“Es un álbum que muestra de dónde vengo, que es el rock, pero con la idea de dotarlo de un sonido más contemporáneo”
Por: Javier González
Hablar de Álvaro Suite es hacerlo de un tipo que ha militado en Pinball, Los Labios y Suite, banda de la que tomó su apellido artístico, hasta que se cruzó en su camino Enrique Bunbury, para reclutarlo como uno más de Los Santos Inocentes, formación que le lleva acompañando desde hace más de una década tanto en estudio como parte de esa familia con la que recorre medio mundo.
Compositor de canciones incansable, Álvaro llevaba diez años recopilando melodías y letras, ejercicios de estilo que por fin ahora han cobrado vida bajo el título de “La Xana”, para dar forma a un disco que partiendo del rock amplía su visión hasta sonoridades más contemporáneas, alejándose premeditadamente del guitarreo, para dibujar paisajes oníricos de gran belleza.
Semanas atrás nos citamos con él para mantener esta intensa entrevista de la que ahora os hacemos participes.
Has pasado por varios proyectos musicales, pero sin embargo éste es tu primer trabajo en solitario. ¿Qué sientes al comenzar a defender tu propio nombre?
Álvaro: Una responsabilidad muy grande. He trabajado en otros muchos proyectos donde la responsabilidad era compartida con una banda. O bien comparto responsabilidad como guitarrista como es el caso de Bunbury. En el caso de Álvaro Suite, tanto las galletas como los pasteles me caen a mí. También es cierto que es una gran responsabilidad y una ilusión única que se agradece tras tantos años. Tener ahora una ilusión como si tuviera quince años al ver que tu banda funciona, tu técnico de sonido y de backliner también lo hacen. Sentir orgullo por tu oficina de prensa y comunicación. Me recuerda a cuando empezaba y tenía los primeros conciertos de mi carrera.
¿Por qué has decidido que este podía ser un buen momento para grabar?
Álvaro: Ha sido el período más largo que he tenido de descanso en el calendario Bunbury. Nosotros tenemos con Enrique unos meses de trabajo que se van alternando en el año, dándonos entre un mes y medio y tres meses libres, entre cosas qué hacer; trabajo y trabajo, gira y ensayo, tramo de gira, etc... Ese tiempo de descanso nunca había superado los tres meses. Ahora mismo entre la grabación del próximo disco que sale ahora y el siguiente paso, que serán ensayos, habrá once meses. Ahí vi el hueco donde poder lanzar el disco, promocionarlo, trabajarlo, lanzarlo. Posicionarme en un lugar al que poder volver cuando tenga otro período de descanso.
Tengo entendido que las composiciones pertenecen a diferentes momentos y etapas de tu carrera.
Álvaro: Efectivamente hay textos como por ejemplo “Toda esa Belleza”, canción que comparto con Coque Malla, que escribí hace diez años cuando murió Antonio Vega. Lo que ocurre es que su música ha ido evolucionando a fuerza de abandonarla y retomarla, hasta que encontró su sitio en “La Xana”. Hay otras canciones que son estribillos de canciones grabadas hace cuatro años que se van modificando. Pertenecen a diferentes etapas de mi vida, pero las he desnudado y vestido todas en el 2019 que es lo que le da cierta uniformidad al disco. Llevas razón, creo que se pueden sentir esas diferentes etapas de mi vida al escuchar el disco.
Por cierto, creo que el título, que la gente interpreta como parte de la mitología asturiana, “La Xana”, tiene más que ver con algo muy personal. ¿Verdad?
Álvaro: Tiene que ver con dos cosas. “La Xana” es el nombre de la casa de mi tío Javier en Campamento en San Roque, Cádiz, que fue nuestro útero musical. Hablo en plural porque también me refiero a mi hermano, Chencho Fernández, que también es músico. Allí fue donde la música se convirtió en algo esencial para nosotros, por su volumen, cantidad y apertura de miras. Jimmy Hendrix y Lole y Manuel, Alan Parsons y Radio Futura, Barón Rojo y Creedence. Todo eso entraba en “La Xana”, llamada también así porque la rama familiar de mi padre viene de Asturias, toma su nombre de la mitología asturiana. Y yo llamo así al disco por la casa de mi tío. Está todo relacionado.
Al reseñar tu disco hablamos de una “obra abierta y poliédrica, con afán experimentador y juguetón, cuadrando el círculo con diez temas disfrutables, por su intensidad y admirable ejecución”.
