“Cuando tienes mi edad lo que quieres es hacer canciones, pasártelo bien y salir al escenario a disfrutar con lo que cantas”
Por: Javier González
Miqui Puig es pura emoción y pasión por la música. Adentrarse en sus canciones es lanzarse en busca de sensaciones. En su particular universo pop uno descubre la camaradería y la nostalgia entre una amable sensación de calidez en la que sin querer te meces y reconfortas hasta acabar por definirte como fan irredento del artista catalán.
Capítulo aparte merece su fenomenal y guadianesca andadura solista, la cual sin duda merecería un estudio calmado y concienzudo, ya que la misma arroja una sorprendente capacidad para firmar trabajos notables, algo a los que no son ajenas sus dos últimas firmas, “Escuela de Capataces” y “15 Canciones de Amor, Barro y Motocicletas”, obras solidas capaces de ser disfrutadas de principio a fin.
En los días más grises del confinamiento sus canciones volvieron a revolotear tan evocadoras como de costumbre, por lo que tuvimos que contactarle para conocer cómo llevaba toda esta situación, pero sobre todo lo hicimos por la necesidad que teníamos de acercarnos a la luz de un gran amante del pop en su más bella y rotunda expresión.
Dadas las circunstancias bajo las que se está llevando a cabo esta entrevista. ¿Qué tal llevas el confinamiento?
Miqui: Mi día a día ha cambiado muy poco porque trabajo en casa. Nos ha cambiado la socialización, el movernos, el ir a comprar, coger el coche, el ir al restaurante y hacer vida fuera. Lo típico. Ahora trabajo en casa, aquí maquino todo, preparo el programa de radio y hago las maquetas de las canciones. Llevaba tiempo con ganas de hacer el programa desde aquí y ahora lo estoy haciéndolo a diario desde aquí. Todo sigue igual, solo que lo con tristeza porque tengo que ver a mi madre desde lejos y no puedo abrazar a mis sobrinos. Esas cosas que todos echamos de menos.
¿En qué momento de tu andadura profesional te ha pillado toda esta locura?
Miqui: Hace años que me dedico a los alrededores de la música, la radio es mi modus vivendi ya que el programa funciona bien. Desde este año es diario y con unas audiencias muy correctas, lo que hace que todo el mundo estemos contentos. Y en el plano musical ando como todos, luchando, tratando que los proyectos surjan. Ahora se cumple un año de la publicación del disco que a nivel de críticas ha sido bien valorado, pero que no ha tenido repercusión en la calle, por circunstancias que siempre son ajenas a nuestras expectativas, a nuestra forma de pensar y ver. Estoy contento porque ya tengo la libreta con miles de garabatos e ideas que vete a saber si van a llegar a buen puerto o simplemente serán una forma de tener la cabeza ocupada.
“15 Canciones de Amor, Barro y Motocicletas” creo que es tu mejor álbum en solitario hasta la fecha. Además, da la sensación de que tu carrera iba cogiendo velocidad con él, porque solamente habían pasado dos años desde el brutal “Escuela de Capataces”. ¿Comenzaban a darse las circunstancias para que Miqui Puig volviera con regularidad?
Miqui: Qué guay. Era la idea, ya que volvía no tenía que dejar de trabajar. Nunca he dejado de tener ganas la verdad, pero ya sabes que hay cosas que se escapan. Estoy es una situación en que no soy un personaje revivalista que viva de sus canciones antiguas, tampoco soy un rockista que pueda estar escorado a cierto sector de señores de cincuenta años que hacen pop. Más bien soy un outsider, tengo cincuenta años, y hago canciones que beben del italo, del postpunk y de cualquier cosa que se me pase por la cabeza. Soy un kamikaze contra mí mismo pero entiendo lo que ocurre. Mis canciones hablan de viejos riders y traiciones. No soy un personaje cómodo pero sé dónde estoy. Al saberlo sé que hay que picar piedra. Es muy divertido y bonito cuando alguien redescubre una canción de alguno de mis discos. Ahora que se ha filtrado que para el Record Store Day vamos a reeditar “Casualidades”, han sido magnificas las muestras de emoción que me han llegado de mucha gente.
