Por: Skar P.D.
Las prisas no son buenas para casi nada, a veces ni las urgencias, y si hay una banda para la que las prisas no tiene ningún sentido, y mucho menos las urgencias, estos son sin duda Kings Of Convenience. No tener prisa es haber dejado transcurrir doce años desde que los noruegos ofrecieron su última entrega, esa que atendía por el nombre de "Declaratión Of Dependence" y que a su vez, por ahondar más en el concepto, salió cinco años después del anterior, "Riot On An Empty Street". O sea que podríamos hablar de una banda que respira tranquilidad y pausa por los cuatro costados. Seguramente sus paseos adolescentes por su natal Bergen influyeron en ese concepto y es que cuando el imaginario de uno piensa en paisaje noruegos no son precisamente los nervios los primeros sentimientos en aflorar.
Doce años que tampoco los han pasado Kings Of Convenience mirándose al ombligo, porque, a ver, en realidad Erlend Øye y Eirik Glambek Bøe han seguido en proyectos paralelos sin por ello perder el contacto. así, uno y otro se buscaron quehaceres ya como The Whitest Boy Alive o Dj el primero, o Kommode y sus incursiones en la política local el segundo. Mas inquieto Øye y un tanto más calmado Bøe, que es exactamente como suenan cuando se juntan como Kings Of Convenience. Y todo sin sobresaltos más allá de acontecimientos existenciales como la muerte de los padres de Øye o el divorcio de la modelo Ina Grung, madre de los 3 hijos de Bøe. Ina Grung es la chiquita que hacía de "tercero en discordia" en las portadas de los dos primeros discos del dúo.
Y además, y durante cinco años, en cinco ocasiones diferentes, intentaron plasmar físicamente algunas canciones que, incluso, ya habían tocado en vivo pero y, en palabras de Erlend en el 2019, "por una combinación de razones los resultados simplemente no fueron lo suficientemente buenos, y en ese momento yo ya no tenía más energía para intentarlo, 2018 fue un año de cargar las baterías, y ahora estamos planeando volver a intentarlo". Es ahora en el 2021 cuando parece que las estabilidades emocionales de ambos se han puesto de acuerdo.
Por supuesto que en "Peace Or Love" no se encuentran motivos de ruptura con el sonido que dejaron doce años atrás y por supuesto que nadie, mínimamente conocedor de la trayectoria del dúo, las espera. En realidad en bandas con las características de Kings Of Convenience, con esa acumulación de matices que hacen bailar al folk con las notas preciosistas de la bossa nova, lo que se espera es que continúen. La música que borda la sencillez con la calidad de las notas y las voces que evocan los susurros al oído son una combinación siempre infalible. “Es muy, muy difícil hacer que algo suene simple” (Bøe).
"Rumours" es la apertura perfecta, sutil, cálida y ensoñadora, con los coros en falsete que apenas dejan vislumbrar unos arreglos minimalistas de cuerdas. Perfecta porque te introduce de nuevo en el universo propuesto por los noruegos ya desde los arpegios iniciales de esta oda a la amistad que eso es a lo que cantan: "no dejes que te digan quién eres".
Absolutamente irresistible es "Rocky Trail" con esos arreglos de cuerdas tan preciosistas, que son marca genuina de la casa, y que se deslizan por ritmos claramente deudores de acordes de la bossa nova. Parámetros que se vuelven a reproducir en la intimista "Angel" que habla de romances silenciosos e imposibles. Por en medio el lado folk más cercano al pop se plasma en "Comb My Hair", y el imaginario de dos tipos con aspectos de profesores universitarios acariciando sutilmente las guitarras acústicas se hace claramente visible.
No es la primera vez que la canadiense Lesli Feist añade su sensual y cercana voz al universo de Kings Of Convenience, y en este disco de regreso lo hace en la amorosa "Love Is A Lonely Thing", y lo de amorosa no es solo por realzar el título de la canción: "El amor es dolor y sufrimiento, el amor puede ser una cosa solitaria, una vez que hayas conocido esa magia, ¿quién puede vivir sin ella?" La otra canción en la que participa es en la ibicenca "Catholic Country", donde el tono más agudo de su voz juega a medias con el más grave y terroso de Eirik Glambek Bøe para construir unas armonías de pop suave de esas que te hacen mover las caderas casi de forma imperceptible.