Álvaro: Está muy bien explicado lo del carácter experimental. Este disco parte del rock que sería mi fuerte, pero no quería hacerlo al uso, ni de forma habitual. No quería un rock de guitarras, ni que la canción se basara en un riff, ni que la intensidad viniera de las guitarras o de un tejido de guitarras. Pero al venir del rock tenía un esqueleto que rellenar de órganos y carnes. Entonces decidí investigar con teclados, que es algo que está a la orden del día, pero que era muy seductor porque siempre me han gustado los teclados, aunque reconozco que he sido un negado con ellos. En casa, en el estudio, empecé a maquetar tirando de un piano, con posibilidad de sonar a órgano, tocando con ambas cosas y luego probando con sintetizadores. Fui abriendo mi cabeza a la inspiración con la idea de acercar el rock a algo más experimental con los teclados, algo que se viene haciendo desde los años cincuenta y sesenta, por lo que no es nada nuevo. Pero para mí era nuevo y seductor. Al hacer mezclas de mis demos, quitando guitarras, necesitaba subir el volumen de las baterías y bajos, por lo que había que mejorarlos. Eso me lleva a necesitar grabar con un buen batería y teclistas. Me reúno con gente buena en su instrumento que me cambia los arreglos para dar forma finalmente a este disco. Mi idea pero todo mejorado.
Más adelante hablaremos de los músicos que te dan sustento, pero me gustaría hablar de sonidos. Encontramos aquí canciones ambientales, rock, glam… ¿Son todos los Álvaros posibles en un solo disco?
Álvaro: Sí, al fín y al cabo es el sonido que está en mi cuerpo y mi cabeza. Hay diferentes estilos en Álvaro Suite y en este disco también. Centraría todos en el rock, solo que el rock puede vestir de purpurina, terciopelo, traje negro y de sport. Sigue siendo rock. Aquí las canciones están vestidas de todas las maneras, algunas se han quedado más cortas. Yo quería acercarlas al sonido de LCD Soundsystem, con una base de rock pero con mucha electrónica. A la hora de la verdad se es mucho más cobarde y vas tirando atrás las expectativas altas. Al final se ha quedado un álbum que muestra de dónde vengo, que es el rock, pero con la idea de dotarlo de un sonido más contemporáneo.
Muestras unas grandes dotes como intérprete, pero no he podido evitar sentir que en algunas canciones te has contenido, quizás por temor a sonar demasiado a Bunbury.
Álvaro: Veo el comentario de que intento contenerme muy acertado. La verdad es que a lo largo del disco me contengo bastante. De hecho Paco Loco me dijo que me controlara un poco eso, mi referencia y mi influencia Bunbury. Cuidado la llevo con mucha honra, porque además después de catorce años haciéndole los coros a Bunbury es algo inevitable. Cuando empezaba a tocar y cantar, escuchando a la Creedence, trataba de acercarme a John Fogerty; al rato si escuchaba los Beatles, imitaba a McCartney. Es más en mi cabeza me decía que sonaba como ellos. Vamos que desde pequeño me he hecho un experto en voces. Catorce años con Enrique, que es tan característico, hace que cuando canto algo me acerque a él. Realmente tiene una voz increíble, pero yo quería separarme un poco. Siendo el guitarra de Enrique Bunbury, si encima cantara como él, me parecería deshonesto en ambos sentidos. Sí que es verdad que Paco Loco me decía que estaba cantando mis canciones y no el coro. Creo que el secreto de querer huir, sin maldad, y deliberadamente de su estilo, ha hecho que encontrara mi propia voz. También al tener que defender las canciones, al fin, con un proyecto serio, mío, en solitario en el que toca cantar, le quería dar mi propia voz. Querer huir de lo Bunbury, encontrar mi voz en el camino y ser consciente de que no soy una banda, sino que soy yo el que defiende todo, era necesario y necesitaba una voz. Me agarré los machos y en ese proceso encontré una voz propia. Cada canción pide su voz y Álvaro Suite la tiene para cada una de sus canciones.
Retomemos el asunto de los colaboradores, por el disco figuran nombres como Ramón Gacias, Víctor Cabezuelo y Julián Maeso, quien por cierto me encanta. ¿No es mala nómina para comenzar una andadura?
