Por: Kepa Arbizu
Hacer parada y fonda en este Hotel Nebraska es siempre sinónimo de estar atendido con la mejor música, una que nace de los escenarios americanos pero que adopta una presentación insuflada de melodía y energía. Máximas que no cambian, aunque sí que toman su propia personalidad, en su nuevo álbum, "Confortable decadencia". Un título que no esquiva la reflexión del paso del tiempo ni la inestabilidad con que se manejan nuestros días en la actualidad.
Comandados como siempre por la pareja Gonzalo Anaya y Guillermo Llopis, este nuevo álbum sigue haciendo de las guitarras y la interpretación la chispa que enciende un terreno abonado con la mejor tradición norteamericana y el no menos granado acento local. Es el segundo de ellos, Guillermo, el encargado de abrirnos las puertas de su hospedaje y dejarnos entrar hasta las entrañas de su muy lúcido nuevo repertorio.
Sois un grupo que tiende a espaciar la publicación de sus trabajos, de hecho han pasado casi cuatro años desde vuestro anterior disco largo, “La nostalgia”, ¿os gusta tomaros vuestro tiempo y trabajar de forma detallista cada disco o esos tiempos son consecuencia de circunstancias ajenas a la música?
Guillermo Llopis: Realmente para “Confortable decadencia” nos hemos tomado nuestro tiempo bajo el lema “sin prisas”. Tras la publicación de “La Nostalgia” a finales de 2017, no sabíamos qué tipo de trabajo queríamos ofrecer. Lo que sí teníamos claro es que queríamos hacer nuevas canciones, como siempre. Pero tampoco nos entusiasmaba la idea de agrupar un número de temas porque sí para sacar un nuevo disco. Durante el trayecto publicamos en 2018 la canción “Mítico Valencia”, un tema a modo de himno para lo que fue el centenario del Valencia CF, por lo que tampoco estuvimos totalmente inactivos.
Posteriormente conseguimos cuatro canciones que formaron el embrión de lo que sería este nuevo disco. Las canciones eran “Horas Contadas”, “Ratos Muertos”, “Temperaturas en Aumento” y la propia “Confortable Decadencia”, que era una vieja canción desechada en su día, con unos arreglos muy diferentes y una melodía de oscura atmósfera que no tienen nada que ver con el resultado final. Esto lo consideramos un punto de partida ya que teníamos cuatro buenas melodías, con arreglos aparentemente sencillos y vitalistas y todas ellas con una duración de poco más de tres minutos. Fue entonces cuando se consolidó la idea de hacer un disco de canciones cortas, melodías atractivas, sin entrar en terrenos políticamente incorrectos ni en estructuras complejas ni demasiados instrumentos.
Lo que sí que te puedo asegurar es que en este proceso desechamos muchas canciones porque pensábamos que no pasaban el corte. Finalmente obtuvimos diez temas, a nuestro juicio muy bonitos, que en conjunto tenían sentido.
Todo se demoró también por la pandemia. Pero no son cuatro años de inactividad, ¡en realidad es el tiempo que pasa muy rápido!
L deriva estilística del disco, por lo tanto, nació de forma espontánea, nada premeditado...
Guillermo Llopis: En este caso, como he mencionado anteriormente, la decisión vino sola al encontrarnos con esos cuatro temas recién hechos que tenían similitudes de tempo, atmósfera, tratamiento e intención. Una vez tomada la decisión de hacer un disco fresco, corto, dinámico, divertido y atractivo…, solo faltaba escribir seis temas en esa línea. Cosa que no fue fácil. Varias canciones quedaron en el camino. De hecho, recuerdo que teníamos nueve temas ya y nos faltaba uno para alcanzar la cifra redonda de diez…, ¡pero no nos salía! Buscábamos una que nos pudiera satisfacer especialmente. Finalmente dimos con una melodía muy “nuestra” por así decirlo y se llamó “La canción que me salvó la vida” (risas), escrita ya al final de la pandemia de 2020. La pusimos la segunda en el orden del disco, tras la que da título al álbum.
