El tan habitual recurso de etiquetar todo parecía haber llegado a su punto más álgido cuando, el que fuera, acuñó el término "Americana". Etiqueta donde las haya, donde encuentran cobijo casi todas las músicas que tienen alguna deuda, por liviana que sea, con el country. Antes de que dicho término se acuñara ya existía el concepto Post Punk. Unos cuantos años antes desde luego y con el paso del tiempo, quién lo iba a decir, hoy en día dicha etiqueta está colocada al nivel o casi de la otra citada, disputándole la supremacía en un supuesto ranking de etiquetas, de tal forma que si manejas ambos conceptos ya tienes resuelta casi cualquier opinión en el ámbito musical. A diferencia de la Americana, el Post Punk ha incorporado una visión millenial de la sociedad que inevitablemente ha ayudado a esta efervescencia revivalista en la que los británicos, fundamentalmente, parecen haberse atrincherado. Post Punk millenial y reivindicativo.
Charlie Drinkwater (voz), Alex Sprogis (guitarra), Nic Bueth (bajo, teclados) y Ed Kelland (batería) se conocían desde adolescentes, pero fue mucho más tarde, a finales del 2019, cuando decidieron montar una banda cuando ya eran adultos. Un único concierto antes de que el confinamiento paralizara cualquier actividad escénica no fue óbice para que utilizaran el parón sobrevenido y publicaran dos singles, "House of York" y "Runner Up", antes de dedicarse a alumbrar "Uppers", su primer larga duración, en principio bajo la tutela de un sello independiente, o sea pequeño y con poco presupuesto. Sin embargo, el disco no llegó a editarse a finales del 2020, y todo, ni más ni menos, porque el legendario sello Sub Pop se involucró en el proyecto, lo que derivó en cierto retraso a la hora de su publicación. Hasta el mes pasado, vaya.
La impactante "The Big Curve" abre el disco con una proclama definitiva: "Este podría ser el primer día del resto de tu vida". Una banda que se llama TV Priest no podría haber encontrado una mejor sentencia de apertura, así que cuando continúan con "pero estaba desconcertado por las imágenes de la pantalla", ponen definitivamente las cartas sobre la mesa. Esto es lo que somos, parecen decir, que no cantar, porque otra de las señas definitorias de este Post Punk millenial es que las melodías vocales tienden a desaparecer en favor de las palabras que cobran más empuje si se proclaman en lugar de entonarlas.
"Press Gang" habla de la desaparición de los medios impresos y de la desinformación imperante. Otra de las características de la forma de exponer este revivalismo es que te sitúan ante los efectos que están causando la adopción de realidades virtuales por encima de las del contacto físico puro y duro. El descaro y la bravuconería de las guitarras la dotan del aire opresivo necesario para sentirte identificado y señalado: "Es mejor que estés mal informado". Mejor vivir sin enterarte, así no piensas.
El "motorik", es decir, la reiteración en los ritmos mecánicos y repetitivos, dotan a "Leg Room" de un cierto y engañoso aire funk desde el punto de vista narcisista que todo buen funk lleva aparejado, pero es engañoso porque el desarrollo a partir de la irrupción de las guitarras es, aquí si, deudor de conceptos punk pretéritos.
Que una canción como "Journal of a Plague Year" comience con el anuncio de "Malas noticias" entraría dentro de lo previsible dado el contexto social actual, pero en realidad está inspirada por el relato homónimo de Daniel Defoe de 1772 sobre la peste bubónica en Londres. Otra de las características actuales del revival del post punk es que denuncian situaciones actuales pero que tampoco son nuevas en absoluto, tan solo encuentran el caldo de cultivo en la liquidez de la memoria. "Journal of a Plague Year" fue escrito antes de nuestra pandemia actual y no por ello los tenebrosos acordes iniciales pierden su significado. Por momentos las letanías de Drinkwater recuerdan a las de otro predicador de apellido Morrison, pero en vez de declarar el final, te abren una puerta de escape: "Es mejor que te salves a ti mismo".
