"Creo que el mundo que les hemos dejado a nuestros hijos es una mierda totalmente carente de valores y sentido común"
Por: Kepa Arbizu
Si sacamos a colación el nombre de Álvaro Tarik es lógico que todavía nuestras cabezas le emparenten con su, por otro lado estupendo, proyecto La Fábrica de Colores. Eso no quita para que este andaluz haya dejado ya hace tiempo tal concepto musical atrás y se haya visto embarcado en otras empresas, la última, y la que nos trae hasta aquí de la mano de su nuevo disco, el segundo de larga duración, "Nuevos pasos de baile", es Summer Spree. Evocador nombre que confluye estilísticamente con el idilio establecido con los sintetizadores y la música electrónica en su vertiente más pop y ensoñadora. Cambios de ropajes para una misma esencia melódica y sobre todo para un atractivo, y no pocas veces afilado, verbo del siempre atinado autor, con el que hablamos de esta "veraniega", pero con mucha sustancia, apuesta..
"Nuevos pasos de baile" es ya el segundo disco largo de Summer Spree, ¿tenías claro desde que empezaste con el proyecto que no iba a ser algo efímero?
Álvaro Tarik: No, no me había marcado ningún objetivo en ese sentido. Supongo que, mientras siga la ilusión y la motivación, continuaré trabajando en este proyecto.
Lo que sí está claro es que es el proyecto con el que más prolífico has sido, ¿qué hay en él que te seduzca tanto y que no encontraste en pasadas “empresas”?
Álvaro Tarik: Yo creo que el cambio de aires y de forma de trabajar ya fueron suficiente estímulo para despertar el entusiasmo y la inspiración. Tener una banda engrasada y que funcione supone sortear constantemente muchos obstáculos, desde las cuestiones materiales, como el engorro de depender constantemente de un local de ensayo, hasta las inmateriales, como la hipocresía que conlleva hacer creer que el grupo se rige por normas democráticas. La democracia en la música no funciona, si quieres hacer una banda con ese espíritu, el proyecto acabará desmoronándose. Ahora soy yo mi propio dictador y no tengo que convencer a nadie de nada. Dicho esto, lo pasé también genial en cada una de las diferentes etapas de Tarik y la Fábrica de Colores, un proyecto que reinventé varias veces para que no acabara como un viejo barco oxidado.
De hecho hoy en día se puede hacer un disco perfectamente profesional, como es el caso, desde casa y realizado por una sola persona, ¿cuál es el futuro, o presente, del concepto de banda de unos amigos que se juntan para hacer las cosas?
Álvaro Tarik : Creo que las nuevas tecnologías han traído cosas maravillosas y cosas horribles a la música y a las producciones. Como siempre ha ocurrido, todo dependerá de cómo se usen. Sin duda, de entre lo mejor está la inmediatez con la que puedes plasmar una idea desde la habitación de tu casa sin depender de una banda y un estudio grande de grabación para ello. Pero, ojo, que nadie piense que con los sintetizadores y los ordenadores todo es más fácil o mejor. No creo que, porque en la actualidad dispongan de ordenadores, ahora haya mejores arquitectos que hace cuatro o cinco décadas, o incluso que hace siglos. La creatividad es una cosa, y los medios son otra. En lo que a sonido se refiere, creo que la música popular tocó techo a mediados de los 70, y ya no se ha podido mejorar. Y trabajar en equipo hace tiempo que no tiene por qué ser cuatro personas con amplificadores, guitarras, batería y litronas en un local de ensayo. De hecho, creo que juntarse con una guitarra, un teclado y un ordenador en una habitación con una buena colección de discos y un equipo de música es más productivo.
Y liberarse, o dejar atrás, esa formación clásica de bajo-batería-guitarra para abrazar las tecnologías y los sonidos electrónicos, ¿ha sido un recorrido natural? ¿en ningún caso traumático?
Álvaro Tarik: En mi caso, haber arrancado desde las guitarras es algo circunstancial: en Córdoba, donde me crié y comencé mi andadura musical, el 99% de los músicos éramos guitarristas o baterías, y así ocurría en el resto de Andalucía. Encontrar un teclista para una banda era tarea prácticamente imposible. Sin embargo, mucha de la música que yo escuchaba en los ochenta era música electrónica, a base de sintetizadores. Uno de los primeros discos que lucieron orgullosamente en mi estantería de adolescente fue "The Man Machine", de Kraftwerk, y sumergirme en ese mundo me fascinó. En los ochenta, bailábamos con Cabaret Voltaire, Human League, Yellow Magic Orchestra, Depeche Mode, Frankie Knuckles...
¿De alguna forma dirías que tu actual concepto musical, a priori muy separado de los pasados, cumple la máxima de cambiar todo para que todo siga siendo igual, es decir, que tu esencia es la misma, o sientes que has dejado atrás muchos dogmas?
