XXXTentación, nacido Jahseh Onfroy, nació en Florida en 1998 y murió en el mismo estado apenas veinte años después cuando, en un supuesto atraco, le alcanzó un disparo en el cuello. Llegó al mundo en una familia desestructurada, su padre entró en prisión cuando él era un bebé y su madre lo echó de casa varias veces. Pasó por varios centros correccionales y estuvo alguna vez en prisión. Durante toda su vida no dejó de tener problemas con la justicia, participó en diferentes asaltos, atracos, peleas y agresiones.
Su biografía sería un ejemplo más de las vidas desechadas y desprotegidas de tantas ciudades de Estados Unidos en la era postindustrial; sería un número más, parte de una estadística a la que pocos prestarían atención, si no fuera porque en el trascurso de esos pocos años se las arregló para hacerse un nombre dentro de la escena del hip-hop underground —se le enmarcó, injusta e inexactamente como casi siempre que se hacen estas cosas, en los llamados raperos de Sound Cloud— y para meterse en las más altas posiciones del Billboard, una lista tan conocida como trucada que mide la popularidad y ventas discográficas en EE UU. XXXTentación consiguió un nivel de atención inaudito para alguien que no trabajaba con una grandes discográficas, fue como quien se cuela en una fiesta y se come la comida preparada para otros, solo que en este caso él había pagado por esa cena.
Desde los catorce años hasta su muerte, Jahseh se las apañó para escribir más de cincuenta mil tuits, que son los que sirven a Kobek para reconstruir su figura y entenderla dentro de su tiempo y lugar, el punto de partida para su libro. No se trata de una biografía amable y halagadora, aunque no faltan momentos de excesivo entusiasmo, como cuando el autor afirma, sin intentar justificación alguna, que Tentacion es el artista discográfico más importante del siglo XXI. La obra de Kobek es más bien un análisis que, como la música de Onfroy, no se acomoda del todo en ningún sitio. Empezando por cómo escribe Kobek, que prescinde de la redacción habitual para reducir la prosa también a tuits, frases cortas, lapidarias, gruñidos, mordiscos.
Así construye un retrato a retazos sobre Norteamérica, su sistema penitenciario y educativo, la industria musical, internet, las redes sociales, etc. Y llega a una conclusión demoledora: XXXTentacion fue una anomalía en un mundo donde la realidad cada vez está más construida, manipulada, por agentes que controlan la economía, los medios y la moral; una presencia que más bien valdría ocultar —como ejemplo cabe señalar que el nombre artístico de Onfroy no aparece como sugerencia en los motores de búsqueda habituales—. Su personalidad violenta e injustificable no encajaba en ninguno de los esquemas hegemónicos.
Tampoco su música, que partía del hip-hop para pronto moverse a terrenos nuevos, donde se encontraban sonidos que apenas casaban: en un mismo disco lo escuchamos gritar, cantar desconsolado y rapear sobre instrumentaciones difíciles de entender. Sus canciones era brevísimas (cada vez más conforme pasaba el tiempo), despachaba álbumes en veinte o treinta minutos, todos marcados por una urgencia que al final resultó ser justificada.
Pero incluso si la música de XXXTentacion no nos gusta, el libro de Kobek no deja de tener interés. Sus páginas son más un ataque al establishment y al cortocircuitada sueño americano que un ensayo sobre rap. Es la historia de un chico que lo hizo todo mal y logró lo que no le correspondía.