"History Week" es un respiro de remembranzas inspiradas en el Krautrock y que no necesitan letra para impulsar las emociones. No es el único tema instrumental, la industrial "The Ref" añadirá otro momento de disrupción más adelante. Que el post punk expande el ideario del Krautrock es bien sabido.
Dominados por un mundo mediático lleno de pixeles y absolutamente adocenados por la pseudoverdad de los titulares de los informativos ponemos en valor la estulticia e incluso, la aplaudimos. De eso va "Decoration", de la importancia de lo absurdo. "Nunca he visto a un perro hacer lo que hace ese perro". Y los "shares" disparados. Casi da cosa decir que The Fall y Killing Joke estarían encantados de hacer los coros "es solo d-d-d-d decoración".
Es irónico que en "SlideShow", donde se hace patente los influjos de la generación anterior, léase Editors, y que pasa por ser el corte donde Drinkwater se aproxima a lo que sería una melodía convencional, es decir a cantar, el estribillo nos repita una y otra vez "todo lo que puedo hacer es hablar". Todo para hablar de la alienación que es una cosa también muy Post Punk. "Dios mío nunca tuve un pensamiento original". "En Fathers and Sons" el espíritu de LCD Soundsystem se hace patente más allá del tempo que marca el bombo y de que la pregunta recurrente de "cómo te sientes amigo” actúe como recordatorio del "All Of My Friends" de los neoyorkinos.
La pérdida de ciertos valores tiene fiel reflejo en la apenas disimulada oración por la que nos conduce la oscura y desgarrada "Powers Of Ten". "Solo soy un sacerdote en busca de un Dios". ¿No era justo al revés todo lo que nos habían enseñado? Y el ruido silencioso del final actúa como descompresor vital de la plegaria. De nuevo la influencia de una banda ya casi perdida en el tiempo como Editors se hace patente en "The Island", que es otro grito, otro más, de denuncia a una situación que viven en el Reino Unido y que, con apariencia de democracia, pero basada en las mentiras y en el control de las masas por los medios, ha oscurecido de manera preocupante el futuro de las nuevas generaciones de británicos. El Brexit y el Post Punk no se llevan bien.
Los siete minutos de duración de "Saintless" para cerrar el disco nos muestran a unos TV Priest más cercanos e introvertidos hablando de problemas más personales que sociales. Compuesta a partir de la reciente paternidad de Drinkwater y de los problemas de embarazo de su mujer, deja abierta la puerta a un futuro más esperanzador, pero no por ello menos incierto, la incertidumbre de no saber qué es lo correcto. Pero es una canción lo suficientemente personal como para actuar como bálsamo al estrés psicológico actual: "Toma todo el amor, pero no te olvides de repartirlo". Beatles, y que se me perdone la comparación, acabaron de forma parecida. ¿Eran post punks The Beatles? No me extrañaría.
"Uppers" es un disco de debut prometedor, no revoluciona, pero suma en esta última neorevitalización del post punk, más comprometido socialmente, y que manejan un discurso de denuncia y contradicciones. Un discurso que suena creíble mejor hablado, casi sin cantarlo. TV Priest manejan con soltura este discurso y resultan eficaces en los momentos más intensos. La producción, de sensaciones lo-fi, no juega a favor en un primer momento y en ocasiones cuesta adaptarse a unas percusiones un tanto ahogadas, un tanto crudas. Las escuchas juegan a su favor. Y a favor de las canciones que se hacen nítidas y con los suficientes alicientes como para introducirse en ellas, aunque es verdad que estas sensaciones puede que tengan un par o tres de excepciones que le dan una cierta irregularidad y cierta obviedad. Pero es un disco de debut, un disco prometedor ejecutado por una banda con la suficiente intensidad como para ubicarles un lugar en esta escena ya bastante consolidada del post punk, o sea desde IDLES a The Murder Capital o desde Fontaines DC a Sleaford Mods. TV Priest tienen a favor la visión millenial del desastre desde el punto de actores participantes. Ya tenían todos sus trabajos, ¿quién les manda crear una banda? Lo mejor, los atisbos de credibilidad que acompañan a su mensaje, "ni siquiera sabes lo que significa la mitad"; la cercanía -incluso física- que transmiten y los momentos en que te aceleran el pulso.