Por: Skar P.D.
Allá por el 2007 Shane Tutmarc decidió acabar con una emergente banda de Seattle llamada Dolour, aunque, para ser realistas, ya desde su primer disco era la denominación de origen de un proyecto en solitario. Su tiempo y esfuerzos los dedicó a otros proyectos más o menos familiares (Shane Tutmarc & The Traveling Mercies), a abrazar otros estilos que le resultaban cercanos, blues, gospel, a coqueteos con sonidos pregrabados (Solar Twin), y a mudarse de ciudad. De Seattle a Nashville.
Hasta que en el 2020 la pandemia modificó el sentido de la vida, el uso del tiempo, que hasta entonces casi era de libre disposición, y obligó, y está obligando, a muchos artistas a replantearse sus proyectos y adaptarlos a las nuevas circunstancias. En esa tesitura Shane Tutmarc decidió "volver a casa" y rebuscando entre sus discos duros rescató unas cuantas canciones, aún inconclusas, que permanecían en la recamara de los recuerdos y publicó "The Royal We", obteniendo una respuesta tan positiva que se hizo un hueco en esa red de resistencia global, amparada en los blogs y webs independientes, donde se refugian, en la actualidad, las canciones de pop luminoso, melodías fosforescentes y emparentadas con el power pop.
Dice Shane Tutmarc que no pensaba hacer otro disco inmediatamente después de "The Royal We" pero... "Con la pandemia en auge, y los encierros y la cuarentena, sin opciones de gira, las canciones seguían saliendo de mí, y es una de las principales cosas que me mantuvo cuerdo durante el verano y el otoño". Un caldo de cultivo perfecto para, amparado en la positividad que emana del concepto musical que representa Dolour, abrir las puertas y las ventanas para dejar que los rayos de luz, huidizos en estos tiempos oscuros, revitalicen energías y continúen la historia allí donde parece que se quedó por el 2007 más o menos.
"Televangelist", la canción que abre el disco homónimo fue el primer adelanto en diciembre del año pasado y parece como si el tiempo se hubiera detenido justo allí donde los tiempos eran felices y bailables y un aroma setentero y el swing a lo Gilbert O'Sullivan se hace más que evidente. La optimista "It Would Be A Delight" contiúa por el mismo sendero apuntado, por ese sendero que cualquier enamorado usaría para huir con la persona que amas: "Perdámonos cueste lo que cueste, lo haremos bien, sería un placer".
En "Summer Rain" la evocación de las lluvias livianas de las tardes de verano se reflejan en el ritmo grácil y optimista que arropa la canción, y suena tan evocadora que da pie para que los recuerdos de su ciudad de origen se hagan patentes: "Cuando estoy solo por la noche el sonido de la lluvia me lleva a Seattle y ni siquiera tengo que viajar". No hay atisbos de melancolía por otra parte.
Un sincero homenaje, eso es lo que es "The Day Tom Petty Died". Un homenaje sencillo y creíble y que plasma la sensación de orfandad que invadió, seguramente, a todos aquellos que se sintieron desamparados aquel día. Y como no podía ser de otra manera no hay atisbos de tristeza, más bien de agradecimiento: "La última vez que me drogué fue el día en que murió Tom Petty". Irresistible por otra parte el estribillo: "Eres un rompecorazones". Inevitablemente Tom Petty era y será siempre un Heartbreaker.
La incertidumbre de lo que puede suponer la vuelta de un amor por el que te sientes traicionado le da a "A Sight For Sore Eyes" cierta impronta desesperanzadora a la vez que resignada, de esas cosas que no te acabas de creer, y el medio tiempo del soft pop en que se asienta la melodía acrecienta la sensación.
Por las filas de Dolour han pasado en algún momento gente como Robin Pecknold (Fleet Foxes), y Shane Tutmarc tiene cierto currículo como productor (The Explorers Club) además de haber tocado como "pistolero a sueldo", según su propia definición, con mucha gente. "Desde que me mudé a Nashville ha sido mi principal fuente de ingresos". Y de eso va la saltarina "Baby You're A Faker", de conocer gente y sobre todo aquellos que están más preocupados por los aspectos lucrativos del negocio antes que por el origen de éste. "Y cuando tu castillo de naipes caiga verás lo delgado que es el hielo sobre el que patinas".
El largo periplo transcurrido desde su partida de Seattle hasta el momento actual es lo que describe la entrañable y cautivadora "The Scenic Route", y es que el impulso renovado que Shane Tutmarc ha adquirido con esta reencarnación, otra vez como Dolour, alberga una dosis de entusiasmo renovado y por momentos lleno de confianza en sus posibilidades. "Pick Up The Phone" rezuma vitalidad en cada una de sus notas, y son muchas, porque en todas y cada una de las de las canciones, y esta no iba a ser la excepción, la confianza que se nota en su concepción se traduce en unos arreglos luminosos por momentos. Y en "I'm Not Mad Anymore", que bebe de la americana más vaporosa y tranquila, lo vuelve a explicitar de un modo inequívoco, desde el mismo título de la canción, y muestra a un artista al que se le intuyen signos evidentes de madurez. Con la sabiduría que esto conlleva.
En un disco en el que es perceptible el estado emocional de su autor, que la última canción, "My Sweet Darlin'", sea una canción de buenas noches a su amada, no viene sino a corroborar la sensación de felicidad que parece destilar. Shane Tutmarc se ha casado durante el proceso de elaboración del disco con la cantante country Tanya Montana Coe, a la que también le ha producido algunos discos.
"Televangelist" ha sido escrito, producido, diseñado y mezclado en su totalidad por Shane Tutmarc, que además toca todos y cada uno de los instrumentos así como todas las voces. Un auténtico "hágalo Vd. mismo". La producción suena muy cuidada, con una nitidez exacta en cada uno de los sonidos reflejados y contiene un compendio de canciones no excesivamente alejadas del "sunshine pop", ya que las melodías suenan cercanas, luminosas y nada agresivas. El pop, salvo excepciones, no es agresivo, y desde luego este "Televangelist" no lo es. Las canciones suenan inspiradas y cariñosas pero también está llenas de energía y desde luego parecen reflejar la situación emocional de su autor, que parece estar atravesando una situación personal de absoluta estabilidad.
"Televangelist" no te va a alterar las neuronas porque tampoco lo pretende, su campo de acción va más enfocado a otro tipo de emociones, las que transmiten una colección de temas amables e inspirados que abordan temáticas personales pero con la capacidad suficiente como para sentirse identificado con ellas. Un disco de pop amable, inteligente y optimista. Un disco para paladares hartos de restricciones. Un disco de canciones.