Por: Albert Barrios
“Marjorie” no es el disco de madurez de Núria Graham, como se ha repetido hasta la saciedad estos últimos días. No es el disco que llama a las puertas del “mainstream” en busca de un mayor público, ni el disco en piloto automático que se podía permitir después de dos obras magnas como “Bird Eyes” (2015) y “Does It Ring A Bell?” (2017). Porque si algo le ha sobrado siempre a Graham son la madurez, la claridad de ideas y un talento descomunal que le ha permitido decidir el cómo, el cuándo y el porqué. “Marjorie” es el álbum que sentía que tenía que hacer, un paso más, tan natural como arriesgado, en la excitante carrera de una de las cantautoras (y guitarrista, nunca lo olvidemos) más talentosas y clarividentes de la música perpetrada en nuestro país.
Hacía tiempo que en sus directos ya nos avanzaba un cambio de rumbo, una progresión y cambio sonoro donde la guitarra escapaba de la primera línea en búsqueda del beneficio global del conjunto, ampliando el espectro sónico y dando más importancia a la voz y a las letras. Es un LP marcado por Irlanda, la tierra natal de su padre y de la que siempre ha mantenido un intenso vínculo emocional. Esta influencia se percibe no tanto en la música, sino en unas letras impregnadas del romanticismo catastrófico irlandés, un amor romántico, dependiente, a veces fatal. Para intentar trasladar estas nuevas sensaciones a los surcos del vinilo Graham se ha vuelto a rodear de ese núcleo duro de músicos que son Aleix Bou (batería), Artur Tort (teclados)y Jordi Casadesús al bajo y produciendo el disco junto a Núria : una de las mejores bandas que puedas ver en directo hoy en día , una máquina perfectamente engrasada donde la compenetración raya la perfección.
“Connemara” abre con la voluntad de ser una declaración de intenciones: pop contenido, que hay que saborear, sin trallazos guitarreros y con una voz rebosante de conocimiento y sensatez. “Do You Wake Up For A While Every Day?” es cien por cien Núria Graham, una pequeña pieza de cámara es seguida por unas espontaneas risas de Núria que dan paso a una canción rítmica marca de la casa.“Marjorie” es un homenaje a la abuela que no conoció, la imagina y la sueña. En “Hazel” surge ese pop sin vergüenza con unos coros que se te adhieren desde el primer momento, igual que en “Shirley”, con ecos de los primeros ochentas en las islas británicas.
Dentro de esa miscelánea tan cegadoramente brillante “Heat Death” es de lo mejor. Comienza contenida, pero las armonías vocales la expanden en menos de tres minutos hasta el más conmovedor infinito. “Another Dead Bee” rebosa energía gracias a los elementos de percusión y al omnipresente teclado, y “The Stable”, una austera canción que llevaba mucho tiempo presentando encima de las tablas muta gracias a la riqueza sonora que le imprime la banda al completo. “Toilet Chronicles”, registrada rápidamente en respuesta a una canción grabada por su ex pareja Marcel Pujols , de Power Burkas, habla no solo de una relación ,sino también de la pureza del amor. Cierra con “No Returning”, sobria, mesurada, serena.
Un disco necesario, un cambio de rumbo (me recuerda a su adorada Joni Mitchell y “The Hissing of Summer Lawns”, un álbum de ruptura estilística que está entre mis favoritos de la canadiense) que hacía tiempo que anticipaba. Echo de menos los inesperados y vitamínicos acodes de su Gibson de doce cuerdas, pero Graham ha hecho lo que debía, sacrificando esos destellos de locura por el bien común, por la unidad no solo conceptual, sino también sonora. Una tercera entrega que como las dos anteriores suena en bucle en nuestro tocadiscos y se resiste a ser guardada. Como dicen en Irlanda, "An rud nach gabh leasachadh, 'S fheudar cur suas leis" ("Lo que no se puede evitar debe llevarse a cabo) …