El riesgo y la experiencia vital expuestos en primera persona en tiempos de soledad y transformación de la realidad genera una situación en el oyente que oscila entre la sensación de valentía, cierto optimismo y absoluta empatía. Si encima se hace envuelto entre cadencias retrofuturista, intensidad interpretativa y un halo de oscuridad, el resultado solo puede firmarlo Enrique Bunbury y llamarse “Posible”.
Un disco que parece venir gestándose desde largo tiempo, quién sabe si desde “Palosanto”, “Expectativas” y el anterior directo, “MTV Unplugged: El Libro de las Mutaciones”, para acabar por dar con la horma definitiva en “Posible”, un trabajo que vino precedido de una serie de singles que lanzados de manera deslavazada parecían hablarnos de una obra menor y de tránsito, pero que escuchados en su conjunto nos muestran una vez más un álbum arriesgado, moderno y escrito muy en primera persona, entregándonos al Bunbury más expresivo y abierto a mostrarnos sus adentros desde que escribiera el colosal “Pequeño”.
“Posible” es un trabajo de rock espacial y vanguardista que no renuncia a las caricias del glam ni al bolero, capaz de lograr tocar la fibra sensible en sus medios tiempos, para hacerte reflexionar a través de las experiencias que propone un Bunbury cuyas letras repiten más que nunca el término “mi/mis”, algo a tener muy en cuenta para comprender la dimensión de su nueva colección.
Desde el riesgo de “Cualquiera en su sano juicio (Se habría vuelto loco por ti)”, una canción que parece beber de las fuentes del poema de Rudyard Kypling “If”, traducido al castellano como “Si”, y “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu, trasladadas a un corte de retazos cercanos al “Hunky Dory” de Bowie, mezclado con ambientaciones poderosas y guitarras arpegiadas muy limpias; a la prestancia de “Hombre de Acción”, potente base rítmica, vientos elegantes y una interpretación colosal, en una letra que habla de laberintos, traiciones y miedos, pasando por las confesiones y el deseo que transmite “Deseos de Usar y Tirar”, un bolero con claro sabor a siglo XXI, donde hay tiempo para criticar la fugacidad de estos tiempos y hasta para abordar con cierto humor las distintas referencias musicales que ha tenido Bunbury en su carrera solista, hasta “Mis Posibilidades” y “Las Palabras”, cuya intro curiosamente retrotrae a “Radical Sonora”, en un corte que parece un ataque directo a la sinrazón de cierta parte de la población mundial y su silencio ante ciertos atropellos.
La elegancia envuelve con un toque decadente “Arte de Vanguardia”, puro dandismo hecho rock en un corte combativo y optimista que denuncia de nuevo el absurdo humano y la necesidad de luchar contra él aunque sea alejándose del mismo, suena tan personal y escrito en primera persona como “Mariachi sin Cabeza”, el cual admite también otra visión, quizás la de un artista cercano que es vehemente y cuyos impulsos le hacen tan grande como incontrolable, más allá parece ir “Como un Millón de Dólares” al encerrar una crítica al mundo de las oportunidades, el estrellato asegurado y las redes como “muestra” del éxito.
El tono confesional vuelve con los aires oscuros de “Indeciso o No”, donde la duda supone la única certeza para avanzar en el camino, una composición que a sabiendas del marco de la carrera de Enrique en solitario suena más que interesante, precediendo a los aires soul-gospel secundados por los teclados que sustenta “Los Términos de mi Rendición”, una canción que habla de la dificultad de “derrotar a alguien que no se rinde” pero que también deja el inquietante mensaje de que ya nada es realmente sorprendente.
“Posible” es un álbum de sabor añejo, por su concepción y mensaje debería escucharse de forma unitaria, pero a la vez encierra una vocación de vanguardia y vigencia en lo que a sonido se refiere para rematar la experiencia con unas letras en las que sobrevuela un tono autobiográfico que le dota de un realismo que contagia y emana calidez. No será una obra inmediata, quizás generará cierta controversia, de lo que no hay duda es de que es un trabajo maestro. Otra muesca más de la grandeza de un Enrique Bunbury que vuelve a jugar a la ruleta saliendo triunfalmente victorioso de un envite que nos le muestra más claro que nunca, casi cristalino. ·