Guillermo Llopis: Casi siempre nuestro método ha sido el mismo: primero música, luego letra. En toda nuestra discografía hay pocos casos que la idea venga de un riff o un groove conseguido mientras ensayamos. Como mucho diez entre las sesenta canciones que debemos de tener publicadas. En ocasiones aprovechamos ideas lanzadas conjuntamente, pero las canciones sobre las que nos centramos a trabajar suelen ya venir con la letra o incluso con la estructura ya resuelta. Si nos seduce, seguimos. Si no, fuera. Tenemos bastante material (no necesariamente terminado) desechado. Y alguna de esas canciones o bocetos están bastante bien, pero no hemos encontrado el momento de publicarlo generalmente porque no cuaja en el contexto o porque no cabía.
A pesar de que vuestra música, y especialmente este disco, suena directo y pegadizo también delata vuestro gusto por los detalles en la instrumentación/producción, ¿dirías que es otro elemento esencial en la definición del estilo de Hotel Nebraska?
Guillermo Llopis: En nuestra opinión que unos arreglos suenen sencillos no tienen por qué ser sencillos, por lo menos a la hora de escribirlos o componerlos. Efectivamente, en este disco hay muchos menos instrumentos que en otros anteriores, lo que puede dar a entender que haya menos labor de producción. Esto para nada es así. Las canciones son “aparentemente” sencillas. Pero es el tratamiento aplicado el que hace que suene así.
Es cierto que nos gustan los detalles en la producción / instrumentación, como bien dices. La riqueza en matices.Otra cosa muy diferente es pensar que porque un disco esté equilibrado y sopesado nos convierta en virtuosos instrumentistas. Nada más lejos de la realidad (risas).
“Confortable decadencia” es un disco que en sus textos parece destilar un reiterada reflexión sobre el paso del tiempo, sobre cómo encajar o adaptarse a él, ¿era una idea global que os ha rondado a la hora de componer el disco?
Guillermo Llopis: He de decirte que al menos cuatro o cinco canciones del disco surgieron durante el confinamiento. Ahí se puede entrever el tono de los textos: “La Máquina” (soledad), “La canción que me salvó la vida” (desesperación), “Droga Dura” (que cada uno interprete como quiera…), “Vivir es un estado mental” (en la que el que el protagonista habla de su vida en tiempo pasado…). Por otra parte, supongo que también atravesamos esa etapa de reflexión sobre el paso del tiempo que tú mencionas, al fin y al cabo, ya hemos pasado la frontera de los 40.
Guillermo Llopis: ¡Es toda una declaración de intenciones! Hemos pasado por mucho ya, pese a nuestra juventud (risas).
Y en ese sentido es inevitable preguntarse si esa reflexión está relacionada con los tiempos de pandemia que nos está tocando soportar o si se trata de una consideración mas universal y no tan ligada a este tiempo concreto...
Guillermo Llopis: Ambas cosas. Digamos que la pandemia acentuó más si cabe esa consideración más universal.
Se podría decir que el grupo como tal lo formáis Guillermo Llopis y Gonzalo Anaya, pero a pesar de ello soléis contar con un equipo de trabajo habitual, ¿hasta qué punto son todos ellos piezas claves en el sonido definitivo de la banda?
Guillermo Llopis: Esa respuesta es un tanto peliaguda. Te voy a explicar por qué.Somos muy nuestros a la hora de arreglar y producir canciones. Nos da un poco de “nosequé” a la hora de entregar el mando a terceros. Y sin duda es un error nuestro que nos hace más torpes e ingenuos. Los discos los llevamos al estudio generalmente ya producidos. En nuestro "home studio" seleccionamos las canciones, el tempo, el tono, la estructura, la duración, las intros, los finales, los breaks, los arreglos…, y lo solemos grabar todo allí excepto las voces y la batería acústica. Luego vamos al estudio profesional y reamplificamos las señales y grabamos lo que falta. Pero está ya todo muy montado.
En este disco esto ha cambiado un poco. Por ejemplo, las canciones “Pasa” y “La Máquina” se las dimos prácticamente desnudas sin arreglos a Juancho Plaza (Las Máquinas) que además de ser un viejo amigo (y una especie de hermano mayor), es un excelente guitarrista y todavía mejor arreglista. El resultado ha sido más que satisfactorio. También en este disco, Paco Morillas, a los mandos del sonido, ha tenido un poco más de manga ancha a la hora de sugerencias e ideas. Incluso ha cantado y ha tocado la guitarra y el slide. Él siempre nos dice que le apetece producirnos un disco por completo desde el inicio.