Veo tus dos últimos trabajos como complementarios. En ambos percibo al milímetro la idea que tengo de Miqui Puig. Esas canciones pop, apelando a la hermandad, con letras que son un código secreto casi, con sus cadencias soul y aires sesenteros muy evocadores. Con esas referencias tan personales que los que somos fans tanto disfrutamos.
Miqui: Gracias, muchas gracias. El otro día Tomás, el ingeniero con el que llevo trabajando más de diez años, me decía que él veía una continuidad y que nos faltaba una trilogía. Yo hago la broma de que primero fueron bicicletas, luego las motos y nos faltarían los coches para hacer los tres discos. Es donde estoy cómodo y donde surgen referencias que me seducen. Habitualmente tengo una tertulia con Kiko Amat y Carlos Zanón, nos reunimos y hablamos de cómo en muchas ocasiones parece que somos invisibles. Kiko hablaba el otro día de una canción del último disco de Robert Forster que dice “cuando no molábamos”, ese tipo de sensaciones que nos pasan a todos de vez en cuando. A veces te parece que estás pregonando en el desierto. Pero cuando tienes mi edad lo que quieres es hacer canciones, pasártelo bien y salir al escenario a disfrutar con lo que cantas.
Me mata escuchar canciones como “Hunos”, donde dices “No suena el jukebox”, algo que a los amantes de la música siempre nos parece doloroso. O como cantas con plena convicción, “pasa la vida y pasaré yo”. Da la sensación de que asumes todo, o casi, con total naturalidad.
Miqui: Es así, ya está y no pasa nada. Es algo que ocurrirá. A mí la obsesión de según qué artistas en según qué momentos de quejarse no me atrae. No sirve de nada. He pasado épocas y baches muy profundos. Lo que hacía entonces era recogerme, lamerme las heridas y seguir hacia adelante. No nos queda otra que seguir, seguir y seguir escribiendo canciones.
El cierre de “Ola”, con esa voz que reivindica a Bowie, Prince y Morrissey, suena a declaración de intenciones…
Miqui: ¿Sabes quién es? Lloyd Cole. Es muy bestia. Es una entrevista que le hice hace tiempo. En un momento dado le dije, “¿Y quiénes son para ti los importantes?”. Me contestó Morrissey, Bowie, Prince and me. Entonces rompimos en carcajadas. Fue un separador que me acompañó durante cuatro años en el programa de radio. Creía que para el disco era una cosa me venía al pelo.
Bueno, ahora Mozzer está mal visto ahora por todas las polémicas que genera ajenas a la música.
Miqui: La gente dice que el nuevo disco está muy bien, todavía no lo he oído. Hay artistas con los que de repente me cojo tiempo. A Morrissey llevo tres discos sin seguirle, los recuperaré seguro. Con respecto a él siempre digo lo mismo, teniendo el catálogo de The Smiths detrás, yo también sería político. “Raros” estuvo guardada en un cajón durante mucho tiempo. Estamos viviendo unos años en que no se puede hablar o decir nada. Hay linchamientos diarios. Cuidado con no decir nada fuera de sitio, no sea que te vayan a estar rastreando. Hay gente que rastrea tu nombre para ver si has dicho algo que pueda sacarse de contexto. Hace tiempo un periodista de aquellos a los que le gustan las polémicas, trato de hacerlo acerca de un comentario de un fan que decía “Qué clase Miqui”. Decía “ya estamos diferenciando por clases”, como si se tratara de algo elitista. Le tuve que contestar, “soy hijo de campesino y ama de casa, soy autónomo”.
Decir eso tratándose de ti, un tipo que maneja las ideas de clan y que me ha confesado que su ideal era dar estabilidad a tu banda y mánager, es estúpido. Por cierto, ¿lo habías conseguido?
Miqui: Sí, andaba en ello. La banda es un elemento muy importante para mí, aunque es difícil mantenerla. Somos gente mayor pero es jodido hacerlo porque cada uno tenemos nuestras mierdas. En este disco se ha sumado la gente de Primavera Labels también, por lo que somos un clan que siempre tiene aliados. De repente han aparecido músicos nuevos, trabajo con ellos y acaban por sumarse al clan. Al final somos un gran “team” y en cada momento buscas al mejor. Para este disco ha habido gente que solo ha venido, ha hecho programaciones y después se han ido. Siempre digo que tengo una gran agenda y una manera de mirar al pop que nos hace llegar a gente distinta para colaborar con ellos.
