Decididos a defender y celebrar su éxito, conseguido sobre todo con su segundo disco "Joy As An Act Of Resistance " (2018), vuelve Idles en versión más es más. Decididos a sonar más potentes si cabe, apostaron por trabajar con el productor Nick Launay y su colaborador Adam Greenspan, el primero contando en su currículum con álbumes para Lou Reed, Nick Cave and the Bad Seeds, Killing Joke,L7, Gang of Four, etc. Por si esto no garantizara ya de por sí un sonido duro y violento, decidieron pasarle la grabación, que en otro caso hubiera sido la definitiva, al productor de hip hop Kenny Beats para darle mayor profundidad y aumentar subgraves. El resultado final suena a Aníbal y su ejército cabalgando a lomos de elefantes camino de Roma desde la apertura con "War". El retumbante binomio de bajo y batería, las intermitentes e incendiarias guitarras y las onomatopeyas y alaridos de Joe Talbot y su invitado David Yow de Jesus Lizard, avisan de por donde van a ir los tiros.
No es frecuente que un grupo con una propuesta tan cruda para los oídos del oyente medio del mundillo indie triunfe hasta el punto de ocupar el horario estelar del escenario grande en los festivales más importantes y tocar ante cuarenta o cincuenta mil personas. Alcanzada dicha posición, las expectativas generadas pueden activar en el grupo distintas vías como apostar por una suavización de sus formas para gustar a más público, aprovechar la posición para experimentar y abrir nuevas vías en su sonido y crecer artísticamente o reafirmarse arriesgando menos en la composición y apostando por la contundencia. La última es la opción elegida con lo que difícilmente los no previamente convencidos lo harán ahora, un problema menor cuando ya llenas los espacios más grandes.
Si acaso, han sacrificado algo de la velocidad en muchas de sus anteriores canciones por un ritmo más marcado y roquero a lo Grinderman, por ahí va "Grounds" con la confirmación de la referencia por medio de un grito (uno, literal) de Warren Ellis y del añadido del saxo de Colin Webster, que aparece en otras tres canciones, aunque bastante tapado entre el amasijo de guitarras.
Hay una catarsis de rabia acumulada que propulsada a través de la música, se solidifica en la voz de Joe Talbot que brama y se desgañita en cada segundo de su interpretación. Las letras además son cosa suya, y si antes como dianas de su ira estaban lacras como el racismo, el machismo, la economía neoliberal, el Brexit etc., ahora añade a los críticos, con su forma de ponerlo de manifiesto. Parte de ellos fuego amigo. Tras su éxito, se les ha acusado de panfletarios, paternalistas con la clase trabajadora y en concreto a Joe, por hacerlo viniendo de la clase media urbana de una ciudad como Bristol; críticas provenientes de muchos “tuiteros”, compañeros de profesión y hasta de ideología como Jason Williamson de Sleaford Mods y Lias Saoudi de Fat White Family. Este último incluso ha escrito un artículo en The Social en el que acusa a Talbot de demonizar a los habitantes de pueblos de provincias, votantes a favor del Brexit, muchos de clase trabajadora pasando penurias económicas, en lugar de tratar de ganarlos para la causa.
La canción que más ahonda en esta vía es "Model Village", en la que las andanadas van contra la intolerancia del ideal pueblo tranquilo típico de la campiña inglesa. Como lo de Talbot no es la diplomacia, lo corona dedicando la polémica palabra gammon (un producto típico inglés similar al jamón de york, de color rosa, que se usa como mote despectivo para los votantes a favor del Brexit) a sus habitantes. El que lo desee que se informe y tome sus conclusiones en estos pleitos.
Decíamos que, aunque Joe declara que con este disco quiere expandir el amor y que en las letras dice estar por encima de esos nuevos enemigos, dedicar unas cuantas estrofas en varias canciones a responder a afrentas, justificarse, de forma directa o sarcástica, muestra que las tiene más en cuenta de lo que aparenta hacer ver. En la mencionada "Grounds" no se anda por las ramas: “No hay nada valiente y nada útil/ en garabatear tu mierda violenta en el cubículo/ diciendo que mi raza y mi clase no son adecuadas/así que alzo mi puño rosa y digo que negro es bello”. O en la nerviosa "Mr. Motivator" tras lanzar unas imágenes poco corrientes: “como Conor McGregor en patines con una espada samurai” o “como Kathleen Hanna con garras de oso cogiendo a Trump por el coño”, donde suelta “¿os gustan mis clichés?”. Hay más ejemplos como en "I’m a Lover".
"Kill Them with Kindness" es tan directa como su título y es su apuesta por la amabilidad contra la intolerancia y el fascismo, aunque como él mismo reconoce en la canción no es fácil de admitir por su tono. Como muestra de esa apuesta por el lado amable, incluyen una intro de piano a cargo de Jamie Cullum, que casi parece una pequeña broma. En general pese a contar con una buena lista de invitados, su aportación es más bien anecdótica, aunque ellos la califican de importante en las entrevistas.
La de la cantante francesa Jenny Beth es gritar el gramaticalmente incorrecto título en francés "Ne touches pas moi", en una de las canciones que más conectan con su anterior disco y que trata del respeto al espacio de las mujeres, en concreto en la parte delantera de los propios conciertos de Idles y en general en cualquier ámbito, rematando con la palabra consentimiento gritada varias veces. La letra es muy simple, por otra parte dada la importancia y vigencia del asunto puede verse como directa para que el mensaje sea recogido sin lugar a la duda por el numeroso público que les sigue.
En "Carcinogenic" y "Reigns" cargan contra la explotación laboral y la monarquía respectivamente, en la primera recordando algo aquella nueva hornada británica de post punk guitarrero comandada por Franz Ferdinand aunque con más mala baba, y en la segunda a la vertiente del género con dominio del bajo como The Rapture pero más encarado a conciertos sudorosos que a glamurosas pistas de baile.
El corte más diferente del álbum y que les puede abrir otra vía para el futuro es "Hymn", donde la tensión es contenida sin llegar a explotar, a la manera del maestro Nick Cave y hasta Talbot muestra que puede cantar sin gritar, y en consecuencia es la letra que le muestra más vulnerable expresando sus dudas respecto a alcanzar el éxito y el remordimiento que puede causar dadas sus preocupaciones sociales.
Tras el único reposo, el cierre vuelve a subir las pulsaciones con "Danke", una celebratoria aclamación del apoyo mutuo y la cooperación dedicado a sus seguidores y que incluye el detalle de citar dos versos de "True Love Will Find You In The End", de Daniel Johnston, al enterarse de su muerte durante la grabación.
En resumen, una cabalgata triunfal para que o bien te subas a la carroza y lo goces, o bien te vayas al bar a criticarles con saña. Un tómalo o déjalo. Aunque por supuesto, también te puedes acercar a pie de calle a admirar sus virtudes y torcer el gesto ante aquello que te cause rechazo.