"Fever" es el perfecto encuentro de la samba con el soul, con el soul blanco claro, y se convierte con esos coros, deudores del funky, en el corte más bailable del disco. Baile de esos en los que agarras por la cintura a tu pareja y que hace que parezca que te elevas cuando las notas etéreas del piano se adueñan de la canción. La única canción por otra parte en la que suena algo parecido a una batería, aunque sea programada.
A veces llueve en las canciones o pareciera que es así, y "Killers" funciona a modo de paisaje nublado, puede que al lado del mar, pero nublado al fin y al cabo. Las esperas por amores que ya no van a venir son muy cinematográficas viendo llover tras los cristales y esos asesinos de los que habla la canción no dejan de ser los estragos de un amor fallido.
"Ask For Help" incide en los mensajes positivos y en las recomendaciones, no por obvias, menos necesarias: "Si tienes la voluntad de hacerlo pero te faltan las habilidades para hacerlo bien pide ayuda". Se encuadra perfectamente en el tono intimista que adorna todo el disco y es en "Song About It" donde este sentimiento cobra relevancia, y es que el ejercicio armónico de voces es sobrecogedor por momentos, claro que "todo depende de qué lado estés".
La madurez que se alcanza con el paso del tiempo y a la que, por supuesto, no son ajenos los noruegos toma carta de naturaleza en la delicada "Washing Machine" que, mecida en las notas de violín, sirve de alfombra a toda una declaración incuestionable: "Es cierto, soy más sabio ahora que cuando tenía veintiún años, es cierto, tengo menos tiempo ahora que cuando tenía veintiún años". A los cuarenta y cinco años Kings Of Convenience se permiten el lujo de desnudarse emocionalmente en las últimas notas de, éste, su disco de regreso.
"Quiet Is The New Loud" no solo es el título de su primer disco, en realidad es una definición perfecta de la carrera de Kings Of Convenience y, por lo tanto, cuando Erlend y Eirik anunciaron este "Peace Or Love" las expectativas se centraron en su regreso antes que en la posible sorpresa que, tras doce años de espera, nos pudieran ofrecer con alguna evolución no prevista en su propuesta musical. Así las cosas "Peace Or Love" es el nuevo disco de Kings Of Convenience y en ese sentido lo que se espera de ellos es que sigan cautivando con ese folk preciosista y ensoñador y al que, con pinceladas, le añaden esos ritmos cálidos y plenos de "saudade" de la música que se realiza a miles de kilómetros de distancia de su Bergen natal. Y los arreglos de cuerda, claro, que se han convertido en el sello distintivo de la música que ofrecen.
"Peace Or Love" es un disco sin demasiados saltos emotivos y puede ser que con demasiadas similitudes melódicas en la concepción de las canciones. Tampoco "Rocky Trail", primer sencillo de adelanto, tiene, aunque se aproxima, esa sensación de armonía poderosa -de las que te envuelven- de "Boat Behind, y a pesar de "Fever", tampoco existe la evidente aproximación al baile de "I'd Rather Dance With You", pero es el nuevo disco de dos tipos que tienen la virtud de realizar una música tranquila, calmada, cautivadora y, fundamentalmente, con tantas sugerencias emotivas que es muy complicado que te dejen indiferente a poco que te guste beber, de vez en cuando, una caipiriña en vez de las consabidas cervezas. O a poco que, de vez en cuando, te dejes llevar por las sensaciones tranquilas y placenteras que son virtudes difícilmente aceptadas en la insurgencia juvenil. Un disco que describe perfectamente el estado emocional de sus autores en el periodo en el que ha sido concebido y que, y ese es su valor, encaja a la perfección en la propuesta, esperada y aceptada, de Kings Of Convenience.
"En la superficie esto puede parecer similar a lo que hemos hecho antes, pero nosotros sabemos muy bien que cada canción proviene de una inspiración muy específica. Están todas ahí por motivos personales". (Erlend Øye)