Por: Oky Aguirre
“Mi forma de tocar es como una piedra sobre la que dejas correr el agua. Los cambios llegan de forma natural y en su momento apropiado”. Seguramente a muchos nos hayan rondado alguna vez estas palabras que Rory Gallagher nos dejó para definir su estilo. Además de haber mística en ellas, también hay verdad y amor por sus raíces, sumado a compromiso y adoración por la música. El 14 de junio se cumplen 25 años de la muerte de este “loco del pelo rojo”. Y hoy más que nunca volveremos a sentir ese fluir de los dedos sobre la dureza de una de las mejores guitarras de la historia, con el lanzamiento de “Check Shirt Wizard”, una auténtica explosión de furia eléctrica y carisma, con un Rory en el mejor momento de su carrera, plasmado en 20 grabaciones en vivo inéditas de shows a principios de 1977 en Londres, Brighton, Sheffield y Newcastle, haciendo una gira por Inglaterra de su recién parido “Calling Card”, donde este mago con camisa a cuadros nos vuelve a situar en el lugar del que nunca quisimos salir: su música en directo. Quizá sea buen momento ahora, confinados como estamos todos debido al COVID-19, para meternos de lleno en ese mundo “Live” de nuestro querido G-Man, de sobra conocido por sus apabullantes “Live in Europe”, “Stage Struck” y por supuesto “Irish Tour”, digan lo que digan, uno de los cinco mejores discos en directo de la historia del Blues-Rock.
En este “Check Shirt Wizard”, todos los temas se han mezclado recientemente a partir de las cintas maestras originales capturadas por el estudio móvil de The Rolling Stones y se remasterizaron en Abbey Road, dando un resultado espectacular, con un sonido impresionante de una banda en lo más alto de su compenetración, donde el bajo de Gerry McEvoy manda tanto como la Fender Strat de Rory y la batería de Rod De´Ath adquiere momentos imprescindibles para seguir la retahíla de improvisaciones del irlandés, que también incluyó en esta gira el piano Hammond de Lou Martin, rompiendo así su estela de Power-trío con aquella maravilla que fue Taste.
Reconforta volver a escuchar esos gritos de ¡¡¡Rory, Rory!!!! que tanto echábamos de menos de un público absolutamente entregado, auténtico presagio de lo que se nos viene encima, cuando comienza con un “Do you read me” en toda su hermosa crudeza, tanto en esa desgastada voz como en sus característicos punteos de troglodita, que en “Moonchild” adquiere momentos memorables. La complicidad que siempre tuvo con el público -rechazó participar en "The Last Waltz" de Scorsese, solicitado por Robbie Robertson de The Band, por compromisos con su amada audiencia en Portland y Seattle- queda patente en “Bought and Sold”, con esos acordes al borde del heavy metal en sintonía con los aplausos del público, acompañados de sus ya famosos gritos para encender al personal, regalando feedbacks, bendings y taps a dos manos por doquier.
Como ya decía Richie Blackmore “nunca he oído dos veces la misma versión en una canción de Gallagher”; como ocurre en “Calling Card”, que aún conservando su tono jazz, se acaba convirtiendo en un monumento al blues. Lo mismo suele pasar con canciones que en estudio suenan super contundentes, pero que transportadas a un escenario, como bien es sabido el sitio preferido de Rory, traspasan las barreras de los buenos sentimientos. Es el caso de “Secret Agent”, que con un preludio a lo 007 y con el slide que corta como un cúter, hará que tus rutinarios días de confinamiento se vuelvan más llevaderos.
Cuenta Donald, hermano y manager de Rory, que cuando su madre se ofreció a comprar por cien libras la ya mítica Fender Stratocaster, su hijo contestó: “tranquila mamá, con esta guitarra no me hará falta una rítmica. Yo puedo hacer las dos partes”.
Evidenciado queda en legendarios temas como “Tattoo´d Lady”, la que sabemos será la canción de Rory que siempre nos perseguirá -¿será por ese punteo hechicero del 3:12 al 4:42?- y que aquí vuelve a sonar gloriosa, pero nunca tan definitiva como años antes, cuando Rory y su tropa eran los únicos que se jugaban la vida por acudir a una Irlanda del Norte en guerra, con bombas anunciadas en escenarios repletos, testigos de la explosión que suponía ver a un Rory reivindicando lo suyo: soy vosotros.
Hasta podemos vislumbrar la llegada del punk (Rory fue a ver a los Sex Pistols en su última actuación en el Winterland Ballroom) en monumentos como “Walk on Hot Coals” y “Take What I Want”, mucho más afines a aquellos momentos trascendentes que a sus antecedentes Blues-Rock, haciéndolo inverosímil en baladas como “A million miles away”, en donde aún hoy se nos hace imposible cómo se las ingeniaba para hacer sonar como si hubiera tres guitarras, además de adaptar una voz tan sentida y deliciosa en sonoridad, carente de toda escuela pero repleta de respeto.
El último pelotazo llega con el Rory más arrebatado, en donde podrás comprobar cómo la banda se comporta como un Ford sobrealimentado, cuyo engranaje funciona como una máquina perfecta en “Shouped-up Ford”, “Country Mile”, “Used to Be” y el irremplazable “Bullfrog Blues”, que ya es seña de identidad de un siempre brutal e indomable Rory Gallagher.
Regalito acústico
Mención aparte merecen las actuaciones en acústico de este mago irlandés, recogidas en este álbum con un cariño sin precedentes. La actitud de Rory hacia sus raíces siempre se ha palpado en su discografía, evitando parecerse a esos cantantes de rock británicos que intentan sonar estadounidenses y de cantantes estadounidenses que se esfuerzan en sonar británicos. Gallagher deja siempre clarito que suena muy bien como irlandés, pero su querencia hacia el Sur de Estados Unidos es más que evidente cuando te derrites ante joyas versionadas como “Out of The Western Plain” (Leadbelly), “Pistol Slapper Blues” (Blind Boy Fuller), “Too much alcohol” (J.B. Hutto) o el ya eterno “Going to My Hometown”, en el que es imposible creer que lo que está sonando es en realidad verdad, cuando Rory se funde verdaderamente con su público, después de agotarle con sus idas y venidas enchufadas, en este caso con una mandolina, siendo él solo capaz de hacernos sentir como en nuestra casa, auténtico refugio para algunos privilegiados en estos tiempos tan duros de pandemia que ahora vivimos y que nos ha hecho a todos iguales, por lo que no es descabellado pensar que estemos compartiendo la escucha de este discazo con The Edge, Brian May, Johnny Marr, Pete Townshend o Slash, todos auténticos fans de Rory. Ojalá alguno de ellos tome la palabra en nombre de la justicia musical que se le debe a este maestro de la guitarra, y no nos tengamos que conformar con aquellas palabras de Jimi Hendrix, que ya suenan a chascarrillo, acerca de la posición que según él ocupaba en el mundo de la guitarra. “Pregúntale a Rory Gallagher”. O mejor, déjate llevar por la verdadera joya que contiene este “Check Shirt Wizard”, que ha estado tres semanas de marzo en primera posición del Billboard, devolviéndolo por unos instantes a las posiciones de las que nunca debió salir. “Edged in Blue” contiene uno de los momentos más estremecedores y memorables de la carrera de este irlandés. Lo comprobarás cuando oigas sonar las cuerdas de esa guitarra, en donde te verás reflejado y tomarán realidad las palabras que enuncian este artículo.