Por: J.J. Caballero
Un personaje popular, en el estricto sentido del término, no tiene por qué resultar alguien relativamente cercano ni en exceso dado al intercambio de información y/o presencia con el público al que supuestamente debe dicha condición de popular. El populacho y su diferencia con el público en sí. Esto, que no deja de ser una mera disquisición de tarde ociosa, se encarna en el texto, fotografías y opiniones del volumen con el que se inaugura la editorial Muzikalia, web de referencia básica para la penúltima hornada de aficionados al indie –en la base- y en general a cualquier derivado del pop-rock más o menos actual. Pioneros de la información musical online en España y movidos por el ímpetu de marcar un territorio cada vez más identificable, su director Manuel Pinazo y uno de sus más brillantes colaboradores, bragado además en diferentes sectores de la industria, Chema Domínguez, se embarcaron en una aventura literaria que es justamente lo contrario a lo que muchos esperarían: No hay en estas 226 páginas nada impostado ni un solo párrafo de sobra, ni siquiera una intención didáctica ni divulgativa, sino el único objetivo de retratar –nunca mejor dicho- a uno de los músicos que más veces se ha paseado por sus páginas virtuales en forma de crónicas, reseñas (quien suscribe estas líneas firma varias de ellas), y entrevistas en las que, todo sea dicho, hubo sus más y sus menos respecto al efecto que sus últimos trabajos causaron en nuestros oídos.
No puede haber nada previsible en la carrera ni la personalidad artística de un talento como el de Antonio Luque, parapetado desde hace más de un cuarto de siglo bajo el seudónimo grupal de Sr. Chinarro. Y como nada podría ser escrito sin que estuviera sujeto a debate por parte del propio protagonista, los autores decidieron acercarse a la figura del homenajeado de la manera más directa posible. Tras pasar unos cuantos días en plena convivencia con el músico sevillano, intentando que las defensas bajasen al mínimo y la sinceridad empezara a brillar con su presencia, logran con este delicioso libro que la empatía con su visión de la música, la escena, el sector y la propia vida sea casi completa. Y eso es mérito tanto de ellos, como instigadores y ejecutores de la idea, como del propio sujeto objeto de estudio directo, que enseña aquí por primera vez en su carrera quién es, por qué hace lo que hace y cómo debe entenderse su obra. A tumba abierta y prescindiendo de tapujos.
Este es un libro de entrevistas, para ser exactos es en sí una entrevista, introducida por el prólogo de Tomás Fernando Flores. Extensa y pormenorizada, en la que se mete el dedo en la llaga de la tan traída y llevada creación y sus motivaciones, incluso se intenta llegar al núcleo emocional de una trayectoria marcada por los altibajos y una inusual promiscuidad artística que, sin embargo, nunca han sacado a Sr. Chinarro de los márgenes de la excelencia. Desde “Pequeño circo” (1993) hasta “Asunción” (2018), el contraste resulta brutal, así como las paradas imprescindibles para hablar de las varias obras maestras que el tipo ha grabado, léase “El porqué de mis peinados” (1997), “Presidente” (2011) o “Perspectiva caballera” (2014), con todos los vaivenes que en letras y músicas ha sufrido, normalmente para bien, el background de un músico que nunca tuvo vocación de hacerse famoso, porque eso es de débiles. La precisión de los recuerdos, reflejo de la extraordinaria memoria de Luque, lo lleva a remontarse a fechas concretas, post conciertos antológicos o momentos casi perdidos en la noche de los tiempos con palabras inundadas de sentimiento, incluyendo el lamento por algunos que se fueron y la ilusión por seguir procurando incorporar los mejores músicos y la tecnología adecuada cada vez que le alquilan un estudio de grabación. La fluidez y, sobre todo, la calidez que irradian este diálogo a tres puede que sean algo inaudito en trabajos similares, máxime teniendo en cuenta que hasta el momento pocas veces, por no decir ninguna, se ha radiografiado tan profundamente tanto al personaje como a la persona. Un radar de influencias literarias y musicales que pergeña una línea imaginaria en la que unir a Johnny Marr, Mark Kozelek, Robert Smith y Vainica Doble. Un crisol de anclas vitales donde cohabitan el Betis, el servicio militar, el ideario político-social, las visitas en youtube y las propias raíces culturales. Yendo y viniendo, moviéndose siempre en el filo del sí, del no y del quizá, sorprende la forma en que la lectura plasma un mundo propio en el que cuesta entrar pero del que, una vez dentro, es imposible salir. Incluso si nunca se ha escuchado ni una sola canción de Sr. Chinarro o leído ni uno de sus muchos textos desperdigados en blogs, revistas y producción propia (recordemos que es autor de “Marchito azar verdiblanco”, “Socorrismo” y “Exitus”, este último en formato de novela). Toda una experiencia de la que aprender y con la que disfrutar sin necesidad de coartadas intelectuales. Como la propia vida, un devenir de anécdotas, posicionamientos, amores y desamores que deviene en lo verdaderamente esencial: Las canciones. Sobre ellas se habla y de ellas se parte, básicamente, para construir un desafío editorial que ya amenaza con publicar la segunda referencia. Según sus responsables, hablar largo y tendido con Antonio Luque y publicarlo después era una locura tan necesaria que alguien tenía que llevarla a cabo.