Álvaro: Julián Maeso creo que es una bestia injustamente descuidada por todos. Tiene una música en su cabeza, sus manos y cabeza brutal. Y además muy particular, aunque sus influencias y raíces vengan del soul, del Rhythm and Blues y el rock. Tiene una voz propia impresionante. Desde mi humilde posición en redes, siempre le defiendo. Era de cajón que entrara, ya que en las demos había mucho teclado. Quería que en el disco hubiera de un lado teclas amables, pianos, hammond y Rhodes, cosas más acústicas y orgánicas, y luego quería sintetizadores y programaciones, todo más experimental. Lo dividí de forma cazurra en dos secciones; de un lado la tecla amable para Julián Maeso, que le conozco desde hace muchos años y es el mejor. Y luego soy muy fan de Rufus T. Firefly, tuve la oportunidad de conocer a Víctor en un festival, le hablé de lo que andaba preparando y le gustó la idea. Les convoqué a ambos en el estudio de Paco Loco. Allí me hice cargos de los bajos, las guitarras y de algún piano, como el de “Toda esa Belleza”, que se quedó con el sonido de la demo de casa. Con ellos las canciones se abrieron mucho porque aportaron cosas que yo no tenía en la cabeza. Fue un acierto contar con ellos porque hay mucho teclado que de no ser ellos hubieran quedado muy por debajo. Contar con Ramón es un lujo, productor, ingeniero, batería y empresario. Ramón es Dios en esto. Además soy de los que piensa que tu banda es tan buena como lo sea tu batería. Entonces sabía que necesitaba un batería superior. En Sevilla conozco muchos baterías y muy buenos. Pero aparte necesitaba un batería que mirara al futuro. Le dije que tocara de cara al futuro y eso no todos los baterías lo saben hacer. Él es muy imaginativo y original, además sabe leer una canción al completo. Sabía que iba a hacer una radiografía de mi demo y sacar unas baterías increíbles. Por otro lado, técnicamente es un genio. Cualquier cosa que ocurría en la canción, cualquier duda técnica, sabía cómo solventarla. Para todo tipo de cuestiones de orden técnico y creativo, Ramón estaba allí.
Y si a todo eso, le sumamos los inventos de Paco Loco…
Álvaro Suite: Varios de los bajos que he grabado estaban metidos por una pedalera muy cutre que nadie tocaría ni de lejos con un palo. Tú vas a grabar una batería, mientras él va tocando instrumentos a ver qué le sugiere. Produce de una manera muy intuitiva y de oído. Cuando encuentra algo que suena bien te dice graba. Y le da igual si el instrumento es de mayor o menor calidad. Tiene una capacidad de ver las canciones, ofrecerle lo que necesita y quitarle lo que no necesita. En este disco puedo decir que lo he producido yo, porque salí de casa con las demos y con la idea de lo que quería en la cabeza. Ahora bien, se ha mejorado y abierto gracias a la calidad de los músicos. Y luego está el factor Paco, que solo por el estado emocional de tranquilidad que te transmite saber que está él ya te aporta. Te dice que determinadas cosas son una mierda y que no te gustan ni a ti tan tranquilo. Todo lo que he grabado, con todas mis bandas, ha sido con él y así va a seguir siendo.
Además, en “Toda esa Belleza”, cuentas con la colaboración de Coque Malla, en una canción que es un homenaje a Antonio Vega. ¿No se te da mal realizar homenajes y rodearte de grandes de nuestra música? ¿Cómo y por qué surgió la colaboración con Coque?
Álvaro: A Coque le conocí mientras estaba de promo en México, con Enrique en un festival, no sé si en Monterrey o Guadalajara. Al conocerle me gustó que fuera muy canalleta, simpático y agradable. Es un número uno, súpero noble y súper buena gente. Es muy accesible y deja sentir su ilusión, como Enrique o Tarque, que son gente que ha conseguido mucho y quizás solo deberían estar, pero además son muy accesibles. Comparten un espíritu y una ilusión por seguir haciendo cosas que es envidiable y aleccionadora. El Coque que conocí era un tío ilusionado con ganas de hacer cosas, de hecho en los últimos años está haciendo sus mejores discos desde Los Ronaldos. Nos caímos bien y compartimos el teléfono. Después nos volvimos a ver de jarana en España, en algún que otro bolo y poco más. A la hora de encarar “Toda esa Belleza”, que es un texto homenaje a Antonio Vega, una canción de amor de doble lectura. Hay que saber leer que no se trata de él y una mujer, sino que habla de su vicio, el que le llevó a la muerte. Requería de una voz de alguien que te llevara a esa época, de mediados de los ochenta a principios de los noventa. Ahí se me venían a la memoria nombres como los de Enrique, Santiago Auserón y Coque Malla. A Enrique no quería involucrarlo porque estábamos trabajando en su disco, y además quería separarlo. Me parecía lo adecuado por educación y respeto. Con Auserón ocurre que Juan Perro está alejado de mi música, él está más con el mundo iberoamericano, algo que me fascina, pero no es el momento de acercarme a eso. Me quedaba Coque Malla que en cuanto abre la boca te retrotrae directamente a Los Ronaldos, te lleva al 86, al 90, a esa época. Entonces fue llamarle y accedió al instante y emocionado. De hecho creo que por muy emotiva que sea la canción, de haberla cantado solo yo no hubiera quedado igual. Creo que conseguimos llevarte al Madrid de la segunda etapa de los años ochenta de una forma onírica.
