Taylor Swift: "Evermore"


Por: Javier Capapé

Cuando nadie podía imaginarlo y anunciado como un regalo por su 31 cumpleaños, Taylor Swift volvió a sorprendernos con un lanzamiento totalmente inesperado. La continuación del asombroso "Folklore" lanzado hace menos de cinco meses. “Evermore” fue presentado por su propia protagonista horas antes de su lanzamiento como el hermano de “Folklore”. Dos álbumes que no se van a entender por separado. Fruto de este fatídico 2020 en el que la estadounidense ha aprovechado para mirar a su interior y renovar su sonido gracias a la mano del mismísimo Aaron Dessner, responsable de nuevo de la producción de este disco como ya lo hiciera con el anterior. También vuelven a estar presentes Jack Antonoff, aunque al parecer con menos cuota que en la anterior entrega, Justin Vernon y William Bowery. El mismo equipo con el que Swift ha dado forma a la composición y producción de estos 15 nuevos temas como ya hiciera con su exitoso “Folklore”. Y es que puede afirmarse que estas nuevas composiciones son una continuación de aquellas, fruto de un momento de inspiración único incentivado quizá por las dificultades pandémicas y la mirada hacia el interior que ha practicado la joven de Pensilvania.

En este disco vuelven a predominar los medios tiempos y la introspección. Las canciones toman colores pálidos y crecen con la emoción a flor de piel. Son bálsamo como lo fueron sus hermanas, pero tienen su propia personalidad. Si “Folkore” era el blanco y negro, “Evermore” es el color. Y no podemos hacer esta diferenciación únicamente por sus portadas, sino porque las canciones en este caso tienen algo más de brillo primaveral, sustituyendo la caída de las hojas por el inicio de los nuevos brotes. Evidentemente vamos a compararlas siempre con sus predecesoras, pero no tienen nada que envidiar a éstas, aunque en cierto modo repitan patrones. Vuelven a aparecer historias de perdedores en parajes solitarios, sueños que buscan abrazos y personajes necesitados de algo más que promesas. Además, esta vez la cantante recurre a algunas nuevas voces para vestir sus canciones. Mención especial merece la participación de Matt Berninger en “Coney Island”. Y es que parece que Swift haya nacido para cantar con el líder de The National. Perfecto maridaje. Pero también están HAIM dando un toque adictivo de pop fresco a “No Body, No Crime”, además de Bon Iver que vuelve a poner su impronta en la canción que da título al disco, con su voz y sus cambios de ritmo característicos, transformando totalmente la canción en cuanto hace acto de presencia.

No es necesario analizar cada uno de los cortes que forman esta nueva obra mayúscula y sin desperdicio, pero por destacar algunos de ellos no habría que dejar pasar la rítmica de “Long Story Short” o la cadencia atrayente de “Marjorie”, la pausa tensa de la pastoral “Happiness” o la calidez de “Champagne Problems”. Desde el arranque continuista con su obra predecesora que es “Willow” las canciones nos atraen con su belleza sobrecogedora, aunque aquí podremos encontrar más ramalazos pop que en “Folklore”, en temas como “Gold Rush” o la citada “No Body, No Crime”. En canciones como “'Tis the Damn Season” la influencia de The National es evidente y en otras como "Closure" se abre más a la experimentación conducida por las programaciones. La suavidad e “Ivy” o “Dorothea” te mecen como una suave brisa y la dulzura de “Cowboy Like Me” nos hace sentirnos como en casa mientras recorremos con la mente un paisaje del medio oeste americano.

Con “Folklore” afirmé que podíamos estar ante uno de los discos del 2020, aunque con “Evermore” el efecto puede ser algo distinto al haber perdido el beneficio del factor sorpresa. A favor del hermano mayor estaba el encontrarnos con una Swift valiente fuera de su zona de confort, pero ahora la sorpresa no es tal y quince nuevas canciones en un estilo tan cercano a su anterior álbum pueden hacernos caer en el tedio y perder la oportunidad de descubrir grandes composiciones. Si éstas hubieran venido acompañando a las otras en un disco doble nos hubiera parecido excesivo, pero el efecto de publicar con tan poco tiempo para permitir convertir en clásicos a los temas de “Folklore” hace que estos nuevos aciertos puedan tener el efecto de obras más simples, donde se pierde parte de su gancho. Una lástima, porque “Evermore” está lleno de grandes canciones, pero corren el riesgo de olvidarse lastradas por el gran impacto de sus hermanas mayores. Y a la larga, el empacho de Swift puede perjudicar también a la majestuosidad de “Folklore”. Lo que sería una verdadera pena. Conste que a pesar de esta reflexión, en tiempos donde no acostumbramos a recibir tanto material de un artista en tan poco tiempo, esto no impide afirmar que habrá pocos músicos que consigan estas cotas de acierto en mucho tiempo, porque Taylor Swift ha alumbrado dos discos abrumadores, excelsos. Dos discos inolvidables y que dejarán poso por lo atemporal de su contenido. Pero insisto, no estamos habituados a esto. En los años sesenta los artistas entregaban un número elevado de singles a sus seguidores cada temporada y era muy común ver publicados dos discos de un mismo artista en un año. Sin embargo, en el siglo XXI estamos familiarizados con que los músicos distancien sus publicaciones. Tal vez quieran hacernos pensar que más tiempo de cocción es sinónimo de mejores manjares, pero no debería ser así. Cuando un artista nos hace el regalo de poder empaparnos con dos discos de composiciones totalmente nuevas en un mismo año y a este nivel deberíamos estar de celebración. Porque evidentemente “Folklore” y “Evermore” son un regalo que sobrepasa las fronteras de nuestros sentimientos y nos reconcilia con la música como vehículo que nos mueve y dirige nuestros pasos. Y eso es lo que verdaderamente importa. Ni números, ni estrategias. Solo verdad.

Podemos estar agradecidos a la generosidad de Taylor Swift por permitirnos formar parte de sus historias, que se hacen universales en cada uno de sus oyentes. Quedémonos con esto. Disfrutemos de “Evermore” con la mente lo más en blanco posible. Sin dejarnos llevar por ideas preconcebidas. Permitamos no compararlo por un momento con su hermano mayor, aunque quizá fuera más correcto decir con su mellizo. Démosle el agradecimiento de teñir el final del 2020 con cierta calma esperanzadora y quizá consigamos que el 2021 pueda darnos alguna alegría ayudados por la compañía de estas grandes historias hechas canción. Nuestras historias y nuestras canciones.