Por: Oky Aguirre
Solo contemplando la portada de “Earth to Dora”, decimotercer álbum de Eels, se te quitan todos los males. Ese payaso con la sonrisa triste está pidiendo que le escuches con toda tu alma, aunque nunca hayas oído de este grupo ni de un tal Mark ‘E’ Everett, empeñado en seguir junto a nosotros a lo largo de los años, desde discos ya legendarios como “Oh, What a Beautiful Morning”, “Electro-Shock Blues Show”, “Hombre Lobo” o su última delicia en 2018 “The Deconstruction”, que presentó en aquel desafortunado Mad Cool, cuyos fallos organizativos durante el acceso privaron a muchos de poder asistir a uno de los conciertos de sus vidas, viendo caer el sol detrás de la figura de Mr. E agitando la pandereta.
Y aquí estamos dos años después, encerrados en casa, viendo de lejos la posibilidad de ir a un concierto como los de antes. Por eso, en estos tiempos se hace imprescindible refugiarse en discos como este, y más sabiendo de la historia personal de Everett; sin madre, padre y hermana, que se suicidó. Es imposible no sentir empatía (últimamente brilla por su ausencia) hacia un personaje que transmite su dolor (y el nuestro) a través de canciones que en cambio suenan positivas, convirtiéndolo en algo precioso. Se puede resumir en las palabras que Mr. E dijo en El Mundo hace unos días: "Soy como el payaso que ha pasado por tiempos difíciles pero aun así luce una pequeña sonrisa”. Vamos, que es como el Jesucristo de los Monty Python; recién crucificado pero viendo el lado bueno de la vida.
Puede que algunos consideren que es un disco muy parecido a sus anteriores, con canciones que nos resulten reconocibles de toda la vida. ¿Y qué? Mark es de esos artistas que trascienden por lo que dicen, pero sobre todo por cómo lo dicen, como Nick Drake, Johnny Cash o Leonard Cohen, salvando las distancias y con todos los respetos.
Comienza el disco con 20 segundos que parecen sacados de una sesión del "Pet Sounds", enlazando con el primer regalo positivo que es “Anything For Boo”, cuyo estribillo te acompañará todo el día. Lo mismo que con “Are We Alright Again” -la única compuesta después de la pandemia, ya que el disco iba a ser lanzado para realizar una gira que por ahora no llegaremos a ver- con esa cadencia tan sutil de transmitir tanto en voces como instrumentos, con pianos que suenan a caja de música y guitarras acústicas en las que palpas las cuerdas, junto con la ya indispensable pandereta (el video es una maravilla, con Don Draper de "Mad Men"). La canción que da título al 12+1 trabajo de este californiano, “Earth To Dora”, ya es una de esas que valen tanto para cuando estás triste como alegre, que Everett dedica para animar a una amiga en horas bajas, que bien podríamos ser nosotros.
Fuera de su tono más brillante y optimista, el auge y caída de su última relación está presente en todas las canciones, sacando otra vez su lado más profundo y reflexivo en “Who You Say You Are”, “Of Unset Letters”, “Are You Fucking Your Ex” o “Dark and Dramatic”, casi llegando a doler en “I Got Hurt”, donde entre violines y blues aborda sus miedos (“No hay forma de hacerme ver/Lo que fui nunca lo seré/Es un tema doloroso/Pero hay que abordarlo”.)
Sin embargo, el regalo más preciado en todo este viaje que supone “Earth to Dora” es la maravillosa “OK”, donde recuerda, en un tono muy Lou Reed, sus dolorosas pérdidas con las ganas de seguir viviendo: “Estoy bien/Me dijiste que era solo una noche oscura/Y dije: "No, esto es algo más"/Pero tenías razón”. Una frase que parece sacada de las mismas palabras que nos decían nuestras abuelas y madres: “Siempre hay gente peor” o “Más se perdió en Cuba”, llenas de incomprensión juvenil, pero dotadas de esa fuerza emocional necesaria que luego nos otorgaría el don de empatizar. Con Eels también tienes la oportunidad de hacerlo.
PD: Acerca de la portada, Mr. E dijo lo siguiente en una entrevista en American Songwriter. Por si a alguien le gustan estas tontunas. “La portada es una pintura de una tienda de segunda mano de un payaso, demacrado, todavía sonriendo pero definitivamente peor por el desgaste. Ha estado colgado en la pared de mi baño durante una década. Mientras componía algunas de las canciones para el disco, un día estaba usando el baño y dije: '¡Oh, esta es la portada del álbum!'. “Solo míralo. Parece que ha pasado por eso, pero todavía es capaz de sonreír "