Álvaro Tarik: Bueno, al final, el destino sigue siendo el mismo: canciones de pop, en el sentido más amplio de la palabra. Pero en vez de viajar en un medio de transporte para llegar a ese destino, lo haces en otro. A la hora de componer, el punto de partida ahora suele ser el teclado en vez de la guitarra, lo que me sugiere otras armonías y melodías. También me gusta usar el ordenador como un instrumento, no sólo como un soporte donde grabar. La combinación de sintetizadores y ordenador abre muchísimo las posibilidades para un compositor y productor. Aún así, sigo recurriendo constantemente a las guitarras para arreglar y producir, pero pienso en Summer Spree como una tabula rasa que me hace olvidar todo lo que he aprendido antes. No quería acabar grabando un disco de versiones de mis propios temas con una orquesta sinfónica como ejemplo de evolución a la madurez. Eso me parece un horror.
Yendo al disco concreto, y dando por supuesto que en música todo está inventado, ¿qué tienen de "nuevos" los pasos de baile que propones...?
Álvaro Tarik: Desde luego, no pretendo inventar nada nuevo, sería ridículo. La búsqueda sistemática de la originalidad no garantiza la calidad del resultado. La novedad no pretende estar en lo que ofrezco, sino en mi inspiración, en lo que a mí me motiva para hacerlo. Creo que tengo una concepción bastante clásica del pop, pero me apasiona sumergirme en propuestas nuevas continuamente y aprender de ellas. Hace años que navego por Internet con mucha curiosidad, y eso me hizo profundizar en escenas tan increíbles como el vaporwave, algo que hace una década no habría imaginado que pudiera llegar a crearse y que, sin embargo, me ha hecho redescubrir la capacidad de la música para transportarte a otra dimensión, como la mejor de la psicodelia de los 60.
Mucha música y ninguna pose, así se define este disco en la nota de prensa, ¿cuáles dirías que son esas manifestaciones concretas que delatan cuando una música es una pose y de las que tú has escapado?
Álvaro Tarik: Por primera vez desde que empecé a ver mis discos publicados no tengo detrás de mí ninguna maquinaria de marketing o publicidad, por pequeña que sea. Tampoco una discográfica que rechace mi idea casera de portada o me imponga tal o cual artista para producir un vídeo promocional. Prácticamente todo lo hago yo con la intención de acompañar el concepto inicial de lo que pretendo que perciba el público, e intento ser lo más espontáneo posible. El vídeo de "La hora más fría", del LP anterior, lo grabamos una amiga, su hermano y yo en tres o cuatro ratos libres con una Nikon de 500 euros, y lo monté en casa con el mismo ordenador que uso para la música. El resultado puede que no sea digno de ser analizado por un experto en cine, pero es más satisfactorio que otras cosas que veo por ahí hechas con bastantes más medios. No daré demasiados detalles, pero hace años, una discográfica me trajo a un videoartista y su equipo de cinco personas para hacer un videoclip. El hombre no paraba de darme la brasa con Warhol, Jarmusch y Godard. El resultado del vídeo fue tan embarazosamente impostado y cutre que me negué a que se usara. Dinero a la basura.
¿Cuál es el precio que hoy en día que hay que pagar por el hecho de hacer las cosas uno mismo y sin esas ayudas externas?
Álvaro Tarik: Tal como está el mercado, si tienes ya un nombre —aun modesto— en la escena nacional, mi consejo es que te lo autoedites, siempre que estés dispuesto a darte el trabajo que complementa a lo meramente musical. Económicamente, no vas a notar la diferencia, es decir, seguirás ganando muy poco o nada. Si lo que buscas es más reportajes fotográficos o más páginas en revistas, entonces busca un contrato con una discográfica, pero, en términos económicos, nada va a cambiar. Hablo, obviamente, de discográficas pequeñas, porque una multinacional lo único que hará de ti es arruinarte tu carrera artística y la vida.
Igualmente se habla en esa nota de prensa del papel prioritario del proceso de producción en este trabajo, entiendo que le das una gran importancia a esta fase y que llegas a considerarla una etapa clave en la conformación definitiva de las canciones...
Álvaro Tarik: Sí, me fascina el trabajo en el estudio, esa capacidad de cambiar el rumbo de una idea hacia un destino u otro. En mi opinión, producir música consiste en utilizar trucos para crear una ficción, una apariencia. Por ejemplo, hacer creer al oyente que un saxo, un contrabajo y una batería suenan en una grabación como un saxo, un contrabajo y una batería suenan en la realidad es un truco de prestidigitación. Un grupo de instrumentos no suena igual delante de tus oídos que lo que sale por el altavoz, pero tienes una serie de herramientas como la ecualización, los efectos, el volumen en la mezcla, el estéreo, etcétera, para que el oyente lo perciba así. O hacer que la música parezca estar siendo interpretada en una habitación pequeña o en un estadio de fútbol; darle un aire evocador, agresivo, cálido u oscuro... Producir música es como hacer trucos de magia, en el sentido más técnico y prosaico de la palabra. Personalmente, no me gustan las producciones estándar, de las que yo llamo "con la palanquita en medio". Prefiero las producciones arriesgadas, porque creo que transmiten más, aun sonando "mal" desde el punto de vista de la ortodoxia del sonido. Me cansé de escuchar a productores y técnicos de sonido decir lo de "eso no te va a quedar bien", que es lo mismo que te dice el jefe de obra cuando quieres hacer reforma en tu casa.
