“Siempre he considerado a Asfalto mascarón de proa”
Por: Javier González
Hablar de Asfalto y de Julio Castejón es hacerlo de dos nombres propios de la historia de nuestro rock. De su extensa trayectoria siempre cabe destacar unos cuantos himnos atemporales y un espíritu rebelde a prueba de bombas que hacen de la formación una de las más longevas de nuestra música.
Con motivo del arranque de una gira conmemorativa de sus cincuenta años de trayectoria, que tendrá su arranque en el marco del festival Inverfest el próximo Sábado 6 de Febrero en el Teatro Circo Price, nos pusimos en contacto con Julio Castejón para hablar del pasado y presente de una banda a la que aún parece quedarle un esperanzador futuro por delante.
¿Qué tal va todo, Julio?
Julio: Estoy muy bien. Sostenerme con cierto buen estado de salud y energía es importante porque ya voy teniendo unos años.
Si de algo sabe Asfalto es de supervivencia y de amar la libertad, algo bastante caro en estos tiempos.
Julio: Cuando uno tiene una carrera tan larga se pregunta si es perseverante u obstinado. A veces al perseverante se le valora porque insiste, pero en determinadas circunstancias insistir es ser obstinado. Este no es un país de rock, aquí el género no se valora apenas. De hecho, la mayoría de disciplinas artísticas tienen limitaciones de todo tipo. Nosotros nos empeñamos en continuar haciendo discos y conciertos, encontramos que hay algún público que nos sigue, que se emociona con lo que hacemos y también lo disfrutamos. En realidad, en lo económico Asfalto ha muerto de inanición y si se ha levantado es porque soy un cabezota. Si alguien dedica horas y horas a algo, pero ni con eso no es capaz de ganarse la vida, termina buscándose otras alternativas a las que dedicarse. Te puedes sumir en una melancolía como tantos otros músicos increíbles que he conocido que han terminado olvidando el instrumento con gran sufrimiento. Aquí la antigüedad resta. Hay gente que me pregunta, “¿todavía sigues?” como diciendo que no tienes edad para hacer rock and roll. Les contesto de una manera muy bruta: Les digo que si creen que a partir de los sesenta Picasso debió dejar de pintar. Yo sigo aquí a mis setenta.
Casi cincuenta años de trayectoria, se dice pronto…
Julio: Casi da miedo decirlo. La gente piensa que nos debimos de haber apeado mucho antes. Con todo el respeto del mundo creo que la gente cree que tiene más valor cualquier músico emergente que aparece de la noche a la mañana que tu último disco, cuando muchas veces tú eres más moderno. Asfalto siempre ha sido una banda de su tiempo, algo que se demuestra en nuestro último disco, “Crónicas de un Tiempo Raro”, que habla de este momento. Nos preguntamos acerca del sentido de la democracia, cuando con nuestros votos ponemos a los tontos en el poder. Siempre hemos practicado el sentido crítico en donde hemos ido.
¿A qué responde esa forma de mantenerse erguidos?
Julio: Todo viene porque forma parte de mi carácter, para mí lo importante no es el dinero, nunca lo fue. Cuando un amigo y yo estábamos juntos, si se caía una moneda siempre le decía que sería suya. No siento afecto por la riqueza monetaria. Ahora cuando tienes hijos y familia, ves que vivir tiene un coste, algo que sufres si no lo tienes. He conocido un montón de gente que ha pasado por tener que vivir esa angustia y sufrimiento. Hay que tener dinero para pagar tus facturas, las que no puedes evitar.
¿Qué recuerdos tienes de aquellos años de rock casi en clandestinidad durante la dictadura?
Julio: Nosotros teníamos un sueño que era parecernos a los países que admiramos donde había democracia y libertad. Recuerdo que meses antes de debutar con Asfalto nos fuimos a Francia mi buen amigo Enrique Cajide y yo a empaparnos de libertad. Nos sorprendía que chicos y chicas se besaran en público ya que aquí no se podía. Queríamos eso para nuestro país. Admiramos lo que se hacía fuera de nuestras fronteras. Aquí se cantaba “Un Rayo de Sol”, pero me gustaban Led Zeppelin y Deep Purple, bandas con propuestas distintas. Era nuestro sueño. Estábamos en el underground y continuamos en él. Sal a la calle a ver si alguien sabe alguna canción de Asfalto, de cada cien noventa te dirá que no. Sin embargo, conocen a Pink Floyd. No veo gran diferencia entre ambas bandas, salvo en los medios. En más, hablaba con John Helliwell, el saxofonista de Supertramp, y le contaba que la historia de ambas bandas es similar, pero ellos tenían la suerte de tener alguien que puso pasta en un momento concreto. Yo creo que musicalmente eran muy buenos, sus giras eran perpetuas y permanentes. Quizás nuestras letras fueran mejores por ser más poéticas. Nosotros 1977 marcamos un récord con 133 conciertos en un año, algo que se dice pronto. Era el año del cambio, la llegada de la democracia. Había gente que quería otra música, ahí fue donde se encontraron con nosotros. Sin embargo, en aquellos tiempos descubrían a otras bandas como Pink Floyd, pero con ellos se quedaron y con nosotros no.