Eres un tipo de calle. ¿Cómo estás llevando no poderte juntar a hacer “vinagre” y no poder acercarte a la tienda de discos para hacerte con las novedades del mercado?
Miqui: (Risas) Pues eso como recibo tantas novedades digitales para el programa de radio, lo llevo bien. Tengo momentos de tener que parar de comprar cosas. A veces me duele la cabeza y los oídos de tanta información. Estamos a Martes y he entregado programas para una semana, me gusta hacerlo así por si acaso pasara algún imprevisto. En los primeros quince días de confinamiento estuve manufacturando programas en casa para la emisora. Soy el único de la emisora que no ha parado en ningún momento. Comprar discos es una cosa que cada vez hago menos, por cuestión de asimilación. También es verdad que en casa casi no me sirven. Lo que más echo de menos ahora mismo es una moto, es un momento de privacidad para mí donde ordeno muchas cosas. No tengo la tentación de llamar a nadie, ni de poner ningún disco. Es un momento de relax muy importante.
¿Cómo piensas que va afectar todo esto al mundo musical?
Miqui: Va a joder mucho porque pagarán justos por pecadores. Caerá mucha gente que esté en precario. Tú ya sabes que también nos va a resituar. Es un negocio al que mucha gente se apuntaba. Hay más oferta que demanda. Es frustrante para la gente lanzar sus discos y ver que no pasa nada. Es todo muy raro, tío. Tengo amigos con estudios, montadores y técnicos de directo que están todos jodidos. Lo vamos a notar. Tenemos que ser conscientes de que sabíamos en qué gremio nos metíamos.
A mí me gusta la frase de Loquillo que dice “Hay que venir llorado de casa”.
Miqui: En eso cada uno es muy libre de hacer lo que quiera. Porque luego si digo una cosa u otra se puede coger con pinzas y sacarlo de contexto, según cómo lo quieran mirar. Yo sé en qué gremio estoy. He pasado épocas muy chungas. En 2006 no tenía ningún curro. No tenía proyecto, disco ni banda. Ya sabemos dónde nos metemos. Es duro, pero como dice Jurgen Klopp, somos privilegiados por hacer las cosas que nos gustan. Hay gente que tendrá que pagar hipotecas, llevar comida a casa y habrán cerrado sus fábricas. Hay miles de ERES y ERTES. Estamos ante una situación tan excepcional que creo no la hubiéramos soñado ninguno, salvo los fanáticos de las películas de desastres naturales.
Me gustó leerte que no quieres Ministro de Cultura, sino un Ministerio que se encargue de las muchas cosas por hacer. ¿Qué cosas crees que son más urgentes?
Miqui: Es que es vital. Para mí el ministerio de cultura debería ocuparse de cuidar los bienes culturales del país. La cultura es la casa de Buñuel, Berlanga y los museos entre otras muchas cosas. La cultura para mí es el acceso de los chavales a la música. Nosotros somos “entertaiment”, vendemos entretenimiento y valemos los tickets que colocamos. Cultura es poder gestionar como los franceses los autónomos según trabajes, la situación descontinuada y las ayudas. Estoy a favor de las iniciativas que me proponen, pero no me puedo sumar a todas. No puedo hacer los vídeos que me piden a diario. No llegamos a todo. En estos días la gente se ha volcado para que las redes estuvieran llenas de cultura y ha habido cosas más interesantes que otras.
¿Qué te parece que esta situación esté poniendo en valor el trabajo de sanitarios, trabajadores de supermercados e incluso agricultores, que sabemos que tu padre lo era?
Miqui: Sí, hombre tío, mi padre era agricultor. Es la gente que más debemos cuidar. Por eso te hablaba de Jurgen Klopp, cuando le decían que no podía jugar al fútbol. Es lo de menos. Si hubiera una guerra no cuestionaríamos todo esto. Hay que poner en valor a esta gente, que muchos lo estamos viviendo en primera persona. Nosotros estábamos grabando el tercer disco de The Free Fall Band, donde Jan, el cantante, es médico y está haciendo hasta turnos triples. Imagínate cómo va a quedar de tocado anímica y moralmente un amigo, además de toda la gente que se nos ha perdido por el camino de manera colateral. El hecho de que nos quejemos los artistas me parece lícito, es nuestro trabajo, pero poniéndolo en un contexto y en un momento concreto. Personalmente no me quejo porque en este momento estoy haciendo radio y sigo teniendo un sustento del que puedo tirar para seguir adelante.