En estas nuevas canciones también me da la sensación de que tu voz, tu forma de cantar, se sumerge más, se difumina, entre la propia parte musical hasta convertirse la canción en un todo compacto donde nada sobresale..
Álvaro Tarik: Sí, me gusta que la voz esté bien engarzada en la música. Todo depende del estilo de música que quieras hacer. En Summer Spree, el tono que busco es, generalmente, evocador y onírico, como ese recurso de difuminar la imagen en las películas para insertar flashbacks, por eso uso la reverb como un instrumento más.
Aunque el amor, y sus derivaciones, sigue siendo uno de los temas claves en tu música, me parece observar que a lo largo del disco hay ciertas referencias al paso del tiempo, a la madurez, al modo de acomodarse a esa situación, no sé si algo de ello...
Álvaro Tarik: Es una buena observación, Kepa. Creo que mi generación estuvo tan entregada al hedonismo que muchos asuntos primordiales sobrevolaron por encima de nuestras cabezas sin que reparáramos en la importancia que tenían. De alguna manera, pervertimos el mensaje del punk, que era romántico y comprometido, y lo convertimos en algo espurio y superficial, basándolo todo en la frivolidad y en la diversión. Mira cómo sería el desatino, que los skinheads pasaron de bailar ska con los jamaicanos en los clubs de Londres de mediados de los 60 a enarbolar la bandera de la xenofobia dos décadas después, y los punks de postal interpretaron tan mal lo de la sátira con la simbología nazi que ya en los 80 muchos veían normal ser moderno, facha y racista. Ahora creo que el mundo que les hemos dejado a nuestros hijos es una mierda totalmente carente de valores y sentido común. Lo vemos en la clase política y en los que dirigen los poderes fácticos. Las personas, el bien común, el cambio climático, el medioambiente les importan una mierda, porque pertenecen a una generación que ha crecido con las políticas de Reagan y Thatcher, unos monstruos de quienes espero que los libros de historia hablen dentro de no muchos años como dos de los mayores enemigos de la humanidad.
Un proyecto como Summer Spree plantea además de una propuesta musical un ambiente global muy concreto, que incita a la ensoñación, a la evocación, a lo bucólico… ¿has considerado en algún momento que la imposición de ese tono pueda llegar a coartar o limitar tu espíritu creativo o no tendrías problema en un momento dado en saltarte esas “reglas”?
Álvaro Tarik: Bueno, cualquier proyecto que se alargue en el tiempo tiene que reinventarse, y Summer Spree, en el caso de que siguiera funcionando más años, no sería una excepción.
Durante estos días tan extraños y graves que estamos viviendo parece como si hubiera habido un repunte en la consideración del arte como un elemento primordial en nuestras vidas, pero también al que se acude solo cuando nos cierran todas las demás posibilidades de nuestras vidas rutinarias. No sé cómo valoras tú esa situación...
Álvaro Tarik: Sí, pero una cosa es el arte, y otra, el entretenimiento. En estos días me da la impresión de que estamos recurriendo al entretenimiento para evadirnos de la angustia que nos provoca la pandemia que estamos viviendo y que ha desatado una crisis global. Todo esto nos ha pillado de sorpresa, y ha originado miedo y desconcierto. Siento que, por el momento, la evasión no está exactamente en el arte. De momento, estamos recurriendo al entretenimiento para sobrellevar la reclusión en casa, para distraernos, pero como quien bebe cerveza y come cacahuetes. Sin embargo, espero que este episodio, cuando pase, sea purificador, como una catarsis que cambie nuestra forma de pensar y de plantearnos cosas en las que antes no habíamos reparado, que nos haga ver con claridad qué estábamos haciendo mal y nos convierta en seres más sensibles, Eso debería tener también un impacto en el arte y en nuestra forma de apreciarlo. Aunque, para serte sincero, tengo muy poca fe en la especie humana.
Y un proyecto como éste, ¿cómo se plantea la parte de los directos?
Álvaro Tarik: También de forma diferente a como lo hacía antes, obviamente. Hasta el momento, he hecho pocos directos y sin más acompañamiento que unos sintetizadores, un par de ordenadores y un proyector de vídeo. Preparo en casa vídeos e imágenes para proyectar durante el concierto en una pantalla grande. Es un trabajazo, pero aquí lo importante es la música y la imagen. Summer Spree, es, en realidad, un proyecto muy dúctil. Cada concierto podría plantearse de forma diferente al anterior. Es muy aburrido hacer siempre lo mismo. Y cuando un artista se aburre, aburre hasta a las ovejas.