No necesitamos más discos en directo de Iron Maiden. Y esto lo dice uno que ha escrito un libro sobre ellos y que adora a la banda. Iron Maiden son un gran grupo en estudio y también lo son en directo. ¿Entonces a qué viene esta aseveración? A la propia dinámica de la banda en directo. Hasta 1999 se basaron en el juego de dos guitarras, algo muy excitante en cualquier formación de música popular. Uno tiene un estilo, uno tiene otro, los fans tenemos dos oídos y con el estéreo de los discos percibes el juego. A partir del citado 1999, la formación se amplía a tres guitarristas con el retorno del cantante Bruce Dickinson que se trae consigo de vuelta a Adrian Smith tras años fuera, pues Steve Harris -líder del grupo se mire como se mire- se porta como un caballero y mantiene en el seno a Janick Gers, quien fuera sustituto de Smith durante años. Así, uniendo los dos guitarras al siempre fiel Dave Murray, Iron Maiden disfrutarían de una inédita formación de tres guitarristas. Harris mantuvo unidos a unos Maiden que no tuvieron que prescindir de nadie, reteniendo con las cualidades de Gers (que toca muy bien y escribe mucho mejor de lo que algunos le reconocen) y celebrando del retorno de Smith (que es el mejor compositor que nunca ha tenido la banda). Todo con Dickinson, el cantante por excelencia del grupo, en el pack. Era un win-win.
Por supuesto, los fans también salieron ganando. El trabajo en estudio de subsiguientes años dejaron más de un disco clásico en el camino (“Brave new world”, “A matter of life and death”, “The final frontier”), el sonido de los shows desde el estreno del trío guitarrero ha sido elefantiásico y todos los miembros se han mostrado siempre en plenitud de facultades, sobre todo ese gran Bruce Dickinson que canta mejor que nunca. Sin embargo, todo eso cambia a la hora de enlatar esos estupendos conciertos en vivo. Si lo estás presenciando en el estadio o el pabellón que sea, todo está en orden y es la bomba. Si lo ves en DVD o BluRay, igual. ¿Pero qué pasa cuando nos ponemos los auriculares para disfrutar del juego entre Smith, Gers y Murray? Que deja de existir. Que no está ahí. Nights Of The Dead - Live In Mexico City tiene un gran sonido, un repertorio de hits y el mejor público posible (los mexicanos son únicos), pero al igual que en todos los trabajos anteriores de esta índole (e incluyo el mítico Rock in Rio) la mezcla es traicionera. Mientras que a Gers y Murray se les sigue, la guitarra de Adrian Smith sale perjudicada, sobretodo porque también hay que dejar mucho espacio central al bajo de Harris. En estudio es otra historia porque es un entorno controlable donde los matices se pueden mantener, y de hecho ahí el trío funciona súper bien, pero en directo los detalles se pierden. Maiden echan toda la carne en el asador, son pura tralla, vivir esa pelota sonora en persona resulta alucinante, pero en disco se queda en menos. En un DVD o BluRay la vista ayuda, pero sólo con los oídos no basta para entender todo lo que ocurre sobre las tablas.
Dicho esto, es quizá el álbum en directo de Maiden en el que la batería de Nicko McBrain suena más cruda, es una gozada prestarle atención. ¿Y qué decir de Dickinson? Que no afloja nunca, que la edad no le hace mella y, si le hace, es para ganar poso. Pero lo dicho, esta mastodóntica formación de Iron Maiden no está hecha para ser registrada en disco y ojalá en su momento llegue en formato audiovisual, porque este tour de grandes éxitos es lo que precisaba, con su más espectacular puesta en escena hasta la fecha. Eso sí, si los pormenores te aburren (cosa muy lícita por otro lado) y lo que quieres es a tu banda favorita a toda potencia, Nights Of The Dead - Live In Mexico City no puede defraudarte. Canciones clásicas de Piece of mind como “Where eagles dare”, “Revelations” y “Flight of Icarus” están de vuelta, y por primera vez aparece oficialmente en directo “For the greater good of god”, que es una gozada.