Si por algo se ha caracteriza este país a lo largo de su historia es por negar el pan a muchos de sus genios. Ninguneándoles, criticando negativamente su labor, o comparándola con logros de contemporáneos de fuera de nuestras fronteras, ante los que habitualmente se suele dejar a los de aquí por los suelos.
Por eso es tan importante que nuestra prensa musical dedique obras enteras a discos tan imprescindibles en nuestra música como lo es “Deseo Carnal”, a la manera en que lo hace Marcos Gendre en “Deseo Carnal. Alaska y Dinarama, Mil Campanas” -Efe Eme-; es decir, profundizando en los antecedentes de la obra, en los porqués de su sonido, en las formas y preparación del mismo, y hasta en las personalidades que definían el sonido y personalidad de la banda, para dar voz a los propios protagonistas, a personas que les rodearon y a profesionales que han sido directamente influenciados por Alaska y Dinarama, para dar una visión profunda y crítica de un disco que aún hoy suena a clásico vigente.
Especialmente interesante resulta su visión acerca del binomio compositivo Canut/Berlanga, encargadas del armazón sonoro y lírico de unas canciones atemporales y eternas, más divos y artistas que su compañera, y del otro la cara reconocible de toda una época, una Alaska, con coraza de estrella que asume su papel, lo vive e interpreta, que muestra a los adalides de la modernidad como sin cantar, bailar o componer, se puede ser un auténtico huracán, a la manera de una Lola Flores actualizada, que nadie debía, ni debe, perderse ya que todavía en el siglo XXI sigue actuando en el mismo plan.
Con dichos mimbres, un sonido valiente y arriesgado que se disecciona al milímetro página a página, una producción que era la soñada por sus creadores, donde cabían el sonido Filadelfia, Bowie, Warhol, los boleros y el cine negro, y un puñado de canciones insuperables, ahí brillan las eternas “Como Pudiste Hacerme esto a Mí”, “Ni tú ni Nadie” y “Un Hombre de Verdad” - por cierto que nadie olvide redescubrir esos guitarrazos llenos de sentido y efectividad de Luis Miguélez-, firmaron un álbum en el que lograron adelantarse en el tiempo a grupos como Pet Shop Boys, con los que se les ha comparado hasta la extenuación.
“Deseo Carnal. Alaska y Dinarama, Mil Campanas” debería ser lectura obligatoria para todos los buenos amantes de nuestro pop-rock. Se trata de una fotografía muy concreta de nuestra historia, de una obra millonaria en ventas que ha permanecido y nos ha sido legada de generación en generación, pero que por encima de todo nos acerca a la personalidad y al momento de mayor desarrollo compositivo de tres grandes genios de nuestra música. Por eso y solo por eso, merece ser calificado como un libro intenso, emocionante e imprescindible.