Hemos citado a lo largo de la conversación a Radio Futura y a Santiago Auserón, es curioso porque una de mis canciones favoritas del disco es “La Dama que Amé”, un temazo que parece una segunda parte de “La Estatua del Jardín Botánico”. No sé si ha sido algo consciente…
Álvaro: Date cuenta que no la tenía en mente para nada. Quería hacer un The Cure en España, pero sin sonar tan romantic y sin telaraña. Me parece fascinante porque a Santiago Auserón le admiro muchísimo. Es de los pocos artistas españoles que admiro y no he tenido la oportunidad de conocer, cosa que me encantaría. “La Dama que Amé” es una canción basada en una leyenda artúrica, “La Dama de Shalott”, que habla de una dama que vive en un torreón encerrada de espaldas a la realidad, hasta que ve reflejado en un espejo a Lancelot yendo a Camelot y trata de salir a esa realidad, muriendo en el río. Musicalmente quería darle un aire new romantic que está muy relacionado con esa temática, quitándole la capa super ochenta. Ha quedado una canción que está gustando mucho a la gente. Y la comparativa con Auserón te la agradezco mucho.
Otra canción escrita desde lo más profundo es “Parque Rubén Dario”, retazo sevillano de cosas que dejan de existir y que transmite cierta añoranza por el pasado.
Álvaro: Soy sevillano y vivo en Sevilla. El texto es de Javi Vega, que es el bajista de Maga, también es el padrino de mi hija, amigo mío desde que tenemos nueve o diez años. Era una canción que hice en inglés, pero al traducirla no era nada atractiva, era muy chorra. Pero la música era muy evocadora, me parecía un homenaje al barrio en que crecí. Me fui allí con meses y dejé de vivir con veinte años. Este barrio tiene algo especial. La gente de otros barrios nos recuerda, dicen que somos una tribu aparte. El rango y la cantidad de niños que había entre seis meses y ocho años era brutal entre los setenta y ochenta. Todos nos cuidábamos entre todos. Ahí tuve los mejores años de mi vida, lo quería plasmar en una canción pero no quería plasmarlo en inglés. Me siento orgulloso de que hayamos colaborado dos tíos del barrio. Él pone voz a mi música. Cuando la escucha gente del barrio acaban llorando y abrazados. Es el homenaje más sincero que puedo darle al lugar donde crecí.
Me gusta esa idea de hacer un homenaje a una parte de una ciudad tan rockera como Sevilla.
Álvaro: Está viviendo una segunda edad de oro. Están los Derby Motoreta´s Burrito Kachimba, que vienen muy fuerte. Allí hay una escena muy buena. Por ejemplo, Chencho Fernández, mi hermano, saca disco en febrero. Están los All la Glory, de Juano, los Pony Bravo, Tote que acaba de terminar gira. Hay muy buenos artistas de todo tipo de géneros. Además lo trabajan muy fino. Le dan un trato especial a la grabación, al formato, a la promo, a los directos, a la carátula. Hay muy buena hornada en Sevilla.
Sigamos desgranando alguna canción más, me ha gustado mucho el ramalazo glam rock de “Como la Espuma”, la podrían haber firmado los Babylon Chát de Igor Paskual.
Álvaro: Suelen compararnos mucho a Igor a mí. Admiro mucho lo que hace y lo que hacía con Babylon Chat. Aunque estamos entrados en edad, le veo y me hincha de glam. Qué bien que haya un guitarrista así todavía. Ambos somos muy fans de T-Rex. En “Como la Espuma” quería hacer una canción glam, aunque partía en un principio de una sonoridad más cercana a Jack White. Lo que ocurre es que al ir desnudándola de guitarras, apareció un glam que no había visto. Seguí por ahí. Era la más rara del disco, es la que sobresale dentro de una línea de ángulos rectos. Destaca, por eso la saqué como single. La veo como herramienta de llamada. La gente decía “Alvaro Suite cantando en castellano, con un traje rosa y bailando”. Quería llamar la atención musical y estilísticamente. Me cayeron palos de todos los colores, que si era un imitador de Bunbury que si la canción era una mierda. También había quien me decía que era un temazo, que vaya traje y qué video. Cumplió la función de un primer single que era agitar, que la gente levante el cuello y te alabe o te critique. Es sano que haya una contracrítica y una procrítica. Es necesaria para una carrera artística. Saqué ese single pensando en lo ligera de la letra que es puro pop, al estilo del “She Love´s You” de los Beatles, que les funcionó de maravilla. No quiero comparar ni las carreras ni la canción, pero quería hacer ruido. Luego saco “Toda esa Belleza” que es otra canción que tiene más que ver con el resto del disco.
