"El trabajo está en sintonizar la antena, estar lo más que se pueda en contacto con nuestra naturaleza".
Por: Sendoa Bilbao
La música de Victor Herrero es un hilo visible. Podemos observar como nítidamente se adentra, meciéndose arremolinado, embrollándose y reposando relajado en el pabellón auditivo mientras lanza briznas lisas a la cloquea.
El cerebro descansa a la hora de desenredar esta madeja. La música de Victor Herrero es lana virgen, no está pervertida por ninguna influencia anglosajona, africana y ni siquiera celta o flamenca. Es el canto arraigado del camino, la serenata sencilla alejada de igual manera de la romanza, la copla o el cantar juglar, aunque cercana al trovador que se sirve únicamente de guitarra y voz.
Fuera de influencias, ni barnices, nuestra razón tiene espacio y tiempo para ahondar en las palabras y sondear en los silencios, atender al serpentéo de las cuerdas y observar el esplendor y matices entre tono y respiración, y en la distinción en la selección de vocablos. La suntuosa escritura de Herrero pespuntéa el tejido de la canción recuperando términos en desuso (barcarola, chiribita, centella, añil, vereda, sándalo, guijarro, planicie…) y con eco antiguo. Prenden y se comprenden ahí, los fundamentos de Victor, que en su infancia recibió estudios de canto gregoriano y música mozárabe, en la Escolanía de la Abadía benedictina del Valle de Los Caídos, además de estudios en música clásica y polifonía.
Herrero nos conduce por pendientes desde las que entender su procedencia y el horizonte desde el que nos canta: La entraña castellana, los caminos áridos y serpenteantes de los desfiladeros, el paisaje y los campos de trigo, la labranza, la estepa, el terruño, la senda y el pueblo.
El ovillo sonoro de Victor Herrero ha crecido en matices ofreciendo otras escalas de colores desde aquel "Estampida" (Foehn Records, 2013) y el sello norteamericano Feeding Tube Records edita en 2017 su cuarto trabajo en solitario “Astrolabio”, un álbum instrumental y experimental a la guitarra portuguesa.
Desde sus inicios Victor ha colaborado con una buena madeja de artistas.
Desde sus inicios formando pareja musical con la artista folk norteamericana Josephine Foster en los discos “This Coming Gladness” (BóWeavil Recordings, 2008), “Blood Rushing” (Fire Records, 2012), “Im A Dreamer” (Fire Records, 2013) o su más reciente “Faithful Fairy Harmony” (Fire Records, 2018). Juntos, además, forman la “Josephine Foster & Víctor Herrero Band”, con la que publican para Fire Records, su trabajo “Anda Jaleo” (2010) y dos años después publicarían “Perlas” (2012), una colección de de canciones populares españolas.
A partir de 2012 Víctor forma parte a partir de 2012 del grupo Viva junto con el músico Ismael Marco (Cuchillo )y publican “Tiempo para la Cosecha” (Foehn Records, 2012). Además, desde el 2016 colabora frecuentemente con el conocido artista italiano Vinicio Capossela, acompañándolo como parte de su banda en directo y grabaciones.
En “Hermana” (El Volcán Música, 2020), producido por Tobias Levin en Electric Avenue Studio de Hamburgo, describe a la hermana que nunca tuvo y cómo se ha ido encontrando y relacionando con ella en distintas personas que han representado ese papel a lo largo de su vida. “Hubo un Día Entero", "Cucharita", "La Mancha", "Valentina", "Pequeña Nana” y “Hermana" hacen referencia íntima a distintas personas que han representado este papel para él. Canciones como "Balasera", "Barcarola", "Planicie de Canto", "Añil", son más de paisaje y representan su origen y dónde se encaja su canto. Este álbum muestra un urdimbre algo más oscuro y sinuoso bajo el que intuimos a una hermana que acompaña, protege y guía con una presencia etérea. Una hermana que nos devuelve a un Victor Herrero más sabio, optimista y luminoso y nos enseña que solo acompañados por la duda, intriga y la curiosidad podremos comprender el tejido e hilar la trama.
Victor, ¿qué buscas y qué ansias encontrar cuando escribes?
Víctor Herrero: La música me ronda como diablo. Me llama, me seduce, me demanda, me ordena, y yo trato de atender, de servir, siempre que puedo, sea como sea, cueste lo que cueste...la cuestión, a este punto, sería más bien; qué demonios quiere la música de mí?
¿Cómo tienes que estar para que surjan las canciones? ¿Hay una conexión mental con el inconsciente, un éxtasis creativo?
Víctor Herrero: Que las musas te encuentren trabajando, como dijo Picasso. Por trabajo también entiendo, sobre todo, el crear en tu vida, en tu realidad, un espacio, un estado, que a veces puede ser parecido, supongo, a un estado de gracia. Estar poéticamente disponible lo más que se pueda, para que la música te encuentre. No es fácil, la sociedad entera está construida en contra de eso. En ese sentido, cada poema que nace, es un golpe de estado de gracia.
