Que se cuelen en el arte sentimientos o experiencias de la vida del propio artista suele ser algo positivo, un valor añadido si es que está llevado a cabo con honestidad. Esto también demuestra coraje y falta de complejos a la hora de desnudarse de ese modo, porque para muchos las letras son tan importantes en una canción como la propia música. La cantautora Juana Everett (madrileña afincada desde hace pocos años en Los Angeles) confiesa que cuando decidió partir hacia la costa oeste, en cierto modo huía de una relación tóxica y a la vez buscaba encontrarse a sí misma. El primer single del álbum, “Fake Love” (aparecido a finales del 2019), encaraba aquella nociva relación con fuerzas renovadas, sirviendo además de detonador para el resto del disco, que finalmente trataría temas como el aislamiento, la inspiración o los nuevos comienzos.
“Move On” iba a publicarse durante la primera mitad del pasado 2020 pero con la omnipresente pandemia todo el proceso de la publicación del disco se ha retrasado más o menos un año. Por eso Everett ha lanzado un single cada cierto tiempo, para mantener la atención activa y hacernos desear más. Y lo ha logrado de pleno. Durante todo este tiempo se han podido degustar seis de las nueve canciones, y es ahora cuando se descubre todo el pastel. Sus canciones de folk cobran una nueva forma con la banda al completo para mostrarse como una interesante colección de pop-rock alternativo. A lo largo de estos treinta minutos resuenan ecos de los años noventa, pudiendo evocar nombres como The Cranberries, Lucinda Williams o (llegando al presente) Lydia Loveless. Aunque, como todo el mundo, tenga influencias, la guitarrista y cantante anda sobrada de visión propia, y ya desde la inicial “Drifter Of Love” logra hechizarnos a través de su sensibilidad melódica. También sirve de clara carta de presentación para abordar los temas que se van a tratar, ya que nos cuenta su historia desde el principio y sin tapujos.
Todo se llena de grandes armonías vocales en temas como “Free As A Bird”, “Silver Planes” o en la preciosa “Until The Sky Ain´t Blue”, la que destila mayor positividad y luz de todo el lote.
La delicada “Light Up A Candle” también va hacia la luz pero viene de una de las oscuridades más intransferibles que existen, la depresión. Aún así en cada esquina de la canción se encuentran brillos de esperanza. “Wind Whistle Blow” es de lo más rítmico y rockero del álbum, con un solo del productor Bart Davenport que por momentos suena pretendidamente fuera de nota. La balada que sabe a despedida “I Won´t See You Anymore” precede a otra gran balada, una en la que su protagonista le quita hierro a las penas de la vida para poder seguir adelante. Se titula “Little Tragedies” y es de lo más destacado de este nuevo “Move On”, con una melodía cautivadora e idónea para cerrar.
En enero del pasado 2020 tuve el honor de buscarle un concierto a Juana en Bilbao. Venía haciendo una mini gira española para presentar estas canciones antes de publicarlas. Fue en el Restaurante Coppola y en un ambiente cercano. Desde aquel momento lo tuve claro, este nuevo álbum iba a ser muy bueno. Porque ya se sabe lo que se suele decir y que en este caso es totalmente cierto: si una canción suena bien con la única ayuda de una guitarra es que ahí hay talento. Y fue exactamente lo que sucedió al tratarse de una gira en solitario. Aún así me parece que la producción, el trabajo de la banda y los arreglos han encajado muy bien, pero me alegro de haber descubierto estas nueve canciones de esa forma directa, cálida e íntima, porque esto viene a corroborar lo que ya suponía, que lo de Juana Everett no es casual ni pasajero, ella vive la música y nos la traspasa al resto.