¿Qué diferencias existen entre la forma de afrontar tus propias canciones a cuando lo haces con las de Enrique?
Álvaro: Soy el mismo artista en ambos casos, pero ofrezco lo que me pide cada proyecto. Yo no concibo mis arreglos para los discos que firmo de la misma manera que lo hago con Enrique. Estoy pegado a él con el alma, cuando requiere algo de mí, sé que ofrecerle. Y cuando me pido algo a mí mismo, sé que ofrecerme. Parto de los dos con lo mismo, pero creo con distintos sentidos porque lo que se me pide no es igual.
¿Cómo piensas compaginar ambos proyectos?
Álvaro: Los meses que paré con Enrique se los dedicaré a mi proyecto. Cuando esté con él en “stand by”, trabajaré como Álvaro Suite. Mis descansos saldrán también de esos meses en que me dedique a mi proyecto, aunque normalmente los calendarios se saben con muchísima antelación. En este caso tocará considerar héroes a mi familia, que si ya antes me veían poco, ahora me verán todavía menos. Es un esfuerzo que hago yo, que no busca involucrar a la carrera de Enrique pero que fuerzo en casa para compensar. Tengo mujer y dos hijos, de trece ella y de ocho él. Ya he hablado con ellos que ahora les voy a ver menos tiempo, lo han entendido y me han dicho que para adelante. Me apoyan mucho, cosa que agradezco de corazón.
¿Qué banda te acompañará en directo?
Álvaro: Es una banda de músicos de Sevilla muy dispar. Se conocen, pero nunca habían tocado entre ellos. Además están fuera de la parrilla de tocar con bandas algo que quería. A algunos no les conocía demasiado, pero les he buscado por su talento. Tengo dos teclistas, uno que toca las teclas amables y otro de fantasía. Entre ellos casi ni se conocían. En los ensayos es un reto, sin envidias, en los que buscan compaginar sus teclas para que sean uno. Tener dos teclistas buenos es un tesoro, ahí he triunfado. El teclista es Jesús Gascón y Guille a los sintes. De guitarra está Robert Revolvert, que toca muy bien y tenemos una comunicación visual que es esencial, el bajo es Javi Mora, muy reputado y que además es productor, un tío que pone música a muchas cosas bastante intelectuales. De batería tengo a Antonio Lomas, que es el batería de Pájaro, también estuvo con Lori Meyers y con Grupo de Expertos Solynieve.
Después de muchos años, tocará volver a picar piedra y lanzarse a la aventura. ¿Cómo afrontas éste reto?
Álvaro: Tengo muchas ganas de picar piedra y sé que me va a costar sudor, horas y salud, además de cuartos. No vas a hoteles de cinco estrellas, ni comes de lujo, ni cuentas con un equipo técnico que te lleve en volandas. Vamos en furgo, apretados, en hoteles humildes y camerinos que son un cuarto de baño. No es lo mismo que ir con Enrique. Pero me gusta mantener un píe en esa escena, que creo que Bunbury también lo tiene. Creo que nunca me he olvidado de eso. Tengo ilusión porque nunca lo he hecho bajo mi nombre, sí con bandas, siendo más joven, que eres más salvaje, y además vas arropado, lo que hace que los errores y cagadas se distribuyan entre todos. Es la primera vez que toda la producción es Álvaro Suite, todo es más serio y profesional y es más grato hacerlo así. Lo que ocurra será gratificante. La iluminación, escenografía, los músicos, el merchandising será cosa mía. El que lo reciba lo verá más serio y más impactante. Patearse el país es invertir para que las audiencias vayan creciendo.
Por cierto, me imagino que Bunbury habrá escuchado el disco. ¿Qué le ha parecido?
