"Lo importante no es lo que vives, sino cómo lo vives"
Por: Kepa Arbizu
Fotografías: Noemí Elías Bascuñana
Es tras la disolución de la banda Carrots, cuando su líder Vicente Maciá decide poner en marcha el proyecto personal Pigmy. En él, todavía ligado a los sonidos psicodélicos que inundaban la producción de la banda catalana, sin embargo su representación toma una dirección bien diferenciada, apoyándose en una figura más trovadoresca y con un folk ensoñador como brújula de su propuesta.
Con reminiscencias a las bandas anglosajonas de esas características (de Pentangle a Magna Carta) pero también con la mirada puesta en la sensibilidad pop, y algo naif, de referentes más cercanos como Solera o Vainica Doble, su mundo musical se desarrolla en un ambiente particularmente delicado que según ha ido transcurriendo su carrera ha adoptado un papel más juglaresco, como así lo demuestra su tercer disco, “Manifestación”, que tras "Hamsterdam" y "Miniaturas", emerge con vaporoso vuelo para reivindicar la conquista de un alma más pura y menos encadenado a lo material.
Sin dudas acerca de la extraordinaria no solo calidad sino originalidad de este álbum, nos ponemos en contacto con su autor para conocer y descifrar su rico y delicioso mundo.
"Manifestación” es tu tercer disco en casi quince años, ¿se trata de que solo grabas cuando sientes que tienes algo que contar o que eres especialmente laborioso en la elaboración de los discos?
Vicente Maciá: Empiezo a pensar que estos son mis ritmos. Lo que más retrasa mis discos son las letras, como dices si no tengo algo realmente que contar no fuerzo la situación. Las voy trabajando a lo largo del proceso de grabación y producción y así va pasando el tiempo hasta que encuentro las palabras adecuadas para cada canción. Me limito a hacer las cosas con mucho amor y poniendo toda mi atención. Cuido todos los detalles y hasta que no consigo lo que buscaba no lo doy por terminado.
Y en esa laboriosa tarea de encargarte tú de todo, ¿en algún momento te ha surgido el desánimo o la creencia de que va a ser inabarcable el proyecto?
Vicente Maciá: Sí, muchas veces paso algo de vértigo durante el proceso, pero me anima el pensar que al final todo sale bien. Es algo que he aprendido durante todos estos años.
Tu música sigue esa dinámica en la que cada vez adoptas más claramente trazas de trovador medieval, ¿es la aspiración a la que optas con tu estilo o es solo la representación concreta surgida para estas canciones?
Vicente Maciá: Creo que viendo las canciones nuevas que tengo para el próximo disco el sonido renacentista de momento acaba con "Manifestación". Digo de momento, seguramente nunca lo abandone del todo pero no va a ser el sello que me defina en un futuro.
Eso sí, la etiqueta de trovador y orfebre ya no me lo quito de encima en la vida. Son mi nuevo nombre y apellido desde hace unos años. (Risas)
Abres el disco con unos versos en latín que pertenecen a un himno a San Juan Bautista, ¿por qué esa decisión? ¿es una manera de introducir al oyente en el contexto musical-temporal en el que te vas a desenvolver?
Vicente Maciá: "Ut Queant Laxis" me pareció la mejor manera de comenzar "Manifestación" por dos motivos. El primero es que de la silaba inicial de cada uno de sus versos se dio nombre a las notas tal y como las conocemos hoy en día, el do, re, mi, etc. Con estas pocas notas se puede crear algo completamente nuevo, es algo que no deja de sorprenderme, realmente es un milagro. El segundo, aparte de que musicalmente te traslada a otra época y al recogimiento prácticamente monacal, es un canto previo de humildad y purificación para poder abrazar lo divino que todos llevamos en nuestro interior.