En el ámbito personal, sabemos que tu reto era crecer como artista e ir haciéndote mayor. A raíz de tus dos últimos discos, ¿sientes que el plan va por buen camino?
Miqui: El plan nunca va por buen camino. Debería estar viviendo de esto, no te jode (Risas). Sí va por buen camino, sí estoy orgulloso de los discos, pero también dudo de ellos. A veces los analizo y cambiaría cosas. Pero vuelves al cabo de años y la colección de canciones es curiosa y la gente les presta atención. A mí me flipaba que en el último había 15 canciones y la gente me hablaba de “Doulton”. Pensaba, “hostías, la gente ha llegado al final”, porque esa canción cierra el álbum.
Es que “Doulton” es un hitazo.
Miqui: Para mí tenía que cerrar porque es la metáfora final del disco. Es mi mundo. No me puedo quejar, he crecido como artista. El otro día me llegaba un vídeo de una familia cantando “Doulton” a pleno pulmón. La hija vestida de princesa, apartando a la madre del micro imaginario porque quería cantar el estribillo. Hostia puta. Claro que podríamos vender más, tocar más, que mi nombre estuviera en todos los carteles. Pero luego no sé si estaría cómodo. Según soy, me plantearía si me lo merezco. Esas cosas tan típicas de mi cabeza.
¿Qué planes de futuro manejas a cortísimo y medio plazo?
Miqui: Estoy esperando un mail porque queremos sacar una cosa muy concreta para celebrar que el disco cumple un año. Aquí tengo la libreta con dos proyectos para ver si los puedo preparar de cara al otoño, quizás sean para 2021. No sé si saldrán, ahora mismo ya te digo son proyectos. También pelearemos para recuperar las fechas de conciertos que han quedado pendientes. Y salir para ver qué gente sigue trabajando y quién no, para muchos esta situación será algo salvable y para otros no. En algunos casos, la nostalgia se deberá dejar a un lado para seguir trabajando.
Por nuestra parte es todo, Miqui. Muchas gracias y que sepas que nos sentimos identificados con esa familia. A mí hijo de dos años le pongo tus canciones y se vuelve loco.
Miqui: Muy bien. Qué grande (Risas). Ánimos a todos. Chao, chao.
Capítulo aparte merece su fenomenal y guadianesca andadura solista, la cual sin duda merecería un estudio calmado y concienzudo, ya que la misma arroja una sorprendente capacidad para firmar trabajos notables, algo a los que no son ajenas sus dos últimas firmas, “Escuela de Capataces” y “15 Canciones de Amor, Barro y Motocicletas”, obras solidas capaces de ser disfrutadas de principio a fin.
En los días más grises del confinamiento sus canciones volvieron a revolotear tan evocadoras como de costumbre, por lo que tuvimos que contactarle para conocer cómo llevaba toda esta situación, pero sobre todo lo hicimos por la necesidad que teníamos de acercarnos a la luz de un gran amante del pop en su más bella y rotunda expresión.
Dadas las circunstancias bajo las que se está llevando a cabo esta entrevista. ¿Qué tal llevas el confinamiento?
Miqui: Mi día a día ha cambiado muy poco porque trabajo en casa. Nos ha cambiado la socialización, el movernos, el ir a comprar, coger el coche, el ir al restaurante y hacer vida fuera. Lo típico. Ahora trabajo en casa, aquí maquino todo, preparo el programa de radio y hago las maquetas de las canciones. Llevaba tiempo con ganas de hacer el programa desde aquí y ahora lo estoy haciéndolo a diario desde aquí. Todo sigue igual, solo que lo con tristeza porque tengo que ver a mi madre desde lejos y no puedo abrazar a mis sobrinos. Esas cosas que todos echamos de menos.
¿En qué momento de tu andadura profesional te ha pillado toda esta locura?