Álvaro: Lo escuchó recién salido del estudio sin remasterizar. Me dijo que tenía un discazo, que era espectacular y que su más sincera enhorabuena. Siempre me ha animado a hacer cosas. Le gusta tener en su banda gente con inquietudes, ya que todo le viene de vuelta. Cuando terminamos de girar, si nos vamos a casa y no hacemos nada, somos los mismos que hace meses dejó. Nuestro oficio es la música, nos dedicamos a ella. Y a veces se la ofrezco a Enrique de todo corazón. A él le gusta que haga un disco que sea interesante, así me recibe más arriba de donde me dejo. Siempre le envío todas las canciones que hago para que me diga cuáles le gustan y cuáles no. También se las ofrezco por si quiere quedarse alguna. De hecho él me ayudó a la hora de hacer el orden del disco. Se lo envíe a él, a mi hermano, a Jess de Sidonie y a Rubén Pozo.
Por nuestra parte es todo, Álvaro. Ha sido un inmenso gusto poder charlar contigo.
Álvaro: Para mí también ha sido un placer. Las preguntas han sido muy interesantes y me he sentido muy cómodo respondiendo.
Y si a todo eso, le sumamos los inventos de Paco Loco…
Álvaro Suite: Varios de los bajos que he grabado estaban metidos por una pedalera muy cutre que nadie tocaría ni de lejos con un palo. Tú vas a grabar una batería, mientras él va tocando instrumentos a ver qué le sugiere. Produce de una manera muy intuitiva y de oído. Cuando encuentra algo que suena bien te dice graba. Y le da igual si el instrumento es de mayor o menor calidad. Tiene una capacidad de ver las canciones, ofrecerle lo que necesita y quitarle lo que no necesita. En este disco puedo decir que lo he producido yo, porque salí de casa con las demos y con la idea de lo que quería en la cabeza. Ahora bien, se ha mejorado y abierto gracias a la calidad de los músicos. Y luego está el factor Paco, que solo por el estado emocional de tranquilidad que te transmite saber que está él ya te aporta. Te dice que determinadas cosas son una mierda y que no te gustan ni a ti tan tranquilo. Todo lo que he grabado, con todas mis bandas, ha sido con él y así va a seguir siendo.
Además, en “Toda esa Belleza”, cuentas con la colaboración de Coque Malla, en una canción que es un homenaje a Antonio Vega. ¿No se te da mal realizar homenajes y rodearte de grandes de nuestra música? ¿Cómo y por qué surgió la colaboración con Coque?
Álvaro: A Coque le conocí mientras estaba de promo en México, con Enrique en un festival, no sé si en Monterrey o Guadalajara. Al conocerle me gustó que fuera muy canalleta, simpático y agradable. Es un número uno, súpero noble y súper buena gente. Es muy accesible y deja sentir su ilusión, como Enrique o Tarque, que son gente que ha conseguido mucho y quizás solo deberían estar, pero además son muy accesibles. Comparten un espíritu y una ilusión por seguir haciendo cosas que es envidiable y aleccionadora. El Coque que conocí era un tío ilusionado con ganas de hacer cosas, de hecho en los últimos años está haciendo sus mejores discos desde Los Ronaldos. Nos caímos bien y compartimos el teléfono. Después nos volvimos a ver de jarana en España, en algún que otro bolo y poco más. A la hora de encarar “Toda esa Belleza”, que es un texto homenaje a Antonio Vega, una canción de amor de doble lectura. Hay que saber leer que no se trata de él y una mujer, sino que habla de su vicio, el que le llevó a la muerte. Requería de una voz de alguien que te llevara a esa época, de mediados de los ochenta a principios de los noventa. Ahí se me venían a la memoria nombres como los de Enrique, Santiago Auserón y Coque Malla. A Enrique no quería involucrarlo porque estábamos trabajando en su disco, y además quería separarlo. Me parecía lo adecuado por educación y respeto. Con Auserón ocurre que Juan Perro está alejado de mi música, él está más con el mundo iberoamericano, algo que me fascina, pero no es el momento de acercarme a eso. Me quedaba Coque Malla que en cuanto abre la boca te retrotrae directamente a Los Ronaldos, te lleva al 86, al 90, a esa época. Entonces fue llamarle y accedió al instante y emocionado. De hecho creo que por muy emotiva que sea la canción, de haberla cantado solo yo no hubiera quedado igual. Creo que conseguimos llevarte al Madrid de la segunda etapa de los años ochenta de una forma onírica.