Aquellos fueron los años de la creación de infraestructuras.
Julio: Nos tocó vivir el tiempo que vivimos, propusimos una idea sin canales para fluir. Incluso nos tuvimos que inventar nuestro primer equipo de luces, lo hice yo en casa. Creo que fuimos el tercer grupo con mesa de mezclas: Los Canarios, Miguel Ríos y nosotros. Éramos pioneros en muchas cosas. Alguien lo tenía que hacer, fuimos nosotros.
¿Qué opinión te merecen las plataformas de streaming?
Julio: La gente se sorprendería al ver el dinero que se lleva Asfalto al mes del streaming, es algo ridículo. Es tremendo. Esto ha cambiado y va a ser complicado de cambiar. No hay voluntad de regularlo, hay poderes facticos que no quieren que cambie el sistema. No hay herramientas para comprobar las escuchas que te asignan. Una compañía te podía engañar, pero podías mirar la contabilidad. Aquí es imposible. Es complicado y complejo de controlar. Hay intereses en que la norma no se modifique. Las editoriales de música están en manos de tres corporaciones muy grandes.
¿Existía alguna alternativa a las plataformas de escucha musical?
Julio: No te quedaba otra, te quedaba el ostracismo. Hubo un momento en que el repertorio de The Beatles no estaba en streaming, pero son ellos. Si yo pongo pegas, me voy fuera. Si estás fuera de lo que manda sobre otros soportes en decadencia, no tendrías posibilidad alguna. Antes tenías un número de copias para vender, ahora estás frente a un número que te dicen ellos. Y te dans un 0,0001 euros por cada toque que ha tenido usted. El repertorio de Asfalto genera muy poco, no podemos hacer nada al respecto, es la realidad que tenemos. Empiezo a pensar que a quien le toca luchar es a otra generación. Nosotros éramos una generación más medrante y rebelde, no quiero generalizar, pero hoy en día es más importante tomar una cerveza que salir a manifestarte, y a veces cuando salen pierden la razón rompiendo farolas, parece que salen a divertirse. Hay una revolución fundamental de cada individuo que radica en el derecho a decir no. A mí que no me vendan aquello que no quiera comprar. No quiero comprar no compro. Y si no compro tú no existes.
Un día hablaba con Víctor Abundancia de Los Coyotes y me decía algo similar, pero más relacionado con la necesidad de no comprar todo el pack que pretenden vendernos con una ideología.
Julio: Dudo del pensamiento argumentado y colectivo, tengo dudas hasta de mis propios conceptos, ya que todos vivimos en una contradicción. Estoy en contra de Amazon, pero cómo mola decir que traen las cosas a casa. No todo el mundo compra las cosas más caras al vecino, reconozco que yo a veces lo hago, aunque me suponga más coste. Con estas contradicciones que tiene uno como no las va a haber en el pensamiento colectivo. No podría pertenecer a un partido, hay muchas ideas que comulgan conmigo de algunos de ellos. Estoy de acuerdo con el pensamiento de izquierdas que dice que hay cosas que deben estar controladas por el conjunto de la sociedad: la enseñanza, la sanidad y los suministros básicos. Pero también creo en la iniciativa libre de cada uno a la hora de proponer ideas y luchar por lo que cree. Estoy muy lejos de las ortodoxias.
Tú tienes una relación muy personal con ciertas salas primigenias del extrarradio madrileño, a las que humildemente creo que habría que dedicarles algún libro.
Julio: Se han escrito bastantes libros al respecto, lo que ocurre es que los libros tienen sentido cuando alguien quiere leer. Hay temas que van dejando de interesar. No hay gran interés a la hora de hablar del desarrollo de la música popular en los años sesenta y setenta en este país. Lo tenemos aquellos que lo vivimos, la gente joven bastante menos. Creo que hay un parte de la historia que da igual olvidarla. Es lo que pienso. Quizás sea por eso. Si alguien quisiera escribir un libro conociendo la opinión de quienes vivimos aquello, solo tiene que llamarme. Sin más.
