Palacio Euskalduna, Bilbao. Sábado, 25 de julio del 2020.
Por: Sergio Iglesias
Fotografías: Txema de la Cruz
Voy a comenzar contando un pequeño secreto que, tal vez, sirva para justificar mi entusiasmo al salir del bolo del pasado sábado: ésta era la primera vez que veía a Capsula en directo… y no porque no haya habido oportunidades, sino porque creo que, hasta ahora, era mi grupo maldito, ese que todos tenemos, el que te encanta pero, cuando toca cerca de tu casa y quieres ir a verlos, siempre pasa algo: o tienes que trabajar, o te pilla fuera, o ya tenías otro plan inamovible…
El caso es que ya me he quitado la espinita y de la manera más extraña que se podía hacer: sentados en un Palacio Euskalduna marcado por el puto virus y las mascarillas. Pero, si hay un grupo que puede superarse ante las adversidades, esos son Capsula, porque ellos siempre triunfan y porque lo que hacen es casi mágico, saben conectar con su público (poco o mucho, eso siempre da igual) de una manera increíble y mantienen el nivel desde el principio del bolo hasta que suena el último acorde.
En este caso, la ceremonia empezó fuerte con “Sun shaking”, tema con el que, ya hace más de diez años, también daba comienzo su disco “Rising mountains”, y a la que siguió “Constellation Freedom”. Dos trallazos que daban pistas de lo que iba a ser el concierto y que demostraban las ganas que tenían de volver a pisar el escenario después del confinamiento… y las ganas que los demás teníamos de disfrutar de nuevo de la música en directo.
La cosa, como decimos, no decayó en ningún momento y el público, arengado por el hiperactivo Martín, comenzó a entrar en calor y a interactuar con la banda, mientras sonaba “Found and lost” y, sobre todo, “Red moon falls”, la primera canción que sonó de su último trabajo discográfico hasta el momento, “Bestiarium”.Tras un breve discurso del frontman bilbaíno-argentino agradeciendo a la gente su asistencia, daba paso a la pseudobluesera “Seven crimes”, que parecía necesaria para bajar las pulsaciones después del trepidante comienzo. Pero nada más lejos de la realidad, porque “What´s in the mirror” volvía a poner en pie a casi todo el público. En este punto hay que destacar el papel de Coni en los coros, justo antes de tomar el protagonismo absoluto en “Candle Candle” donde, sencillamente, se salió.
El bolo continuaba, como ya hemos dicho sin dejar de pisar el acelerador y era el turno para la primera de las versiones que sonaron en el concierto, en este caso la revisión del tema de los argentinos SUMO “Mejor no hablar de ciertas cosas”, que precedía a la mística presentación del disco “Bestiarium” por parte de Conni antes de atacar “Away from heaven”.
Si algo se puede decir de Capsula es que no están encasillados en ningún estilo concreto, algo que nos pone la cosa muy complicada a los plumillas musicales, tan acostumbrados a poner etiquetas (unos más que otros, también hay que decirlo), y eso se demostró una vez más cuando sonó “El infierno”, con toques psichobillies, que contrastaban con los ritmos fronterizos que daban paso a “Santa Rosa”, una de las mejores de la noche y a la que siguió “No contestás”, donde quedó claro lo bien que empastan las voces de Coni y Martín cuando cantan juntos.Con “Caballos de mar” daban por concluida la primera parte del bolo, que continuaría tras un breve parón con la sorpresa de ver al venezolano Jorge Cayama, antiguo batería de la banda, de nuevo junto a Capsula sobre el escenario, esta vez para ocuparse de la percusión y de los sintetizadores en “Siren´s lips” y la potente “Magnets”, donde Martín aprovechó para presentar al nuevo miembro de la banda, el batería Álvaro Olaetxea (ex Enkore), que se presentaba (de una manera magnífica, por cierto) en sociedad en este concierto.
Otro de los grandes momentos del bolo se produjo con la versión del clásico “Russian roulette” de los siempre imprescindibles The Lords of the new church que la banda lleva a otro nivel y que precedía a “Dead or alive”, con la que se despidieron por primera vez de un público que, a esas alturas del bolo ya estaba más que entregado y deseando que nunca acabara. Así que, tras una brevísima espera, el grupo volvió a salir de nuevo en formato trío para la última parte del concierto en la que, tras presentar a todo el equipo técnico (otra de las cosas que tiene Capsula es que, para todo, son muy muy muy agradecidos y nunca se olvidan de nombrar a nadie) dieron paso a “Wild fascination” de su disco “In the land of silver souls”, a la que siguieron “Wild confussion”, “Girl whip up the sound” y una brutalísima “Sphinx”, que sonó antes de dar paso de nuevo a Jorge que, esta vez, venía acompañado por el gran Gaizka Insunza de Audience para interpretar el “Suffragette city” de David Bowie.
Para el final, terminando en formato quinteto, dejaron “You cannot blame”, con la que daban carpetazo a una noche perfecta que continuó con la fiesta postbolo que Txarly Romero había preparado en Nave 9, a escasos metros de donde había tenido lugar el concierto.
En fin… la buena noticia es que, por fin, he visto a Capsula y, sobre todo, que ha vuelto la música en directo; la menos buena es que no sabemos cuánto va a durar ni en qué condiciones tendremos que ver los conciertos a partir de ahora. El tiempo lo dirá.