Hemos citado a lo largo de la conversación a Radio Futura y a Santiago Auserón, es curioso porque una de mis canciones favoritas del disco es “La Dama que Amé”, un temazo que parece una segunda parte de “La Estatua del Jardín Botánico”. No sé si ha sido algo consciente…
Álvaro: Date cuenta que no la tenía en mente para nada. Quería hacer un The Cure en España, pero sin sonar tan romantic y sin telaraña. Me parece fascinante porque a Santiago Auserón le admiro muchísimo. Es de los pocos artistas españoles que admiro y no he tenido la oportunidad de conocer, cosa que me encantaría. “La Dama que Amé” es una canción basada en una leyenda artúrica, “La Dama de Shalott”, que habla de una dama que vive en un torreón encerrada de espaldas a la realidad, hasta que ve reflejado en un espejo a Lancelot yendo a Camelot y trata de salir a esa realidad, muriendo en el río. Musicalmente quería darle un aire new romantic que está muy relacionado con esa temática, quitándole la capa super ochenta. Ha quedado una canción que está gustando mucho a la gente. Y la comparativa con Auserón te la agradezco mucho.
Otra canción escrita desde lo más profundo es “Parque Rubén Dario”, retazo sevillano de cosas que dejan de existir y que transmite cierta añoranza por el pasado.
Álvaro: Soy sevillano y vivo en Sevilla. El texto es de Javi Vega, que es el bajista de Maga, también es el padrino de mi hija, amigo mío desde que tenemos nueve o diez años. Era una canción que hice en inglés, pero al traducirla no era nada atractiva, era muy chorra. Pero la música era muy evocadora, me parecía un homenaje al barrio en que crecí. Me fui allí con meses y dejé de vivir con veinte años. Este barrio tiene algo especial. La gente de otros barrios nos recuerda, dicen que somos una tribu aparte. El rango y la cantidad de niños que había entre seis meses y ocho años era brutal entre los setenta y ochenta. Todos nos cuidábamos entre todos. Ahí tuve los mejores años de mi vida, lo quería plasmar en una canción pero no quería plasmarlo en inglés. Me siento orgulloso de que hayamos colaborado dos tíos del barrio. Él pone voz a mi música. Cuando la escucha gente del barrio acaban llorando y abrazados. Es el homenaje más sincero que puedo darle al lugar donde crecí.
Me gusta esa idea de hacer un homenaje a una parte de una ciudad tan rockera como Sevilla.
Álvaro: Está viviendo una segunda edad de oro. Están los Derby Motoreta´s Burrito Kachimba, que vienen muy fuerte. Allí hay una escena muy buena. Por ejemplo, Chencho Fernández, mi hermano, saca disco en febrero. Están los All la Glory, de Juano, los Pony Bravo, Tote que acaba de terminar gira. Hay muy buenos artistas de todo tipo de géneros. Además lo trabajan muy fino. Le dan un trato especial a la grabación, al formato, a la promo, a los directos, a la carátula. Hay muy buena hornada en Sevilla.
Sigamos desgranando alguna canción más, me ha gustado mucho el ramalazo glam rock de “Como la Espuma”, la podrían haber firmado los Babylon Chát de Igor Paskual.
Álvaro: Suelen compararnos mucho a Igor a mí. Admiro mucho lo que hace y lo que hacía con Babylon Chat. Aunque estamos entrados en edad, le veo y me hincha de glam. Qué bien que haya un guitarrista así todavía. Ambos somos muy fans de T-Rex. En “Como la Espuma” quería hacer una canción glam, aunque partía en un principio de una sonoridad más cercana a Jack White. Lo que ocurre es que al ir desnudándola de guitarras, apareció un glam que no había visto. Seguí por ahí. Era la más rara del disco, es la que sobresale dentro de una línea de ángulos rectos. Destaca, por eso la saqué como single. La veo como herramienta de llamada. La gente decía “Alvaro Suite cantando en castellano, con un traje rosa y bailando”. Quería llamar la atención musical y estilísticamente. Me cayeron palos de todos los colores, que si era un imitador de Bunbury que si la canción era una mierda. También había quien me decía que era un temazo, que vaya traje y qué video. Cumplió la función de un primer single que era agitar, que la gente levante el cuello y te alabe o te critique. Es sano que haya una contracrítica y una procrítica. Es necesaria para una carrera artística. Saqué ese single pensando en lo ligera de la letra que es puro pop, al estilo del “She Love´s You” de los Beatles, que les funcionó de maravilla. No quiero comparar ni las carreras ni la canción, pero quería hacer ruido. Luego saco “Toda esa Belleza” que es otra canción que tiene más que ver con el resto del disco.
¿Qué diferencias existen entre la forma de afrontar tus propias canciones a cuando lo haces con las de Enrique?