Miqui: Hace años que me dedico a los alrededores de la música, la radio es mi modus vivendi ya que el programa funciona bien. Desde este año es diario y con unas audiencias muy correctas, lo que hace que todo el mundo estemos contentos. Y en el plano musical ando como todos, luchando, tratando que los proyectos surjan. Ahora se cumple un año de la publicación del disco que a nivel de críticas ha sido bien valorado, pero que no ha tenido repercusión en la calle, por circunstancias que siempre son ajenas a nuestras expectativas, a nuestra forma de pensar y ver. Estoy contento porque ya tengo la libreta con miles de garabatos e ideas que vete a saber si van a llegar a buen puerto o simplemente serán una forma de tener la cabeza ocupada.
“15 Canciones de Amor, Barro y Motocicletas” creo que es tu mejor álbum en solitario hasta la fecha. Además, da la sensación de que tu carrera iba cogiendo velocidad con él, porque solamente habían pasado dos años desde el brutal “Escuela de Capataces”. ¿Comenzaban a darse las circunstancias para que Miqui Puig volviera con regularidad?
Miqui: Qué guay. Era la idea, ya que volvía no tenía que dejar de trabajar. Nunca he dejado de tener ganas la verdad, pero ya sabes que hay cosas que se escapan. Estoy es una situación en que no soy un personaje revivalista que viva de sus canciones antiguas, tampoco soy un rockista que pueda estar escorado a cierto sector de señores de cincuenta años que hacen pop. Más bien soy un outsider, tengo cincuenta años, y hago canciones que beben del italo, del postpunk y de cualquier cosa que se me pase por la cabeza. Soy un kamikaze contra mí mismo pero entiendo lo que ocurre. Mis canciones hablan de viejos riders y traiciones. No soy un personaje cómodo pero sé dónde estoy. Al saberlo sé que hay que picar piedra. Es muy divertido y bonito cuando alguien redescubre una canción de alguno de mis discos. Ahora que se ha filtrado que para el Record Store Day vamos a reeditar “Casualidades”, han sido magnificas las muestras de emoción que me han llegado de mucha gente.
Veo tus dos últimos trabajos como complementarios. En ambos percibo al milímetro la idea que tengo de Miqui Puig. Esas canciones pop, apelando a la hermandad, con letras que son un código secreto casi, con sus cadencias soul y aires sesenteros muy evocadores. Con esas referencias tan personales que los que somos fans tanto disfrutamos.
Miqui: Gracias, muchas gracias. El otro día Tomás, el ingeniero con el que llevo trabajando más de diez años, me decía que él veía una continuidad y que nos faltaba una trilogía. Yo hago la broma de que primero fueron bicicletas, luego las motos y nos faltarían los coches para hacer los tres discos. Es donde estoy cómodo y donde surgen referencias que me seducen. Habitualmente tengo una tertulia con Kiko Amat y Carlos Zanón, nos reunimos y hablamos de cómo en muchas ocasiones parece que somos invisibles. Kiko hablaba el otro día de una canción del último disco de Robert Forster que dice “cuando no molábamos”, ese tipo de sensaciones que nos pasan a todos de vez en cuando. A veces te parece que estás pregonando en el desierto. Pero cuando tienes mi edad lo que quieres es hacer canciones, pasártelo bien y salir al escenario a disfrutar con lo que cantas.
Me mata escuchar canciones como “Hunos”, donde dices “No suena el jukebox”, algo que a los amantes de la música siempre nos parece doloroso. O como cantas con plena convicción, “pasa la vida y pasaré yo”. Da la sensación de que asumes todo, o casi, con total naturalidad.
Miqui: Es así, ya está y no pasa nada. Es algo que ocurrirá. A mí la obsesión de según qué artistas en según qué momentos de quejarse no me atrae. No sirve de nada. He pasado épocas y baches muy profundos. Lo que hacía entonces era recogerme, lamerme las heridas y seguir hacia adelante. No nos queda otra que seguir, seguir y seguir escribiendo canciones.
El cierre de “Ola”, con esa voz que reivindica a Bowie, Prince y Morrissey, suena a declaración de intenciones…
Miqui: ¿Sabes quién es? Lloyd Cole. Es muy bestia. Es una entrevista que le hice hace tiempo. En un momento dado le dije, “¿Y quiénes son para ti los importantes?”. Me contestó Morrissey, Bowie, Prince and me. Entonces rompimos en carcajadas. Fue un separador que me acompañó durante cuatro años en el programa de radio. Creía que para el disco era una cosa me venía al pelo.
Bueno, ahora Mozzer está mal visto ahora por todas las polémicas que genera ajenas a la música.
