Atención, que los Kikes (Babas y Turrón) suman y siguen. No contentos con haber firmado recientemente dos libros memorables sobre Leño y Manu Chao, ahora vuelven a aliarse con la editorial BAO para poner en las tiendas “Los Rodríguez: Sol y sombra”, un nuevo volumen en el que repasan la historia de una de las mejores bandas de rock que se haya formado nunca en España. Y como siempre que los Kikes y BAO ponen un artículo en la calle, tenemos que volver a hablar de una calidad brutal. Excelente labor periodística, perfecta maquetación y el mejor papel.
¿Cómo se sabe cuando una banda extinta ha sido grande? Por los clásicos que ha dejado. Y hoy día “Sin documentos”, “Mucho mejor”, “Dulce condena”, “Me estás atrapando otra vez”, “La milonga del marinero y el capitán” o “Canal 69” siguen vigentes en clubs, radios, fiestas de pueblo y millones de hogares. Es de risa casi: En cinco años de carrera, amasaron tantos clásicos como otros grupos a lo largo de décadas. ¿La razón? El talento. Y era hora de poner todo esto por escrito. Qué bueno que los encargados hayan sido dos personas como Babas y Turrón, que no solo han vivido mucho, sino que saben tomarle el pulso a los entrevistados. No se trata de escuela (que también), sino de calle. Y estos tíos tienen calle y corazón. Y mucha música dentro, por supuesto. Así se explica que a lo largo de las páginas hayan conseguido volcar testimonios palpitantes, que nos hacen reconocer como nueva una vieja historia aún sin escribir.
Desde que Ariel Rot y Andrés Calamaro se juntan en Argentina -con el primero incorporándose al proyecto del segundo-, hasta la reciente grabación de “Princesa” como homenaje al maestro Joaquín Sabina, “Los Rodríguez: Sol y sombra” contiene todo lo que ocurrió en esos seis años mágicos que acabarían desembocando en una amarga disolución que, por otro lado, también provocó el relanzamientos de las soberbias carreras musicales de Calamaro y Rot (por cierto, ¿cuándo se le va a reconocer a Ariel como un enorme letrista de una vez por todas?). A lo largo del libro se tocan temas complicados (los santos no existen y el ser humano erra), no se evitan los momentos malos, los enfrentamientos (aparece alguno bastante bestia) y las tristes muertes de Julián Infante y Daniel Zamora, pero la sensación que queda es la de celebración, la de un trabajo bien hecho. Fueron únicos y su obra es inmortal.