Álvaro: Soy el mismo artista en ambos casos, pero ofrezco lo que me pide cada proyecto. Yo no concibo mis arreglos para los discos que firmo de la misma manera que lo hago con Enrique. Estoy pegado a él con el alma, cuando requiere algo de mí, sé que ofrecerle. Y cuando me pido algo a mí mismo, sé que ofrecerme. Parto de los dos con lo mismo, pero creo con distintos sentidos porque lo que se me pide no es igual.
¿Cómo piensas compaginar ambos proyectos?
Álvaro: Los meses que paré con Enrique se los dedicaré a mi proyecto. Cuando esté con él en “stand by”, trabajaré como Álvaro Suite. Mis descansos saldrán también de esos meses en que me dedique a mi proyecto, aunque normalmente los calendarios se saben con muchísima antelación. En este caso tocará considerar héroes a mi familia, que si ya antes me veían poco, ahora me verán todavía menos. Es un esfuerzo que hago yo, que no busca involucrar a la carrera de Enrique pero que fuerzo en casa para compensar. Tengo mujer y dos hijos, de trece ella y de ocho él. Ya he hablado con ellos que ahora les voy a ver menos tiempo, lo han entendido y me han dicho que para adelante. Me apoyan mucho, cosa que agradezco de corazón.
¿Qué banda te acompañará en directo?
Álvaro: Es una banda de músicos de Sevilla muy dispar. Se conocen, pero nunca habían tocado entre ellos. Además están fuera de la parrilla de tocar con bandas algo que quería. A algunos no les conocía demasiado, pero les he buscado por su talento. Tengo dos teclistas, uno que toca las teclas amables y otro de fantasía. Entre ellos casi ni se conocían. En los ensayos es un reto, sin envidias, en los que buscan compaginar sus teclas para que sean uno. Tener dos teclistas buenos es un tesoro, ahí he triunfado. El teclista es Jesús Gascón y Guille a los sintes. De guitarra está Robert Revolvert, que toca muy bien y tenemos una comunicación visual que es esencial, el bajo es Javi Mora, muy reputado y que además es productor, un tío que pone música a muchas cosas bastante intelectuales. De batería tengo a Antonio Lomas, que es el batería de Pájaro, también estuvo con Lori Meyers y con Grupo de Expertos Solynieve.
Después de muchos años, tocará volver a picar piedra y lanzarse a la aventura. ¿Cómo afrontas éste reto?
Álvaro: Tengo muchas ganas de picar piedra y sé que me va a costar sudor, horas y salud, además de cuartos. No vas a hoteles de cinco estrellas, ni comes de lujo, ni cuentas con un equipo técnico que te lleve en volandas. Vamos en furgo, apretados, en hoteles humildes y camerinos que son un cuarto de baño. No es lo mismo que ir con Enrique. Pero me gusta mantener un píe en esa escena, que creo que Bunbury también lo tiene. Creo que nunca me he olvidado de eso. Tengo ilusión porque nunca lo he hecho bajo mi nombre, sí con bandas, siendo más joven, que eres más salvaje, y además vas arropado, lo que hace que los errores y cagadas se distribuyan entre todos. Es la primera vez que toda la producción es Álvaro Suite, todo es más serio y profesional y es más grato hacerlo así. Lo que ocurra será gratificante. La iluminación, escenografía, los músicos, el merchandising será cosa mía. El que lo reciba lo verá más serio y más impactante. Patearse el país es invertir para que las audiencias vayan creciendo.
Por cierto, me imagino que Bunbury habrá escuchado el disco. ¿Qué le ha parecido?
Álvaro: Lo escuchó recién salido del estudio sin remasterizar. Me dijo que tenía un discazo, que era espectacular y que su más sincera enhorabuena. Siempre me ha animado a hacer cosas. Le gusta tener en su banda gente con inquietudes, ya que todo le viene de vuelta. Cuando terminamos de girar, si nos vamos a casa y no hacemos nada, somos los mismos que hace meses dejó. Nuestro oficio es la música, nos dedicamos a ella. Y a veces se la ofrezco a Enrique de todo corazón. A él le gusta que haga un disco que sea interesante, así me recibe más arriba de donde me dejo. Siempre le envío todas las canciones que hago para que me diga cuáles le gustan y cuáles no. También se las ofrezco por si quiere quedarse alguna. De hecho él me ayudó a la hora de hacer el orden del disco. Se lo envíe a él, a mi hermano, a Jess de Sidonie y a Rubén Pozo.
Por nuestra parte es todo, Álvaro. Ha sido un inmenso gusto poder charlar contigo.
Álvaro: Para mí también ha sido un placer. Las preguntas han sido muy interesantes y me he sentido muy cómodo respondiendo.