Con Edu Olmedo nunca hay el menor tipo de problema. Como es un profesional además de un caballero siempre nos miente y nos dice que las baterías que habíamos diseñado inicialmente son las que le van a la canción. Edu toca y siempre acaba rápido, limpio y solvente. En el caso de Quique Bifiter a la guitarra es diferente, porque al haber compartido banda durante tantos años, digamos que trabajamos de una manera más íntima, por instinto y menos planificada.
Como siempre que Hotel Nebraska finaliza un disco, ya está pensando en el siguiente trabajo. Aún está por definir, pero tenemos la idea de entregarle toda la producción a Paco Morillas y la mayoría de los arreglos a Juancho Plaza. Estamos pensando en un EP. Algo corto. Para disfrutarlo, con un compromiso relativo. A ver qué sucede…, de todo puede pasar.
En el anterior disco aparecía un tema titulado “El disco que me cambió la vida”, ahora en el actual nos encontramos con “La canción que me salvó la vida”, ¿consideráis verdaderamente que la música puede salvar la vida o cambiar la manera de afrontarla?
Guillermo Llopis: Por supuesto. Conozco mucha gente, en especial músicos, que su vida cambió al escuchar un disco, una canción o un intérprete. Lo oyes, te fascina, y lo deseas hacer tú también. Creo que les pasa a todos los músicos del mundo. Yo por lo menos a todos los que conozco, les ha pasado. Imagino que en el resto de expresiones artísticas será igual. Nada es porque sí.
Y hablando de eso, ¿hay algún disco y/o canción que sintáis que os ha cambiado/salvado la vida y en qué sentido?
Guillermo Llopis: Por supuesto. Te doy un par de ejemplos: la primera canción que tarareé yo en mi vida fue “Band on the run” de McCartney, de 1973. Yo nací un año después. Me lo dijeron mis padres. De hecho, ése es el disco de “El disco que me cambió la vida”, lo pone en los créditos. Ese disco y su inconfundible sonido me acompañará toda la vida como algo muy especial. Todavía cuando lo escucho siento algo diferente.
Otro: la primera vez que escuché a Springsteen con auriculares cerrados y en un reproductor de CD, un Toshiba portátil, de los primeros que llegaron a España en los 80. Aquella sensación fue antológica. Yo no sabía que se podía derrochar y transmitir tanta energía a través del tiempo y la distancia. Creo que en ese momento decidí aprender a tocar la guitarra. Tendría 11 o 12 años.
¿Llega uno a preguntarse en algún momento si la música que hace habrá logrado tener ese poder de cambio o de salvación en ciertas personas?
Guillermo Llopis: Sin parecer presuntuosos, nos haría sentir muy orgullosos si alguna canción de Hotel Nebraska pesara en la mente de algunas personas y les conmoviera. De hecho, algún caso ha habido. Lo que no sé es si mentían (risas).
Aunque en el disco sobresalga una faceta más intimista o personal, “Temperaturas en aumento” es una canción muy directa sobre las consecuencias del trato pésimo que le damos al medio ambiente….
Guillermo Llopis: Sí, así es. Es un tema que nunca habíamos abordado.Y había otra en esa línea, pero se quedó fuera. Se llama “La revolución de los animales” o “Revolución animal” o algo así. Y habla de como los animales empezaron a reconquistar el planeta cuando los hombres se retiraron a sus hogares. Cetáceos en los puertos deportivos, loros en los parques urbanos, jabalíes por la ciudad, la Albufera de Valencia plagada de flamingos rosados… Todo de un romanticismo abrumador. Un verso decía: “En tan solo un segundo, la Tierra tembló. Cuando los animales armaron su revolución”. Quizá algún día la repesquemos. No era una mala canción.
En un tiempo como el actual, y me refiero al tema de la pandemia de nuevo, donde el desánimo se ha impuesto en mucha parte de la población, ¿qué papel crees que juega la música? ¿solo entretener y evadir o también mirar a su alrededor y reflexionar?
Guillermo Llopis: Creemos que toda forma de expresión artística no únicamente debe constituir parte del mundo exclusivamente del entretenimiento. Existen canciones, películas, novelas, pinturas..., etc que, en su capacidad de hacer reflexionar, se han convertido en históricas. Y, para finalizar, como he mencionado antes, por supuesto que un disco puede cambiarte la vida, o una canción salvártela.