debe ser impedimento para saber que lo suyo es autónomo y más que auténtico.
Si eso fuera poco, también debemos decir que tienen presencia, pues saben conjugar a la perfección la apariencia macarra, aderezada por una total cercanía que ayuda a empatizar con su letras, personificada en la figura de su frontman, Dandy Piranha, con esa planta de niño grande de eterna sonrisa, comparada hasta la saciedad con la de Robert Plant, y ese aire vacilón que quizás le muestre más a la diestra del cielo de Silvio, al que añade quejíos brutales, repletos de sentimiento que te erizan el vello de pura emoción.
Y por último tienen prestancia escénica pues son una banda potente y curtida, que suena rotunda, cañera y suave, psicodélica y certera, algo que se pudo comprobar desde la inicial “El Salto del Gitano” y que tuvo su continuidad en cortes magistrales como “Gitana”, “Grecas” o en las memorables “Somnium Igni-Part 1” y “Somnium Igni-Part 2”, donde se atrevieron a interpretar a solo guitarra eléctrica y voz distorsionada, acercándose al flamenco en sus formas escénicas, para después mostrar esa otra cara más cañera en su continuación, en dos tremendos temazos, de los que podríamos seguir destacando “Caño Cojo”, “El Valle” y un largo etcétera.
En definitiva, podemos afirmar haber asistido a un espectáculo mayúsculo, donde la banda sevillana se limitaron a ser ellos mismos, con un espectáculo intenso, brutal y sin concesiones, algo que hay que subrayar, pues es motivo de enhorabuena que una propuesta enemiga del autotune, ajena a sonidos sencillos, que no concibe estribillos fácilmente coreables y que no se plantea ser condescendiente con su público, sea capaz de abrirse camino y mostrar que otras formas de hacer son posibles, logrando estremecer a más de mil personas con unas apariencias kinkis que no ocultan ni el enorme corazón que le ponen a su música, ni mucho menos que tienen toda la pinta del mundo de ser unos tíos de puta madre que bien merecen todo lo bueno que están consiguiendo. Actitud, canciones y caña, sencillo de escribir, muy complicado de hacer sobre las tablas. Chupado para estos sevillanos de lo más peculiares.