¿Escribes todos los días o solo cuando la música o el rapto musical reclama tu atención?
Víctor Herrero: Solo cuando se me reclama.
Te considero más artesano que artista, ¿crees que la diferencia radica en una cuestión de ego?
Víctor Herrero: La diferencia, para mí, es una cuestión de dimensión y relación con la obra. En este caso, a mi parecer, el artesano tiene por lo general una relación más directa y personal con su obra, y a menor escala. Una relación más primaria con la materia y los elementos. Más íntegra y con conocimiento de su oficio. Estos son valores que se pueden aplicar también, por supuesto, al artista, pero términos como “artista” y “arte” se han alterado completamente con la industrialización megalómana del arte. Posicionarme como artesano, en estos tiempos, es en cierto modo una declaración de integridad y medio-ambiente. Además que para mí la guitarra clásica es un instrumento súper maleable y arcilloso, a veces cuando acabo de tocar me pregunto cómo es posible que no tenga las manos llenas de barro.
¿Hay una coexistencia del Victor músico y el Victor tu vida cotidiana? ¿Hay un reflejo de tu modo de vida en tus canciones?
Víctor Herrero: “Bueno, parece que no podemos curarles de la idea de que nuestra vida diaria es sólo una ilusión, detrás de la cual se encuentra la realidad de los sueños".
Fitzcarraldo 1982, Werner Herzog
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Cuál es la manera en con la que desde la nada consigues llega a la canción?
Víctor Herrero: La canción no llega de la nada, llega de arriba, que es el todo. Hemos de tratar de sintonizar al máximo esa antena. Hay demasiado ruido y distorsión en este mundo. El trabajo está, supongo, en sintonizar la antena, estar de algún modo lo más que se pueda en contacto con nuestra naturaleza.
¿Cuál fue la primera canción que escribiste? ¿Cómo fue ese momento?
Víctor Herrero: La primera canción que escribí fue con 11 o 12 años, cuando estaba como niño cantor en la escollaría del Valle de los Caídos. Era una canción muy sencilla y cortita, al piano, hecha en su mayoría con teclas negras. Algunos de mis compañeros la aprendieron, ¡e incluso hoy en día alguno de ellos aún se acuerda, lo juro!
¿Cómo trabajas los textos y la relación con palabras en desuso que tan bien se relacionan con el campo y el paisaje?
Víctor Herrero: La verdad es que cuando escribo me pasa algo parecido a la escritura automática. Muchas veces me vienen incluso palabras de las que desconozco, de primeras, el significado. Palabras que muchas veces acaban encajando por sorpresa en el contexto. Están ahí, en nuestra memoria colectiva, en la memoria de nuestra lengua, supongo. Es como un susurro al oído. Para escribir es la lengua castellana misma lo que me inspira, y el uso físico y musical de la palabra.
¿Cómo fueron los primeros tientos para dar forma a este disco?
¿En qué momento decidiste que tenías que dedicar un disco a la hermana que no tuviste?
Víctor Herrero: El título del álbum llegó con la canción que lleva su nombre, y acabó contextualizando al resto. Hubo antes tres intentos; en Vejer de la Frontera, Berlin Funkhaus y Kalmar (Suecia), del 2016 al 2018, hasta que por fin lo logré capturar en Hamburg en el 2019 con Tobias Levin. En el transcurso del tiempo algunas canciones se mantuvieron, la mayoría, y otras se incorporaron en la versión final. La verdad es que me ha costado bastante cuajar este disco. He tenido la gran suerte de que Adrián de Alfonso (Don The Tiger) me ayudase en toda la última parte del proceso.
¿Cómo es esa “hermana” que siempre quisiste y cuán presente está en tu camino?
Víctor Herrero: La respuesta a “cómo es esa “hermana”” creo que se puede encontrar en la letra misma de la canción. Esa hermana está siempre ahí, presente, manifestándose en el camino milagrosamente en distintas formas.
Es un disco más duro, inquietante y con algunos pasajes algo más oscuros que el anterior, ¿hay intención de provocar tensión o intentar hacer reaccionar?
Víctor Herrero: Yo lo veo al contrario, mire, creo que es un disco más blando, por cómo van desamarradas en traste las canciones. Para mí es disco más reposado, más dilatado, más lánguido, ósea, menos tenso. Pero en verdad no intento provocar voluntariamente nada. ¿Es este disco más oscuro?…mmm, ¿claroscuro, quizás?
En “Planicie del canto” me pareció intuir notas sostenidas que rompían la melodía hacia un lado con menos luz, casi inquietante.
Víctor Herrero: Esa es la intención, o la naturaleza de la canción. Es una canción bastante apocalíptica en cierto modo, habla de la sobrexplotación, y en consecuencia del fin de la cultura en
referencia a la crisis de poesía que estamos viviendo con este sistema de monopolio devastador. Planicie de canto (de tierra) donde todo parece estar secándose, incluso a nivel geográfico con el abuso despiadado de los recursos naturales.