Además introduces el tema con unos versos de Juna Ramón Jiménez en que reflexionan sobre la existencia de ese “otro yo”, algo parecido a lo que sucede en el tema que da nombre al disco y en el que te inspiras en un tratado de alquimia, "Rosarium Philosophorum” , donde también se persigue el objetivo de descubrirse a uno mismo en plenitud, ¿son dos buenos resúmenes de las pretensiones globales del disco?
Vicente Maciá: Totalmente. A Juan Ramón Jiménez le aterraba la muerte. Hasta que no logró trascenderse a sí mismo a ese yo temporal no consiguió vivir más o menos en paz. Ese yo verdadero que nos acompaña sin que muchas veces lo veamos, es el que habita en todo lo que nos rodea, es vivir eternamente en la nada que todo lo colma.
¿Cuánto crees que hay sacrificar en estos tiempos para intentar buscar ese otro yo más puro y más íntimo?
Vicente Maciá: Mucho y poco, según cómo se mire. No debemos preocuparnos de lo que somos o lo que no somos, debemos estar libres de recuerdos y de expectativas y sacrificar la falsa y transitoria percepción de nosotros mismos, que no es más que una proyección mental normalmente construida a partir del miedo y la confusión. Lo importante no es lo que vives, sino cómo lo vives. La felicidad es el estado natural del ser, no es algo que se consigue, es algo que se es.
Y en esta época de pandemia que vivimos, y relacionado con el contenido del disco, ¿qué enseñanzas crees que debemos tomar de estos duros tiempos?
Vicente Maciá: La aceptación y el desapego son la verdadera vacuna contra el miedo y la única manera de vivir de una manera plena. Debemos ser más humildes. Hay quien se toma la vida como una lucha, una interminable batalla cuyo trágico final es la muerte. La vida más bien es como un baile donde únicamente debes estar atento a la música y dejarte llevar por la intuición y el amor, que es de donde venimos y lo que verdaderamente somos.
Si algunas referencias en tu música nos llevan directamente a todo eso folk-rock británico de los sesenta y setenta, igualmente nos remite a proyectos hechos en nuestras fronteras, ¿resultan igual de importantes ambas sensibilidades en tu sonido?
Vicente Maciá: Soy un enamorado de Paul Simon y Cat Stevens, en mi faceta acústica son dos referentes de mucho peso. Pero las canciones acústicas de Waters de Pink Floyd entre el 68 y el 70 también son una gran influencia, sobre todo en las texturas y la producción.
He de confesar que llevo tiempo pensando en cómo conseguir sonar algún día como los discos de Trabuccheli para Hispavox. El mítico sonido Torrelaguna, Solera, Nuevos Horizontes, Jose y Manuel, tienen un sonido carnoso, límpido y cristalino y con corteza crujiente que a veces no sé si ponerlos en el tocadiscos o comérmelos directamente.
Varias de tus canciones, como "Manifestación", "Lo sagrado en lo profano", o "Mi canción" funcionan casi como sinfonías con tramos diferenciados, ¿cómo llegas a ese tipo de composiciones, partes de una base y vas tirando del hilo o son incluso ideas de diversas canciones que acabas por conjuntar?
Vicente Maciá: Es algo intuitivo, la canción va tirando de mí y yo me dejo llevar. Parten de una idea o unos arreglos iniciales que necesitan ser completados, son la chispa de un gran fuego pero falta añadir toda la leña para que arda y de calor. La emoción que me transmite cada parte me lleva a otra y no paro hasta que siento que la canción ha llegado a su destino. Son canciones que muchas veces se me resisten y se complican, no acaban de sonar pero sabes que hay algo bueno en ellas. En "Hamsterdam" me paso con "La Rueda", tardé dos años en darle forma.
Tus temas son preciosistas, muy trabajados instrumentalmente y con muchas capas, ¿eres de la teoría de que más es siempre más o a veces te pones freno e incluso tienes la sensación de ser demasiado recargado?
