Por: Skar PD
Doscientos kilómetros recorridos a lo largo de cinco años dan para mucho. Por lo menos dan para cuatro álbumes sólidos y fuertes como el Ayers Rock autóctono del lugar desde donde el grandérrimo Dom Mariani lleva, desde los ochenta, produciendo y ejecutando discos de una calidad mayúscula en los diferentes proyectos a los que ha dado luz: The Stems, The Someloves, Dm3...hasta Datura4.
Doscientos kilómetros, de ida y vuelta, por una carretera de la costa suroeste de Australia Occidental son los que separan a los dos estudios de grabación que Datura4 han utilizado para alumbrar este su cuarto disco. Su cuarto disco en cinco años, su cuarta vuelta de tuerca a la inmersión en el blues rock, hard rock, boogie rock, o como quiera que se llame, en la que Dom Mariani opta por meterse dejando a un lado, aunque no olvidada, su pasión por el garaje y el power pop que reflejaban sus proyectos anteriores.
"West Coast Highway Cosmic" abre el disco homónimo que nos ocupa y en el que Bob Patient y su Hammond cobra el protagonismo que ya apuntaba en el anterior y aclamado "Blessed Is The Boggie". Es inevitable pensar en el John Lord de Deep Purple dado el papel destacado y protagonista que desde la primera nota de la eclesial intro adquiere el órgano y es que, por si hubiera dudas, cuando la banda entra poderosa, a eso del minuto y pico hasta los breaks de batería, recuerdan hasta el mismísimo Ian Paice. Absolutamente definitorio de los caminos por donde transcurre este cuarto disco. Y no será porque en los anteriores no hubieran avanzado la evolución de la banda. De ahí al blues pesado, armónica incluida, de "Wolfman Boggie", porque si hay un instrumento que le pone colores al blues es la armónica, ¿o no?
Como una apisonadora entra la batería en "Mother Medusa" para albergar un riff de guitarra de esos que te atenazan y que solo te liberan en el estribillo en el que te avisan de que tengas cuidado. Estribillo peligroso, como una tormenta, como la guitarra que hacía al final de la canción transcurre por debajo de él. La arenosa, plena de blues pesado, "A Dark Shade Of Brown", deja paso a toda una canción de amor dedicada a la Sra. Mariani e inspirada en el más acústico Tony Joe White, tal y como el propio Mariani ha explicado. "Tócame con cuidado, tócame despacio, acógeme después en tu dulce sueño" Está enamorado, sin duda.
"Rule My World", o la posterior "Get Out", nos sumergen en el boogie rock más espídico y tradicional, armónica mediante en la primera, y piano de esos que se tocan con dos dedos, y puede que uno sea del pie, en la segunda. Y por el camino nos encontramos con una gema absoluta, que no otra cosa es, como "Give", digna del Neil Young menos lastimero: "cuanto más te doy, más quieres, pero nunca pareces tener suficiente". Fantástica.
El riff prestado del "Ocean" de Led Zeppelin abre "You Be The Fool", otra pieza de blues lento y pedregoso, crudo y poderoso como solo las tierras pantanosas lo son. Y para el final el misterio del blues psicodélico, de pulso hipnótico, de bajo quejumbroso y de Hammond serpenteante a lo largo de los seis minutos que dura "Evil People Pt 1", cuya parte 2 aparecía, quizás antes de tiempo, en el anterior "Blessed Is The Boogie". Alteraciones de las antípodas, sin duda.
Construido sobre la base del "Blessed Is The Boogie" ya mencionado, este "West Coast Highway Cosmic" aparenta un retroceso ficticio, porque en realidad es para dar un nuevo impulso hacia adelante en su perfecta asociación con los sonidos más pesados y deudores de las bandas setenteras del estilo. Sonidos herederos del blues más nocivo que anticipan una visita a los recuerdos de oídos ya cansados o, como es el caso, a epifanías para oídos más inquietos producto de su juventud. Por si acaso, si ves venir un sedán polvoriento por la carretera, y ahora que no podemos salir, deja abierta la puerta del garaje e invita a entrar a sus ocupantes. Será una buena decisión.