Por: Pepe Nave
Mucha expectación había generado el lanzamiento del nuevo disco de esta singular banda de Houston (Texas). Aparte de que su anterior trabajo "Con Todo El Mundo" (2018) llamó la atención con su peculiar combinación de thai funk, blues, psicodelia etc., unos temas intrumentales, que en directo se defendían bien, y una imagen llamativa; el posterior EP a medias con el cantante soul Leon Bridges y el anuncio de que iban a incorporar la voz a sus canciones disparó la curiosidad. Además, los tres adelantos lanzados no solo mostraban que era cierto que la bajista Laura Lee podía cantar, sino que eran capaces de componer éxitos de pista de baile o radio fórmula en toda regla.
"Time (You and I)" es un sensual bombazo disco funk a lo Chic, aunque ya se sabe que ellos no solo beben de la fuente americana, sino que también bucean en la repercusión de dicha música en escenas como la iraní, la nigeriana, etc. Khruangbin, de hecho, significa avión en tailandés, y el funk de dicho país fue de sus primeras influencias. Así, en su espacio en Spotify han generado múltiples playlists con el nombre de “Vuelo XXX a …(nombre de la ciudad)”, con paradas en Lagos, Teheran, Detroit, Kingston, Mumbai, etc., en la que cuelgan canciones de cada lugar, en general se trata de la fusión del soul, reggae, disco o funk con la música de cada país. Por cierto, muy recomendables todas ellas incluso a oídos no acostumbrados, la mayoría podrían sonar en cualquier sesión de DJ occidental incluso elevando el listón.
El segundo single en lugar de ir por esa vía fue, sorprendentemente, una canción de pop ensoñador en la que las pinceladas de la guitarra de Mark Speer sobre la base rítmica de Donald R. Johnson Jr “DJ” nos recordaban que eran ellos. "So we won’t forget" se llama la joyita, donde Laura canta angelicalmente sobre la importancia de contarnos las cosas, incluso escribirlas, para que nada caiga en el olvido.
Para el tercer avance, nos dan otro quiebro y lanzan "Pelota", ¡una rumba con bola de espejos en castellano! Laura Lee es de ascendencia mexicana, pero explicaba Mark en una entrevista que la inspiración les vino de escuchar a ¿Camarón?, ¿Paco de Lucía?, ¿Peret? …No señor, sino vía El Fary y unos temas de rumba-disco de Perlita de Huelva (buscad el LP "Quiero Olvidar" de 1980). Está claro que no son arqueólogos concienzudos de otras músicas, ni van de lo más grande a lo más chico, devoran canciones sueltas y playlists en plataformas y blogs y lo que les gusta, les da igual que sea hortera o demodé para los aficionados, ellos se lo llevan a su terreno. Aquí los bajos rotundos y la guitarra con reverb le ponen la firma a la rumba.
En este punto estábamos cuando llegó el álbum completo. Parecía difícil mantener esa efervescencia y de hecho lo ha sido. La primera canción nos pone los pies en el suelo. "First Class" es un funk lento un tanto carente de chispa, con unas voces más a modo de coro intermitente, que recuerdan a banda sonora de película porno setentera. No os creáis que es solo una ocurrencia beoda, en una de sus listas (la de Los Angeles) tienen el "¡Gózame ya!" de Susana Estrada y lo cierto es que a ella le queda mucho mejor.
Si los instrumentales de "Con Todo El Mundo" evocaban, entre otras cosas como el funk thai, a los grupos de guitarras como The Shadows o a las baladas de surf rock de finales de los años cincuenta, primeros sesenta, en este "Mordechai" se instalan claramente en los setenta. Las bases rítmicas más graves y voluminosas toman el poder, lo que ocurre es que en demasiadas ocasiones de una forma perezosa y un tanto fría. La primera escucha completa si has escuchado antes los adelantos es un tanto decepcionante. Esperar toda una colección como esas tres es pedir mucho y quizás desnaturalizaría la esencia de la banda, pero algún as en la manga se podrían haber guardado. La obsesión por ganar el interés del público antes de tiempo a costa de avanzar las mejores canciones de que se dispone puede jugar malas pasadas a algunos artistas.
En posteriores escuchas se van revelando más temas que nos devuelven al impacto del anterior disco, como "Connaissais de Face" con un riff contagioso de guitarra que mira hacia el sur y un sugerente diálogo a dos susurrantes voces entre un hombre y una mujer a lo Gaingsbourg-Birkin, que preceden al coro femenino con aires africanos. "Father Bird, Mother Bird", una sentida balada con la guitarra en reverb marcando la melodía o "Shida", en la que Mark Speer hace lo propio sobre un ritmo reggae, son dos buenas muestras de su talento. El resto, también de cadencia lenta pero sin tanto gancho, parece más destinado a generar ambiente que a erigirse en canciones con entidad propia.
Finalmente la impresión que queda es que se han quedado a medias, tanto en su comentado transvase a la música vocal, como en grabar un gran LP que refrendara que no fueron simplemente una sensación de temporada. Ya solo porque son diferentes a las bandas de rock, de indie o americana que puedas ver en cualquier festival, merecen ser tenidos en cuenta, y aunque no han hecho pleno, han dejado suficientes muestras de talento para que les sigamos la pista en el futuro.