Por: J.J. Caballero
La cuna del pop y todo lo que eso significa sigue estando, queramos o no, en las islas británicas. Las competencias transoceánicas vinieron por otros caminos y ampliaron, hasta dieron forma en muchos casos, a nuestros gustos y predilecciones sonoras. De allí, de un imperio históricamente importantísimo (para esto de la música también) proviene un vocalista desprejuiciado y voraz llamado Duncan Foord, que decidió afincarse en Cataluña hace unos años y encontró varias hormas para su zapato sonoro después de bascular entre formaciones que buscaban lo mismo que él. Que no es otra cosa que diversión, básicamente. Y de paso dar a conocer un vasto bagaje que por fin se hace patente en esta banda, The Lucies, en la que lo secundan Scarlett y Josep Vilagut al piano y guitarra respectivamente. La receta prescrita en “Usable substance”, el más reciente trabajo del combo anglo-catalán, debe administrarse en las dosis justas y sin prisa pero sin pausa, para que el efecto sea más duradero.
En una época en que la pandemia no solo ha matado a miles de personas en nuestro país sino que ha acabado por aniquilar los restos de una industria raquítica, los actuales y dudosos métodos masivos de consumir música, que no de escucharla, hacen a la mayoría de bandas racionar sus canciones en lo que antes se llamaban singles y ahora se reinventan como “adelantos”. Esto significa que grupos como The Lucies, que desafortunadamente nunca serán conocidos por una mayoría aborregada y ahora más desconcertada que nunca, deben basar su repercusión en las escuchas, clicks o reacciones varias a cada uno de sus temas por separado. Así, “Sapphire”, que fue la primera pista de la que tuvimos constancia, resultaba una apuesta por el pop de guitarras potentes y fuerte raíz nuevaolera; “Giant”, la subsiguiente, se balanceaba adictivamente hacia la esencia de príncipes decadentes como Jarvis Cocker y los primeros Pulp; y “Shake me up” abrazaba la acogedora intimidad de un medio tiempo espléndido e igualmente bien trabajado. Solo por estas piezas, el disco merecía una escucha mucho más profunda y dilatada, sobre todo por esos destellos de glam que se adivinaban en varios de sus momentos. El grupo suena engrandecido y expansivo, impulsado por el fuelle de un mensaje punk nada disimulado en “Too old to die young” (un tema vestido además con los habituales ropajes de The Smiths), el clasicismo "british" de unos Blur en “Stay this way” o la magnificencia pop de aquellos añorados Prefab Sprout en “King of the world”. Imposible dudar de que con semejantes maestros iban a nacer alumnos tan aventajados.
En “Usable substance” hay mucha melancolía (“Winter”) pero también mucha sabiduría y horas, muchas horas, de escucha consciente y aprendida de una serie de artistas y músicas que, partiendo de la misma raíz, derivaron en la trayectoria vital y sonora de una banda que espera seguir creciendo a la misma velocidad que sus todavía escasos seguidores. Hablar de futuros conciertos es aún una utopía, pero si alguien quiere detenerse en esas pequeñas joyas que llegan a nuestros oídos casi sin avisar encontrarán aquí un excelente motivo para hacerlo. Razones de peso lo llamamos algunos.