Por: Javier Capapé
El último trabajo de Vetusta Morla nos llega con retraso, el que se ha convertido en habitual durante estos días de confinamiento. Finalmente, y tras casi dos meses de espera llega a nuestras manos “MSDL - Canciones dentro de canciones” una revisión en clave acústica de las canciones de su más reciente trabajo publicado en 2017. Una práctica poco explotada por nuestros artistas, pero por encima de todo una tarea muy interesante, ya que revisitar las canciones de un disco, ofreciendo nuevas versiones de las mismas para darles otra perspectiva o engrandecerlas en ocasiones, siempre es un reto que además se convierte en un acertado presente para los seguidores de cualquier artista que se precie.
En el caso de “Canciones dentro de canciones” el reto era titánico, ya que Vetusta Morla querían dar una nueva perspectiva a canciones que ya de por sí eran monumentos (y si no párense a pensar en lo relevantes que se han convertido los temas de “Mismo sitio, distinto lugar” dentro de su cancionero). Por eso mismo quizá esta revisión sea difícil de encarar, porque estas diez canciones ya eran obras mayúsculas y tal vez no necesitasen de nuevas revisiones, pero los matices que les han impreso a las mismas las hacen atractivas, aunque sin ofrecer una cara sustancialmente diferenciadora del valor que por sí mismas emanaban.
Desde que dieran a conocer el primer adelanto de este disco el pasado diciembre se han sucedido acontecimientos que nos han cambiado la vida. El disco se ha retrasado y la ambiciosa gira que lo presentaba se canceló tras visitar solo dos ciudades: A Coruña y Barcelona. Por ese motivo hemos podido llegar a escuchar hasta cinco adelantos de las diez canciones que lo componen. Por el camino también hemos podido escuchar “Los abrazos prohibidos”, la canción compuesta durante la cuarentena en homenaje a los profesionales de la sanidad pública y que han compartido en su interpretación con artistas de la talla de Joaquín Sabina, Xoel López o Iván Ferreiro, por citar solo unos ejemplos de sus muchos colaboradores.
Estas cinco canciones nos han hecho más fácil la larga espera del disco y nos han permitido ver su carácter más relajado y detallista. Unas reinterpretaciones que apuestan por sonidos más acústicos y pausados, por mayor mimo en los detalles y por una óptica que intenta llegar más adentro. Eso mismo procuraron con el inicio de su gira de presentación que se vio truncada por la situación vírica, y en la que pudieron apreciar aquellos afortunados que la vieron una reformulación hacia los pulsos más calmados y la intimidad a flor de piel de sus canciones más clásicas y de las que aquí nos ocupan.
“Canciones dentro de canciones” es una nueva visión, un mismo sitio pero distinto lugar de estos ya diez clásicos de la banda de Tres Cantos. Donde “Palmeras en la mancha” se torna más suave reduciendo sus revoluciones y “23 de junio” se transforma y aligera en una especie de pop sesentero delicado. Todas nos dan otra perspectiva de lo ya vivido, aunque en algunos casos aporten poco a la experiencia pasada. Es el caso de “Punto sin retorno”, que podría haber habitado así en el disco original y no hubiéramos notado gran cambio, o en “Consejo de Sabios” donde el camino mesiánico de la original parece hacerse más tímido añadiéndole ritmos de chacarera, pero termina igualmente convirtiéndose en lo que ya era. Sí nos sorprenden grandes aciertos como el piano que conduce todo el desarrollo de “Deséame suerte” o el minimalismo del que se viste “Vieja Escuela”, sustituyendo en este caso los sintetizadores y ambientes originales por una buena gestión de las guitarras. “El discurso del Rey” se muestra más cercana y se aprecian mejor detalles en la interpretación vocal de Pucho que antes con la producción más contundente se perdían, similar a lo que le ocurre también a “Guerra Civil”.
La cara con la que se nos presenta “Te lo digo a ti” sigue siendo desgarradora, pero aquí parece casi un tecno-blues que hasta podría emparentarse con los mismísimos Depeche Mode de la última etapa. Cerrando de nuevo (porque todo el disco mantiene el mismo orden que el original) nos encontramos “Mismo sitio, distinto lugar”, que demuestra lo imperecedera que es esta canción, se vista como se vista. Aquí apenas necesita algo más que dos guitarras y consigue estremecernos nuevamente. Un himno, una canción que bien vale un disco, o como es el caso que nos ocupa, hasta dos. Pero, en definitiva, este álbum aporta más bien matices, algunos de éstos innovadores aunque la mayoría cercanos al low tempo, pero no grandes giros, por lo que poco hay que nos proporcione de gran novedad éste con respecto a su hermano original de 2017.
Al conocer el contenido del disco casi al completo por la cuarentena la sorpresa también disminuye, y es quizá un factor que juega en su contra. Tan solo podemos deleitarnos con la edición única en formato físico compuesta por vinilo y cd y un packaging de lujo como el combo madrileño nos tiene acostumbrados. Pero más allá del continente no ofrecen mucho más de lo esperado. Quizá si la gira de presentación del disco hubiera tenido continuidad (aunque en los primeros compases de la misma también hubo muchas críticas de los fans más fundamentalistas) hubiéramos podido apreciar en profundidad esta transformación soñada, esta vuelta de tuerca que exige y cuestiona (en definitiva el argumento principal del disco en sí mismo), pero en este estado de paralización sólo nos queda deleitarnos con algún matiz diferenciador que nos haga vivir las canciones ya conocidas con otros vestidos más atrayentes para algunos, pero con poco que ofrecer de nueva temporada. Una gira truncada tampoco ayuda al crecimiento de estas canciones y su concepto y por ese motivo puede que la experiencia se quede en anecdótica. Cuestión de los tiempos que les ha tocado vivir a estas canciones, ya de por sí magníficas y ensoñadoras, que podrían ofrecer una cara alternativa, pero que sin su acompañamiento en directo tal vez no consigan el mismo efecto. Yo mismo, seguidor acérrimo de Pucho y los suyos, me he quedado como esperando más, como necesitando un directo que asiente esta apuesta tan interesante. Pero lamentablemente ese concierto no podré vivirlo y al conformarme con su disco quién sabe si pasados unos meses no preferiré recurrir a su versión original que me acompañó fielmente durante todo ese 2018 y 2019 haciéndose conmigo todo uno. “Mismo sitio, distinto lugar” fue un acontecimiento, el mejor disco que podían ofrecer Vetusta Morla tras arrasar con una carrera cimentada como pocas en nuestro país, pero este complemento puede dejarnos medio huérfanos, a la espera de nuevas canciones (que no transformaciones) que nos hagan volver a creer y salir de este letargo, de esta nueva realidad que necesitamos urgentemente vestir de melodías.