Por: Alex Guimerà
Clem Snide se ha convertido en el proyecto personal de Eef Barzelay. Si bien su loable segundo disco al margen de su banda, “Loose Big” (2008), auguraba una carrera en solitario, el músico de origen israelí optó por la formación para ir volcando todo su talento personal. Lo que confirman los más de 25 años recorridos por los Clem Snide, sin contar sus parones intermitentes, es que a pesar de que nunca han alcanzado la notoriedad deseada, siempre han venido ofreciendo cosas interesantes, aunque a algunos no nos acabara de convencer su anterior entrega, “Girls Come First” (2015), disco con el que abrazaban a un folk rural algo simplista y con el que echamos algo de menos el salero y la credibilidad emotiva a la que nos tenían acostumbrados.
Y ahora, entrada la nueva década nos presentan este “Forever Just Beyond”, un trabajo rotundamente personal de Eef y en el que éste hace balance de la “montaña rusa en la que he vivido la última década”, periodo en el que ha sufrido un divorcio, se ha arruinado, ha perdido su casa, e incluso ha recibido una generosa donación de un fan español con el que pudo pagar a sus abogados.
Para lo nuevo, Barzelay ha aparcado a sus habituales compañeros de viaje - Brendan Fitzpatrick (bajo) y Ben Martin (batería) – en favor de un Scott Avett que ha tenido mucho protagonismo. El músico folk, oriundo de Wyoming y fundador de los Avett Brothers, se lo llevó a su granja de North Caroline para componer junto a él un disco en el que ha tocado y ha producido. También han participado en él, entre otros, el bajista de Band Of Horses Bill Reynolds, y los músicos de la banda de Avett, Mike Marsh (batería) y Joe Kwon (cello). El resultado, un delicioso sonido que se aleja de los Clem Snide de álbumes más country-pop como pueden ser The Ghost Of Fashion" (2001) o el más reciente "The Meat Of Life" (2010), para acercarse a unos temas de corte acústico, intimista y reflexivo adornados por una formidable instrumentación barroca.
La melancolía es el eje de un disco en el que Eef canta tiernamente, se muestra por momentos esperanzado, en otros deprimido e incluso cálido, pero siempre sincero. De ese poso surgen joyas como la melódica “Don't Bring No Ladder”, de memorables arpegios, voces y ritmo de escobillas; la country soul “Sorry Charlie”, cuyos vientos, violines, y pasión le entroncan con el Van Morrison más clásico, o la colosal “Ballad Of Eef Barzelay”, de voces dobladas, emotiva carga y bella simplicidad. Un recurso que vuelve a clavar en la desesperada “Sorry Charlie”, en una “Easy” con protagonismo de los violines (¿a nadie le recuerda a Father John Misty?), y algo en "The Stuff Of Us”, que transpira la pureza folk.
Mención aparte al tema que titula el álbum con toda su carga personal y con la que Eef reflexiona sobre sus experiencias recientes y valora las segundas oportunidades de la vida. “Forever Just Beyond” es esa segunda oportunidad, y ha llegado cargada de belleza, de sentimiento, pero sobre todo de sinceridad. Larga vida a la música hecha desde el corazón.