Planicie de canto (de cantar), por la pobreza y falta de relieve en la poesía, en las artes, en el canto… la falta de romance, de aventura, de valor, que es en definitiva reflejo de un estilo de vida complaciente y plano.
Víctor Herrero: Nos va a costar más salir de ella y en eso andamos. Ese el trabajo, ”cómo podremos salir
de esta vasta planicie de canto”. Ahí está la reflexión y el trabajo. Soy optimista, se supone que puede haber salida. El optimismo para mí va directamente ligado con el signo de interrogación, con no perder, al menos, la curiosidad.
¿Qué lugar ocupa este disco en tu trayectoria?
Víctor Herrero: Creo que es un disco de transición, por los tiempos que estamos viviendo, y también musicalmente, ya que mi próximo disco será con arreglos de cuerdas y otros elementos, supondrá un campo nuevo en mi canción.
Eres un gran guitarrista, la primera canción de disco, “Balasera” nos muestra que la guitarra va a ofrecer un dialogo tan importante como la misma letra. Arpégios, cuerdas sueltas, trasteos, rasgueos y silencios ¿Cómo labras este soliloquio?
Víctor Herrero: Muchas gracias. Balasera es una invitación, una apertura, sí, un “se abre el telón”, un disparo de salida.
Volvemos a la alfarería, y a la maleabilidad del instrumento. Me gusta que la guitarra esté destensada y grave, que se presente arcillosa y lánguida en los trastes, que se dilate en caja y agujero, desintegrándose en grano con el silencio.
¿En "Añil" hablas de la labor del poeta con las palabras? El acto de cantar: las palabras son guijarros con toda su historia y esencia. Son el suelo que pisamos.
Víctor Herrero: Sí, en "Añil" hablo del canto (de cantar) como canto (de piedra), como si el canto (de cantar) también estuviese formado por la compactación de los sedimentos de la historia, de la memoria, de la tierra.
Me decías que en el disco se perciben dos partes, dos tipos de canciones "Balasera", "Barcarola", "Planicie de Canto", "Añil", son dialogos internos sobre el panorama, el campo, la perspectiva y el origen de tu discurso, ¿Cómo es la otra parte?
Víctor Herrero: Esas son, en efecto, canciones de paisaje y estado. El resto tratan de alguna manera de la relación con esa hermana que nunca tuve, en sus distintas formas.
“Hubo un día entero” es una conversación entre el miedo y el silencio. ¿Cuán importante es el silencio?
Víctor Herrero: El verso toma sentido cuando desemboca en el silencio.
Háblame de “Valentina”...
Víctor Herrero: Estaba yo entonces en París, hace unos años, en el día de San Valentín. Estaba solo, fuera llovía, el día era gris, …fue entonces cuando llegó esa canción.
“La mancha” nos demuestra que la canción no siempre es amor o himno, también es llanto, grito, terror y advertencia.
Víctor Herrero: Creo que a muchos nos pasa que a veces podemos tener una relación de amor-odio con el lugar de donde venimos. La Mancha habla de esa relación, extrapolada además (matando dos pájaras de un tiro) a una persona.
Hay algo único en tu sonido. De tan primitivo suena vanguardista, de tan superlocal suena internacional, de tan limpio de sonidos mestizos y españoles suena a más de aquí que cualquiera. Original y genuino por partes iguales.
¿La sonoridad nace así o es el resultado de coger el tronco, limar, lijar y pulir?
Víctor Herrero: Ese sonido se encuentra ya en la guitarra, en su memoria, a través de la historia. La guitarra española es un diamante en bruto que no hay que pulir, sino dejar que se exprese sin limitación ni complejo. Tenemos a nuestro recaudo uno de los instrumentos más maravillosos del mundo.
Nos has mostrado tu origen, hemos visto que el camino es llano pero duro y hemos descubierto lugares agradables y otros más oscuros. Con “Pequeña nana” nos devuelves la luz y cantas al sueño.
¿Cuál es el viaje y el aprendizaje que nos ofrece este disco?
Víctor Herrero: Pequeña Nana está dedicada a mi hija Alma de dos años. Escribí esta canción cuando nació. Es otro tipo de hermandad, la de un padre con su hija, y con su madre. Sobre por dónde habéis ido y por dónde os he llevado y qué habéis aprendido y cuál es el viaje que os ofrece este disco?, supongo que mejor me cuenten ustedes?
¿Cómo presentarás el disco? ¿Qué planes tienes para estos próximos meses?
Víctor Herrero: De momento tratar de no arruinarme y llevar el temporal lo mejor que se pueda. Terminar mi próximo disco que se llamará “Si Otro Gallo Cantara”, y seguir escribiendo. Los conciertos de “Hermana”, cuando los haya, si es que los hay, serán a la guitarra y voz, y una silla.