Ya lo expuso Darwin en su día: la riqueza está en la mezcla. Y pocos campos como la música le dan más la razón. Pongamos un músico, Juanjo Onofre, experimentado bajista de bandas de los 90 como Something, Parkinson DC o The Tea Servants; añádele excelsos colaboradores como Marc Tena, Anton Jarl, Román Gil; súmale infinidad de influencias heterogéneas, y tendremos un combo imbatible de variedad y eclecticismo bien mezclados. La producción musical del disco ha sido a cargo de Marc Tena, exceptuando dos canciones que han sido producidas por Román Gil.
Para su segunda entrega en solitario, un álbum titulado "Land Incognita" que debió ver la luz en mayo pero que lo ha hecho en el mes de octubre. Onofre se ha rodeado de músicos de confianza y larga trayectoria que le permiten expandirse en todas las direcciones estilísticas. Eso sí, con un norte muy claro: el que marcan el pop de los 60, el rock de los 70, el folk rock americano, la psicodelia y el rock progresivo británico (con unas gotas de new wave).
Tras "El Perfecto Invitado", un álbum de debut lanzado en 2018 que compilaba canciones que había estado preparando durante muchos años, "Land Incognita" presenta las condiciones idóneas para su perfecta continuación: grabado en Barcelona en Laboor Studios (Josep Xortó), Sol de Sants y Red Bell Studios, ha contado con el gran Anton Jarl a la batería, producción, sintes y teclados de Marc Tena, guitarra solista y armonías vocales de Román Gil, participación puntual de Alex Valdes al bajo en "Nature will be will once more" y mezcla de Paco Loco en el Puerto de Santa María. Además del ilustrador Óscar Sanmartín (autor de la portada de "Hamsterdam", de Pigmy, y "Efecto Lupa" de Niño Gusano).
De este nuevo trabajo bilingüe (aunque el inglés va perdiendo fuelle en favor de las canciones en castellano) ya nos adelantó "Nature will be will once more", publicada en mayo, y "The King's Head" en junio y "No mal alimento mi mente" a finales de agosto, donde mezcla sus muchas influencias, desde una armonía vocal que podrían haber grabado los Beach Boys a una sección rítmica electrónica y sintetizadores a lo Human League, combinadas con unas guitarras ácidas recién llegadas de la costa californiana de finales de los 60. Porque la riqueza está en la mezcla… de buenos ingredientes, claro.