Miqui: La gente dice que el nuevo disco está muy bien, todavía no lo he oído. Hay artistas con los que de repente me cojo tiempo. A Morrissey llevo tres discos sin seguirle, los recuperaré seguro. Con respecto a él siempre digo lo mismo, teniendo el catálogo de The Smiths detrás, yo también sería político. “Raros” estuvo guardada en un cajón durante mucho tiempo. Estamos viviendo unos años en que no se puede hablar o decir nada. Hay linchamientos diarios. Cuidado con no decir nada fuera de sitio, no sea que te vayan a estar rastreando. Hay gente que rastrea tu nombre para ver si has dicho algo que pueda sacarse de contexto. Hace tiempo un periodista de aquellos a los que le gustan las polémicas, trato de hacerlo acerca de un comentario de un fan que decía “Qué clase Miqui”. Decía “ya estamos diferenciando por clases”, como si se tratara de algo elitista. Le tuve que contestar, “soy hijo de campesino y ama de casa, soy autónomo”.
Decir eso tratándose de ti, un tipo que maneja las ideas de clan y que me ha confesado que su ideal era dar estabilidad a tu banda y mánager, es estúpido. Por cierto, ¿lo habías conseguido?
Miqui: Sí, andaba en ello. La banda es un elemento muy importante para mí, aunque es difícil mantenerla. Somos gente mayor pero es jodido hacerlo porque cada uno tenemos nuestras mierdas. En este disco se ha sumado la gente de Primavera Labels también, por lo que somos un clan que siempre tiene aliados. De repente han aparecido músicos nuevos, trabajo con ellos y acaban por sumarse al clan. Al final somos un gran “team” y en cada momento buscas al mejor. Para este disco ha habido gente que solo ha venido, ha hecho programaciones y después se han ido. Siempre digo que tengo una gran agenda y una manera de mirar al pop que nos hace llegar a gente distinta para colaborar con ellos.
Eres un tipo de calle. ¿Cómo estás llevando no poderte juntar a hacer “vinagre” y no poder acercarte a la tienda de discos para hacerte con las novedades del mercado?
Miqui: (Risas) Pues eso como recibo tantas novedades digitales para el programa de radio, lo llevo bien. Tengo momentos de tener que parar de comprar cosas. A veces me duele la cabeza y los oídos de tanta información. Estamos a Martes y he entregado programas para una semana, me gusta hacerlo así por si acaso pasara algún imprevisto. En los primeros quince días de confinamiento estuve manufacturando programas en casa para la emisora. Soy el único de la emisora que no ha parado en ningún momento. Comprar discos es una cosa que cada vez hago menos, por cuestión de asimilación. También es verdad que en casa casi no me sirven. Lo que más echo de menos ahora mismo es una moto, es un momento de privacidad para mí donde ordeno muchas cosas. No tengo la tentación de llamar a nadie, ni de poner ningún disco. Es un momento de relax muy importante.
¿Cómo piensas que va afectar todo esto al mundo musical?
Miqui: Va a joder mucho porque pagarán justos por pecadores. Caerá mucha gente que esté en precario. Tú ya sabes que también nos va a resituar. Es un negocio al que mucha gente se apuntaba. Hay más oferta que demanda. Es frustrante para la gente lanzar sus discos y ver que no pasa nada. Es todo muy raro, tío. Tengo amigos con estudios, montadores y técnicos de directo que están todos jodidos. Lo vamos a notar. Tenemos que ser conscientes de que sabíamos en qué gremio nos metíamos.
A mí me gusta la frase de Loquillo que dice “Hay que venir llorado de casa”.
Miqui: En eso cada uno es muy libre de hacer lo que quiera. Porque luego si digo una cosa u otra se puede coger con pinzas y sacarlo de contexto, según cómo lo quieran mirar. Yo sé en qué gremio estoy. He pasado épocas muy chungas. En 2006 no tenía ningún curro. No tenía proyecto, disco ni banda. Ya sabemos dónde nos metemos. Es duro, pero como dice Jurgen Klopp, somos privilegiados por hacer las cosas que nos gustan. Hay gente que tendrá que pagar hipotecas, llevar comida a casa y habrán cerrado sus fábricas. Hay miles de ERES y ERTES. Estamos ante una situación tan excepcional que creo no la hubiéramos soñado ninguno, salvo los fanáticos de las películas de desastres naturales.
