Por: Txema Mañeru
¡Vaya sublime descubrimiento! No hace falta ser un gran amante del piano como instrumento, ni de la clásica contemporánea o del jazz, para disfrutar de esta pequeña joyita. Malakoff nos dice que cuando se sienta al piano todo desaparece a su alrededor. Cuando lo escuchamos nosotros también desaparece todo para el que oye con atención. La belleza y emotividad que desprenden sus cálidas notas son una gozada absoluta.
El pasado año lo despedimos en El Giradiscos con la reseña del estupendo disco “Spectres” de la japonesa Hiromi diciendo que era el mejor disco para fans de este instrumento del pasado año. Para este 2020 será muy difícil que ningún otro disco pueda superar idéntico honor a este “Onomatopoetika” (earMUSIC / Top Artist Promotion) que nos cautiva desde su juguetón y sugerente título.
Es ya el cuarto disco de este hombre de origen persa, nacido en Estados Unidos, pero criado en Alemania, donde sigue residiendo. Debutó en 2012 con una falsa pero hermosa banda sonora titulada “Kill Your Babies”. Hace un lustro dio un paso más allá con “I Love You”. Ya en 2018 nos trajo un “My First Piano” bendecido unánimemente por la crítica. Para algunos prestigiosos medios se trató de la más bella confesión de amor a Erik Satie jamás hecha. ¡Casi nada! Pero es evidente que también gozarán de su obra y de este flamante nuevo disco aquellos que amen a Bill Evans, Sibelius, la citada Hiromi, Grieg o el sublime “The Köln Concert” de Keith Jarrett.
En “Onomatopoetika” tenemos deliciosos sonidos de un desnudo piano. Pero también tenemos poesía sonora pura. De ahí la fantástica elección del título para esta joyita. Una suite de piano dividida en 10 piezas que no tienen conexión con parte ninguna de su existencia. Malakoff ha tocado como si quisiera reflejar lo que es la nada o el vacío y las notas de su piano parecen flotar en el aire a lo largo de muchas de estas piezas que son como fragmentos de una obra única. De hecho, los títulos individuales son fragmentos de esa palabra inventada con la que ha titulado su nuevo trabajo: desde la inicial "Ono" hasta el final-compendio titulado "Onomatopoetika". Se trata del tema más extenso, por encima de los 6 minutos, pero es igual de reposado y calmado y desprende también sencilla belleza, aunque tenga algunos fraseos algo más veloces que la mayoría de los temas restantes que parecen fluir por momentos a cámara lenta o como si estuviera en una especie de hibernación . Puedes pensar que en piezas como esta "Ono" o "Poé" quiera rendir una especie de tributo a artistas como Yoko Ono o Edgar Allan Poe, pero yo creo que no hay nada de esto, simplemente es una artista rebuscando en lo más recóndito de su interior para intentar extraer la mayor belleza y calidez posibles.
Es una música muy visual y desde luego que muy válida para posibles bandas sonoras de filmes más bien intimistas. Ya ha trabajado en este campo con buenos resultados y seguramente lo volverá a hacer en un futuro. Por eso ha brindado la creación del estupendo video de "Atopo" a la artista Nina Pohl que subió hasta un piso 22 vacío para buscar las imágenes que quería capturar. Títulos sin significado aparente pero que recuerdan a la poesía concreta. Títulos y disco con los que va a girar por todo el mundo, por primera vez, y con los que se puede confirmar como uno de los más brillantes pianistas del nuevo milenio. Se hace raro que siendo alemán y con este sonido su disco no hay salido en el prestigioso sello ECM Records, pero la gente sin prejuicios de earMUSIC se ha apuntado un buen y original tanto al incorporarlo a su amplio catálogo con gran presencia de clásicos del rock de los años 70. ¡Una bonita, original y muy diferente nota de color para ellos!