Corta vida, canciones míticas y un aura de misterio, entre la intelectualidad más moderna y las raíces populares de una tierra ancestral, son las condiciones que aún hoy, más de treinta años después de su separación, siguen haciendo de Golpes Bajos una de las bandas musicales más particulares de este país.
Una aventura que Xavier Valiño desentraña en estas “Escenas Olvidadas, La Historia Oral de Golpes Bajos” -Efe Eme-, con un trabajo que mezcla la arqueología, propia de acercarse a un período de tiempo tan concreto como aquel, y la visión actualizada de los hechos, conseguida a partir de decenas de entrevistas a miembros de la banda, que mezclan la narración de los sucesos acaecidos tiempo atrás, con la visión que el paso de los años otorga a ciertas situaciones y vaivenes, tan comunes en la singladura musical del combo vigués que muestran una vida tan exitosa, como breve y convulsa.
Desde fuera, el libro cuenta la trayectoria de una banda que llegó al éxito desde un concurso de maquetas, de abajo hacia arriba, pero que no tuvo ni los medios ni la calma de disfrutar de las vistas que la cima brindaba.
Con una bicefalia repartida entre Germán Coppini, letrista y artista, un personaje de encanto sin igual y talento único, capacitado para elaborar canciones brillantes, únicas, unido a una inconsistencia y una innecesaria capacidad de hacer declaraciones fuera de sitio, y Teo Cardalda, músico intuitivo de calidad, cuya personalidad y producciones externas chocaban frontalmente con la de su principal compañero, quienes compartían banda con el genial Pablo Novoa y con Luis García, que, por desgracia para la banda, siempre aparecían un par de escalones por debajo en la toma de decisiones de los dos nombres principales.
Conocieron el éxito más rotundo, llegando y superando las cotas más altas que para la época marcaban Radio Futura, con quienes les unió una rivalidad al estilo anglo, también compartida contra Siniestro Total, por el famoso affaire Coppini en La Edad de Oro, algo que para una banda de provincias no era nada sencillo.
Fueron el adalid de la modernidad en su ciudad, Vigo, hacia la que no dudaron en verter comentarios que no fueron bien entendidos, aunque aquello era algo que no fuera demasiado difícil, poco menos que se hacia alusión al atraso de la ciudad y sus gentes, y aquello no era más que la muestra de que su personalidad como banda jamás entendió de formalismos ni pleitesías, por lo que su corta vida, leyendo el libro a toro pasado, parecía intuirse casi desde primera hora. Destinados a quemarse en su propio fuego.
Es la obra de Xavier Valiño intensa, ideada para iniciados en el universo de Golpes Bajos, con parada en su único álbum, “A Santa Compaña”, donde tuvieron la brillante idea de tomar los elementos gallegos para revestirlos de modernidad, y sus dos Eps, “Golpes Bajos” y “Devocionario”, así como en su relación con el mundo discográfico, Nuevos Medios, donde también aparecen tiranteces, que acabarían salpicando al día a día de la banda.
Un día a día que se oscureciendo, hasta convertirse en irrespirable, acabando con la propia formación tras una lesión en la rodilla de Germán, que provocó un hasta luego que encerró un adiós. Y con un intento de regreso que obviaremos en su “Vivo”, el trabajo que recogieron para su frustrada reentrada, el que acabó por hacer saltar por los aires cualquier atisbo de relación de los miembros de la banda, ya que no se avisó a Pablo ni a Luis, y las relaciones entre Germán y Teo, quedaron totalmente rotas, y repaso a las trayectorias profesionales que tuvieron en solitario, donde ni por asomo lograron rozar el éxito que sí conocieron con Golpes.
Con parada obligatoria en las trayectorias fuera de la banda de los cuatro miembros, donde se observa la vertiente más comercial de Teo al frente de Cómplices, el dueto de éxito que formó junto a su mujer María, y las dificultades de Germán a la hora de emprender una carrera solista fuera de una conjunto de éxito, algo en lo que fue precursor, así como la impecable labor, casi siempre como secundario de lujo de Pablo Novoa, dando soporte entre otros a gente como Mastretta o Josele Santiago e incluso en Los Ronaldos.
Pero si algo cabe resaltar en esta obra es precisamente el peso de una ausencia, la de Germán Coppini. Sus declaraciones, extraídas de entrevistas previas concedidas a distintos medios, entre los que nos enorgullece encontrarnos, son viscerales, a ratos polémicas, contradictorias y siempre interesantes.
Demostrando su condición de artista con sus pros, su genialidad a la hora de abordar las letras está al alcance de muy pocos, también su forma de cantar, y sus contras, a veces se interpreta un exceso de celos y cautelas en su relación con otros miembros de la banda y el entorno musical. Elementos que en mi caso importan menos, puesto que en la memoria siempre aparecerán las pocas veces que vi y charlé con Germán, siempre cortés, educado, locuaz y con una franca sonrisa dibujada en sus labios. Recuerdo una mañana primaveral en Madrid, de entrevista y sesión de fotos. Creía en sus composiciones, sabía que jugaba a la contra pero ahí seguía, peleando. Y sobre todo importan poco por unas canciones, las que cantó con Golpes, que siempre le he asignado en un porcentaje mayor al de sus compañeros de banda.
Golpes Bajos son una clase de grupo que requiere una inmersión en profundidad, como la que propone Xavier Valiño en su obra, donde desentraña, o al menos muestra, todas las aristas y emboscadas hacia el éxito del cuarteto. Una banda moderna, con hechuras de grandeza, personalidades marcadas y clara retranca gallega, escondida eso sí, entre ínfulas literarias, en el fondo y la forma, que es parte fundamental, aunque a veces olvidada, de nuestra música y que bien merecía recoger su historia. Seguro que es cosa de Meigas y a mí humilde entender de Germán Coppini.