Por: Skar P.D.
A ver...si a alguien se le ocurre oír este disco, recomiendo fervientemente que empiece por la pista dos, "The Buzz", y a partir de ahí entrarán en juego todas las emociones posibles, desde las de los fans irredentos y absolutamente enamorados de la señora Hynde hasta aquellos que albergan una mínima neurona musicalmente activa.” Y crees que no te importa, y crees que es tu elección, pero estás hipnotizado y sigues la voz del maestro de las marionetas". Pretenders, o sea Chrissie Hynde, en estado puro.
Unos Pretenders que no sonaban tan a Pretenders desde hacía años, y cuando uno está a punto de cumplir 69 años y es todo un icono en esto del rock'n'roll, Halle of Fame incluido, y factura un disco de estas características, es como si el tiempo se hubiera detenido allá por la segunda mitad de los ochenta, porque, y es bueno dejarlo claro, este es el mejor disco de Pretenders desde el ya lejano "Learning To Crawl" o, si queréis, para que no suene tan triunfalista, desde el "Get Close".
La voz, la sedosa voz de Chrissie, con esa tonalidad a medias entre la timidez y el descaro, entre la chulería y la ternura, se hace patente y desde luego te trastoca las vías emocionales. Todo esto se ve reflejado sin duda en "The Buzz". Todo un clásico vaya.
"Hate For Sale", la canción homónima, abre el disco con un guiño a la escena punk de la que Hynde es privilegiada superviviente, desde el supuesto inicio fallido hasta la desgarradora armónica, que hay que ver que bien le sienta a Chrissie la armónica, pasando por la agresividad y la urgencia propias del desarrollo de cualquier canción con atisbos punkies que se precie. O del glamour que desprende la muy nueva olera "Turf Accountant Daddy", que nos trae de vuelta a los Pretenders más fanfarrones y sugerentes.
Los aromas de reggae más persuasivo y sofisticado son el caldo de cultivo por donde transcurre "Lightning Man" y sus ensoñadoras guitarras llenas de reverberación.
Y el soul, porque la voz de Chrissie está llena de soul, de la balada por excelencia que es "You Can't Hurt A Fool" muestra toda la calidad y la calidez de la voz de la Hynde en su vertiente más romántica y comprensiva. "Demasiado viejo para saberlo, demasiado joven para su edad". Mas chula que un ocho hasta para sacarla a bailar.
De nuevo el espíritu del genuino legado de Pretenders se muestra en los enérgicos acordes de "I Didn't Know When To Stop" y de nuevo otra marca de la casa como es la impronta Kinks toma carta de naturaleza, lo que es una de las constantes, con mejor o peor fortuna en toda la trayectoria de la banda
Que las grandes bandas tienen un sonido atemporal es una obviedad, por eso son grandes o clásicas, si se quiere, al igual que hay ciudades atemporales o clásicas en cualquier imaginario que se precie, así que no es de extrañar que "Maybe Loves Is In NYC" suene a clásico ¿o es que hay algo más clásico que tener un romance en la ciudad que nunca duerme?
Menos evidentes son las incursiones garageras, pero aquí se dan cita en, la aparentemente menor, "Junkie Walk", aunque quizás con un par de cervezas te dé por cantar el estribillo a voz en grito e incluso por menear la cabeza y similar una breve e intensa "air guitar" cuando el guitarra James Walbourne, cuya contribución a esta renovación de Pretenders es más que evidente, tira de velocidad táctil. Es el coautor de todas las canciones del disco y es como si, por fin, Chrissie Hynde hubiera dejado de añorar la presencia del malogrado James Honeyman-Scott. Y ya era hora porque llevan juntos una decena de años.
En un disco donde conviven canciones con aromas de clásicas, "Didn't Want To Be This Lonlely" es una más para tener en cuenta y otra que encontrará, seguro, perfecto acomodo en los shows en directo sin desmerecer en absoluto. Es de esas que te invitan a bailar desde el primer momento y no importa que no sepas, solo tienes que saltar en el más puro estilo del rock'n'roll acuñado por los maestros. Hey Bo Diddley y declaración de intenciones mediante, "perderte fue un alivio ... Me da lástima por el próximo".
El disco cierra con la segunda balada, esta vez acunada en un piano de tesituras clásicas en esto de las baladas, y donde la vena intimista y reivindicativa de Chrissie se muestra nítidamente. A ella, autora de un libro subtitulado "Memorias airadas de una Pretender", nadie le va a decir lo que tiene que decir ni en el tono que tiene que decirlo: "Las feministas afirman que todas somos iguales, pero no conozco a un hombre que no haya sentido la misma vergüenza” Todo esto sin levantar la voz, y si se te escapan las lágrimas en público levanta la cabeza. Genio y figura.
Este undécimo disco de estudio de Pretenders está producido por Stephen Street (Smiths, Cranberries, Blur), el mismo que ya produjo "Viva El Amor" allá por finales de siglo y está tocado por Pretenders. Esto parece una perogrullada, pero ya va para una decena de años que Chrissie se rodea de una banda estable, con una base rítmica compenetrada formada por el batería Martin Chambers, a estas alturas ya fiel escudero y único superviviente junto con la Hynde de la formación original, y el bajista Nick Wilkinson. Y el guitarrista James Walbourne que parece que se ha imbuido del genuino y primigenio sentimiento Pretender y con la suficiente sensibilidad para demostrarlo. Y esto se nota, la estabilidad de la banda, la colaboración de nuevo con un guitarrista implicado en el sonido de la banda ha dado como resultado un disco notable, muy notable. Y el talento y el acierto de las composiciones, vaya.
Es como si el tiempo no hubiera pasado, como si todo siguiera igual con las mismas expectativas de futuro que hace 42 años. Porque hace 42 años que muchos y muchas nos enamoramos de esta mujer, y es muy reconfortante sentir que después de tanto tiempo nos sigue emocionando, y quién sabe, lo mismo sigue conquistando nuevos corazones. No será porque en este disco no haya unas cuantas canciones que te demuestren porque Pretenders es una banda imperecedera.Y si Chrisie Hynde te canta "no sigas las reglas" con esa voz que te atrapa, te rodea y que parece que te lo está diciendo a ti personalmente y al oído, lo único que se puede hacer es seguir sus consejo porque una de las verdades absolutas en esto del rock’n’roll es verla salir por la esquina del escenario y colgarse la guitarra frente al micrófono.