Vicente Maciá: También a veces más es menos, no coincido con Yngwie Malmsteen. Llega un momento en el que siento que la canción contiene todos los elementos necesarios. Un ejemplo es "El Hombre Menguante", que es muy minimalista. La canción manda.
Las letras en este disco son especialmente acertadas, ¿cómo es el proceso de su creación, van al margen de la música, o ésta te sugiere un tipo de texto u otro?
Vicente Maciá: La música siempre va primero, como tú dices la propia canción sugiere la letra. A partir de unos versos iniciales voy profundizando hasta que la completo. El pellizco poético es lo que me va guiando.
Dentro de esa apariencia bucólica e intimista que es evidente tienen tus letras hay también espacio para un tono más crítico y duro, canciones por ejemplo como “Incienso y bengala”...
Vicente Maciá: Sí, pero es una crítica que se alimenta más desde el sentido del humor o la ironía que desde el resentimiento o la intolerancia. Por ejemplo en un inicio la propia idea del disco, que empezó con la canción que le da título, era jugar con el doble significado de la palabra manifestarse, desde un punto de vista de iluminación interior a uno más activo y en grupo por defender una idea o un propósito más terrenal.
Esa ironía está muy presente en “Septiembre”, me parece una genialidad la manera que tomas los fascículos que salen a la venta cada “temporada” para reflejar nuestras vidas...
Vicente Maciá: Yo soy de los que piensa que el año nuevo debería celebrarse en septiembre. Las enciclopedias por fascículos, esas extravagantes colecciones "dedales del mundo", ¿en serio?, los decepcionantes cursos de inglés.
Es el eterno retorno, el inicio de las clases, el olor a lápices nuevos y los nuevos propósitos mitigan la dulce agonía de agosto.
Se podría decir que septiembre es la bisagra entre la vida y la muerte la decadencia y el renacer.
Septiembre es mi típica canción irónica que intenta dejarte una buena sensación, una placentera melancolía y reírnos de nosotros mismos un poco. Con una clara moraleja final, tenemos que estar siempre presentes y atentos, es mejor aprobar en julio y disfrutar del verano. Debemos ser creativos.
Tus portadas siempre resultan llamativas, ¿piensas mucho la idea que quieres transmitir con ella y darle un valor artístico?
Vicente Maciá: Sí, cuido mucho la imagen de mis portadas. Tienen que ilustrar visualmente el contenido musical del disco y ser interesantes artísticamente. "Hamsterdam" por ejemplo era una obra de arte en la que Oscar Sanmartin trabajo ocho meses para construir el diorama y está llena de referencias a la historia del disco que os animo a descubrirlas.
Para esta ocasión hemos utilizado una ilustración de la Biblia del Rey Sancho el Fuerte de Navarra de 1197. La imagen representa la parusía final o lo que es lo mismo la segunda venida de Cristo para juzgar a la humanidad. Con la imagen quiero jugar con la idea de manifestación popular y la manifestación espiritual un estado previo de confusión. Al final esa masa de caras podría verse como un todo que se transforma en nada o viceversa. La iluminación final se encuentra en nuestro interior y en el interior del disco representada con la ilustración de "Iluminatio", del libro alquímico Rosarium Philosophorum de 1.550.
Publicas el disco en el sello Guerssen, que a priori parece la mejor casa para tu música, siendo una discográfica que reedita mucha música afín a lo que tú haces , ¿cómo fue esa conexión, les buscaste tú o fue al revés?
Vicente Maciá: En un principio el disco iba a salir con Grabaciones en el mar, pero un par de meses antes de ponernos a fabricar, Pedro Vizcaíno y yo coincidimos en creer que Guerssen sería una buena opción para el nuevo disco. Llamé a Antoni Gorgues para proponérselo y le entusiasmó la idea. Antoni siempre ha sido un gran fan de Pigmy y aunque sea un artista nuevo dentro de un sello especializado en reediciones, encajo perfectamente en su catalogo lleno de joyas de folk psicodélico. Digamos que soy un clásico moderno.