Por: Oky Aguirre
Pocas veces se asiste a acontecimientos que perdurarán en la historia. Cuando pasan, eres consciente de su trascendencia, pero no en el momento en el que te pasan. Podrías haber estado presente en Woodstock o ver aquella canasta de Jordan a altas hora de la madrugada, dejando instauradas en tu mente imágenes imposibles de inocular. Es lo que te va a pasar cuando veas “Small Axe: Lovers Rock”, la segunda película de las cinco que Steve McQueen (nada que ver con el gran actor blanco de "Bullit" ni "La Gran Evasión") ha dedicado a toda su comunidad, la negra, concretamente a los llegados a Londres en los 70-80 desde el Caribe, en una época de disturbios raciales tan permisivos como sonrojantes.
En El Giradiscos no estamos para arreglar entuertos raciales ni hacer disquisiciones políticas. Aquí estamos para hablar de música y es lo que vamos a hacer. El aconsejar el visionado es otra historia. Lo fascinante es que una cosa nunca podría ir desligada de la otra. Y esa es la parte en la que McQueen ha entrado de lleno en la historia, creando un potente relato audiovisual, a partir de una Sound-System jamaicana, que sin sus canciones no tendría razón de ser, porque en realidad es una larguísima canción creada a partir de canciones. Hay que advertir que si eres de esos que opinan que el reggae es “siempre lo mismo”, puede que esta no sea tu película; o quizás sí. Todo depende de si aguantas el ritmo lento y pausado de la cámara de McQueen, que adapta con imágenes y de una forma nunca vista en televisión la dulzura, candidez y pasión que tenían aquellas canciones reggae denominadas Lovers Rock, un género nacido dentro del mismo latido jamaicano, pero fuera de mensajes políticos o rastafarianos: tan sólo canciones de amor; para bailar entre futuros amantes y olvidar el día que vendrá. Pocas veces se ha hecho un homenaje a las canciones tan sutil y cargado de emociones como esta obra maestra de la era de internet, donde desde el sofá de tu casa puedes ser testigo de algo trascendente, con ganas de nunca irte de esta maravillosa y auténtica fiesta celebración del Black Power.
"Small Axe" es el título de una canción de los Wailers (“If you are the big tree; we are the small axe) en la que Marley no se anda con tonterías con sus mensajes contundentes hacia el poder del hombre blanco. En "Lovers Rock" toda esa furia contenida a lo largo de 400 años se resume en el falsete de la canción que mejor representa este estilo jamaicano alejado de los rude boys, heredado del doo woop americano tanto de negros como de blancos (Bob Marley hizo dos versiones de Dion & The Belmonts inolvidables), cuyas armonías vocales llegaron a playas caribeñas, fundiéndose entre mentos, calypsos, souls y skas, para confluir en este estilo que tuvo en “Silly Games” de Janet Kay su mayor exponente, y que en la película de McQueen adquiere momentos difíciles de explicar y olvidar, en diez sudorosos minutos que ya forman parte de la historia de la televisión.
No toda esta joya cinematográfica se mueve al ritmo de canciones para amantes, puesto que estas fiestas iban por barrios y bien podría haberse tratado de jazz o blues, pero el responsable de traer a nuestros días la esclavitud (no hace falta recordar la maravillosa "12 años de esclavitud") ha dedicado al reggae uno de sus más bellos mensajes de amor con canciones como “Darling Oh” de Errol Dunkley, “After Tonight” de Junior English, “Turn out the light” de Michael Gordon & The Investigators o el mítico “Mr. Brown” de Gregory Isaacs.
En esta fiesta organizada por Mercury Rev Sound System somos testigos del ir y venir de discos entre manos de un DJ tocado por los dioses, espaciando cada momento según el ánimo de los participantes y dando también lugar al bailoteo desenfrenado y sensual, que se te quedará grabado para siempre cuando veas presentarse en la pista a dos de las exquisitas protagonistas retándose en duelo de baile al ritmo de “Kung Fu Fighting” de Carl Douglas.
El sonido de una sirena te hará levantarte del sofá para mover el culito sin motivo aparente -jamás los blancos llegaremos a mover las caderas como los negros, por mucho que lo intentemos- con el temazo sonido Philadelphia “He´s a Great Dancer” de las Sister Sledge, demostrando lo poco que ha evolucionado la disco music y el funky (gracias a Dios) aún plagado de éxitos bajo la denominación de origen que ya tiene el riff de CHIC, con medio siglo de antigüedad.
Y ya para rematar, lo que nunca podría faltar en una sound system: el Dub. Ese momento de trascendencia musical que en el reggae te lleva a lo más alto, cuando los latidos de tu corazón forman parte de la sección rítmica y que sirve a Samson, el maravilloso DJ, para guiarnos con sus sermones rastafarianos. La selección dub es tremenda: “Robin Hood” de Cry Tuff & The Originals mientras colocan bafles y conectan cables con la misma satisfacción que si estuvieran follando. "More Warning", de Augustus Pablo & The Aggrovators mantiene hechizado a todo el personal en la pista con este tema versionado mil veces a partir del glorioso “riddim” (ritmo en jamaicano) "Queen of Ministrel" de Cornell Campbell & the Eternals, con tres glorias jamaicanas como King Tubby, Bunny Lee y Augustus Pablo.
La fiesta termina con “Kunta Kinte Dub” de The Revolutionaries, que al son de sus bongos africanos manda a todos estos pobres negros desgraciados pero orgullosos de su color a sus miserables vidas comandadas por blancos, que por cierto (atención spoiler) aparecen tan solo en dos ocasiones, las dos únicas veces en que se te revolverá el estómago en esta delicia audiovisual que aún nos deja con la última canción que escuchan estos dos amantes y que no podía ser otra que “Dreadlocks in Moonlight” de Su Majestad Lee Perry.
La última sorpresa viene en los créditos finales, donde el cabrón de McQueen nos da en todo lo alto de nuestros sentimientos mientras escuchamos “Have a Little Faith” de Nicky Thomas, uno de los temas con temática religiosa más deliciosos de la historia, que suena justo después de que Martha, recién llegada a casa enamorada, sudada y apestando a marihuana, no tenga más tiempo que para vestirse e ir a misa. Y tan contenta.