Debutaste en lo que era conocido como “El Baile del Pichi”, en Mejorada del Campo, y más tarde tocaste en una discoteca mítica de la misma localidad, “Queen Elizabeth”, donde era habitual ver a Ñu, Leño y Barón Rojo. Personalmente me parece una historia muy interesante.
Julio: Yo te considero a ti un rara avis en la sociedad actual. Es increíble que tengas interés en esas cosas. Hoy en día el negocio editorial está muy mal. La memoria de cómo evolucionó este país depende de los que tenemos memoria viva. Dentro de unos años no estaremos y no lo podremos contar. Yo lo que he contado lo he contado en “Ahora que me acuerdo”. Ahora reviso parte de aquello en otro libro que se llama “Llegado hasta aquí”, en el que vuelvo a dar mi visión de cómo fui acuñando mi propio criterio a través del hecho de vivir, de rodearme de gente, de haber leído, de ver lo que he visto. Lo hago por dejar un testimonio. Me considero que fui mascarón de proa, de lo nuevo de los años setenta y ochenta, tanto en la política como socialmente, también en lo musical y artístico. Trato de dejar constancia sobre ciertos temas. Realmente que haya 500 personas que te compren un libro es un éxito para muchos editores.
Escuchar canciones como “Días de Escuela”, “Rocinante” y “Capitán Trueno”, sigue siendo sobrecogedor hoy en día, más si cabe cuando se piense en el momento en que fueron grabadas.
Julio: “Días de Escuela” es una crónica, pero hay canciones más grandes, menos conocidas, que van al universo personal de cada uno. Hemos denunciado muchas cosas. Hasta hace poco hablamos de la violencia de género y creo que hasta hemos sido pioneros profundizado mucho en los problemas de las familias monoparentales.
Antes hablábamos del “Baile del Pichi”, ¿qué puedes decirnos de salas como aquella?
Julio: En todos los pueblos había un sitio donde se juntaban todos los jóvenes para conocerse, hacerse novios y tocarse los cuerpos bailando. Estaba en todos los pueblos. El Domingo era el día en que la gente iba al baile. La música era un medio, no era algo importante. Se iba allí a conocerse y a verse. La música gustaba de servirse en directo, aunque las discotecas no eran muchas. “El Baile del Pichi” tenía una iluminación de tubos fluorescentes y no había pista. Las chicas eran sacadas a bailar. Nosotros al saber tocar un poco, formamos un grupo y teníamos trabajo porque te llamaban para tocar, pagándote gracias a ello los instrumentos. Fui con los Hándicap que es el grupo con el que debuté, un 25 de Agosto de 1969, tocamos las canciones que estaban de moda. Nos obligaban a tocar “Un Rayo de Sol”. Tocábamos canciones que eran las buenas de los discos y la gente pensaban que eran nuestras, las llegamos a poner de moda porque no sonaban en las radios. Pusimos de moda un tema de un grupo inglés, muy comercial, se llamaba “Baby come back”. Te las pedían con un inglés de la época. Les encantaba. La música envolvía el ambiente, no era el motivo. No iban a escuchar música. Era buena forma de lucir el último modelo. Lo de que la gente iba al concierto, se fumaba un canuto y escuchar al tío tocando la guitarra fue más tarde. En aquellas el canuto era lo importante ya que a veces la música aburría. El rock llegó a las plazas con el cambio político, pero por alinearse a lo nuevo que rompía con lo convencional. “Ya está Bien” decía que “veníamos con algo nuevo a romper”. Lo bueno era lo nuevo. Nosotros pensábamos que llevamos la razón, la esencia del cambio, equivocadamente o no. Representamos eso.
En unos días comenzaréis una gira mítica en el marco de Inverfest.
Julio: Estamos aburridos de no poder tocar en tantos meses. La pandemia ha superado todo, la gente tiene miedo. No salen los números porque con los aforos reducidos es todo muy complicado. Los únicos conciertos que hemos hecho han sido para hacer un regalo a los técnicos, para que se lleven algo a casa. Hablando con el mánager llegamos a la conclusión de lanzar la gira de 50 aniversario de Asfalto para ver si hay más conciertos por ese motivo. Era importante dar el pistoletazo de salida. Hemos llegado a un acuerdo con Inverfest para hacer un concierto que en lo musical va a ser perfecto, con muchas cosas nuevas y cambios que nos apetecen. Tenemos el aforo recortado a 400 personas de los 2000 que nos autorizaron la última vez. El hecho es empezar la gira que acabará en 2022, esperaremos que sea a lo grande y sin restricciones. La banda está como loca por tocar.