Me gustó leerte que no quieres Ministro de Cultura, sino un Ministerio que se encargue de las muchas cosas por hacer. ¿Qué cosas crees que son más urgentes?
Miqui: Es que es vital. Para mí el ministerio de cultura debería ocuparse de cuidar los bienes culturales del país. La cultura es la casa de Buñuel, Berlanga y los museos entre otras muchas cosas. La cultura para mí es el acceso de los chavales a la música. Nosotros somos “entertaiment”, vendemos entretenimiento y valemos los tickets que colocamos. Cultura es poder gestionar como los franceses los autónomos según trabajes, la situación descontinuada y las ayudas. Estoy a favor de las iniciativas que me proponen, pero no me puedo sumar a todas. No puedo hacer los vídeos que me piden a diario. No llegamos a todo. En estos días la gente se ha volcado para que las redes estuvieran llenas de cultura y ha habido cosas más interesantes que otras.
¿Qué te parece que esta situación esté poniendo en valor el trabajo de sanitarios, trabajadores de supermercados e incluso agricultores, que sabemos que tu padre lo era?
Miqui: Sí, hombre tío, mi padre era agricultor. Es la gente que más debemos cuidar. Por eso te hablaba de Jurgen Klopp, cuando le decían que no podía jugar al fútbol. Es lo de menos. Si hubiera una guerra no cuestionaríamos todo esto. Hay que poner en valor a esta gente, que muchos lo estamos viviendo en primera persona. Nosotros estábamos grabando el tercer disco de The Free Fall Band, donde Jan, el cantante, es médico y está haciendo hasta turnos triples. Imagínate cómo va a quedar de tocado anímica y moralmente un amigo, además de toda la gente que se nos ha perdido por el camino de manera colateral. El hecho de que nos quejemos los artistas me parece lícito, es nuestro trabajo, pero poniéndolo en un contexto y en un momento concreto. Personalmente no me quejo porque en este momento estoy haciendo radio y sigo teniendo un sustento del que puedo tirar para seguir adelante.
En el ámbito personal, sabemos que tu reto era crecer como artista e ir haciéndote mayor. A raíz de tus dos últimos discos, ¿sientes que el plan va por buen camino?
Miqui: El plan nunca va por buen camino. Debería estar viviendo de esto, no te jode (Risas). Sí va por buen camino, sí estoy orgulloso de los discos, pero también dudo de ellos. A veces los analizo y cambiaría cosas. Pero vuelves al cabo de años y la colección de canciones es curiosa y la gente les presta atención. A mí me flipaba que en el último había 15 canciones y la gente me hablaba de “Doulton”. Pensaba, “hostías, la gente ha llegado al final”, porque esa canción cierra el álbum.
Es que “Doulton” es un hitazo.
Miqui: Para mí tenía que cerrar porque es la metáfora final del disco. Es mi mundo. No me puedo quejar, he crecido como artista. El otro día me llegaba un vídeo de una familia cantando “Doulton” a pleno pulmón. La hija vestida de princesa, apartando a la madre del micro imaginario porque quería cantar el estribillo. Hostia puta. Claro que podríamos vender más, tocar más, que mi nombre estuviera en todos los carteles. Pero luego no sé si estaría cómodo. Según soy, me plantearía si me lo merezco. Esas cosas tan típicas de mi cabeza.
¿Qué planes de futuro manejas a cortísimo y medio plazo?
Miqui: Estoy esperando un mail porque queremos sacar una cosa muy concreta para celebrar que el disco cumple un año. Aquí tengo la libreta con dos proyectos para ver si los puedo preparar de cara al otoño, quizás sean para 2021. No sé si saldrán, ahora mismo ya te digo son proyectos. También pelearemos para recuperar las fechas de conciertos que han quedado pendientes. Y salir para ver qué gente sigue trabajando y quién no, para muchos esta situación será algo salvable y para otros no. En algunos casos, la nostalgia se deberá dejar a un lado para seguir trabajando.
Por nuestra parte es todo, Miqui. Muchas gracias y que sepas que nos sentimos identificados con esa familia. A mí hijo de dos años le pongo tus canciones y se vuelve loco.
Miqui: Muy bien. Qué grande (Risas). Ánimos a todos. Chao, chao.