Por: Javier González
Sabía de la existencia de Nacho Sarria desde hace tiempo, no en vano son muchos años tratando de permanecer al día de todas las novedades del siempre llamativo rock sevillano, donde un buen día rastreando encontré a un interesante combo llamado Los Labios; allí tocó Álvaro Suite y su cantante era o es, nunca me queda demasiado claro la verdad, Sammy Taylor, un tipo que desciende del linaje rockero más auténtico de Hispalis puesto que es hijo del mítico Silvio, casi nada.
Como digo, sabía de su presencia y existencia, pero no fue hasta unos años más tarde cuando me lo encontré justo al lado en la sala El Sol, concretamente en la presentación del primer disco en solitario de Álvaro Suite, “La Xana”. Recuerdo que pensé: “joder, qué planta de rockero tiene este chulazo”, pues portaba una melena ensortijada y un traje que le sentaba de fábula, tan bien le quedaba, que le hacía parecer un tipo que supuraba música por los cuatro costados.
Semanas más tarde rastreando por unas de esas plataformas sangrantes en lo económico para los músicos, escuché el primer adelanto del que más tarde me enteré sería su primer disco, un trallazo llamado “Gitana”, tenía algo de onírico y mágico, sonaba a rock caliente dotado de sangre y corazón, así como un halo magnético con una letra muy de aquí, con una base potente y guitarrazos de lo más certeros. Ni qué decir tiene que conseguí su teléfono y contacté con él, fue entonces cuando me comentó que todo andaba listo y que mes a mes tendría noticias suyas hasta la edición del disco. Un trabajo que al cabo de unas cuantas semanas acabaría teniendo en mi poder, gracias a su bondad y a la de la agencia de comunicación que lleva su promoción, quienes sabiendo de mi interés, no dudaron en hacerme llegar un enlace con todas las canciones en su totalidad.
Y ahí comencé a conocer el resto de temas que acompañarían a “Gitana”, composiciones tales como “El Camino”, con esa cadencia tan cercana al blues, a ciertos pasajes de The Doors, dotado de una batería casi marcial y unos teclados invitando a la ensoñación, mientras la voz de Nacho, profunda y elegante, nos convence para dejarnos andar sin temor al futuro a la par que los guitarrazos y los órganos se entrecruzan, “A Todo Color”, donde la tradición del mejor rock andaluz sale a relucir en una canción que sin embargo parece estar revestida de un profundo poso pop, y “L´Occidental”, serpenteante en su letra y furiosa en su descarga de ráfagas de blues demoniaco, demostrando a las primeras de cambio que este es un álbum de rock de raíces pero que también se reviste de modernidad, suponiendo un acertado cruce de senderos en los que su anfitrión, Sarria, muestra con las cartas boca arriba cuáles son sus referencias musicales.
Con la fusión que supone “Arriba en la Montaña” se muestra la cara quizás más lo-fi del disco, con unas palmas que bien podrían convertirla en una bulería, quizás con una aceleración más, para acabar por romper en una lluvia psicodélica absolutamente disfrutable, mostrando en “Euforia” unas hechuras pop más ortodoxas, las más british de todo el minutaje, y reflexionando acerca de la vida en “Esperando al Sol”, una intensa y emotiva composición que seguro tendrá un momento muy concreto en sus presentaciones en directo, cerrando un espléndido debut con “Fundido a Negro”, un juego repleto de intención para decir adiós.
El debut de “Sarria” no solamente es uno de los mejores discos editados en lo que va de año, sino que da la sensación de traernos a la primera plana del rock nacional a un músico cargado de estilo y personalidad. Mucho me temo que Nacho nos ha abierto las puertas de su alma y corazón, mostrando unas referencias ancladas en el rock de los sesenta y setenta, sin dejar de lado ni el blues primigenio ni las influencias andaluzas, pero donde sobre todo se ve el buen hacer de un compositor e interprete que suena distinto, real y cuyo futuro solo puede ser esperanzador.