Hablar de Patricia Godes es hacerlo de una de las más grandes periodistas musicales de nuestro país. Amante de la música negra, por encima de todo, sin hacer ascos a ningún estilo ni tendencia musical, ha puesto su voz y su prosa al servicio de innumerables programas y cabeceras, aportando siempre amplios conocimientos, franqueza y un más que notable buen hacer a la hora de elaborar textos ágiles y adictivos, que aún hoy en día son la envidia de los que luchamos por juntar letras con relativa claridad.
Siempre cercana y certera, viva y con una visión de las cosas dotada de extraordinaria clarividencia, sus libros y sus textos formaron parte de nuestra escuela, hasta encontrarnos con ella en las aulas, donde tuvimos la fortuna de gozar de alguna de sus charlas en cursos sobre crítica y periodismo musical, donde nos dejó una vez más con la boca abierta por su bagaje y saber estar.
Ni qué decir tiene que admiramos su trayectoria y labor profesional, por ello es un enorme placer que se haya brindado a formar parte de nuestro décimo aniversario en el marco de una más que agradable charla con la que sin pretenderlo vuelve a sentar cátedra una vez más.
Igual que se pregunta si vinilo o CD, y en tu papel de profesional del gremio, ¿qué virtudes, y lo contrario, encuentras en la prensa digital y en la escrita?
Patricia: La principal ventaja y desventaja es la inmediatez de la prensa digital, frente a la lentitud de la prensa escrita, ya que tiene su proceso de ciertas horas hasta la aparición en un diario. Ahí gana sin lugar a dudas la prensa digital.
En los últimos años ha habido una enorme proliferación de todo tipo de webs, blogs, de temática musical, ¿la irrupción de tanta oferta es algo siempre positivo o tiene algunas desventajas esa posible saturación?
Patricia: Hay mucha saturación. El tema está en que cuando nosotros comenzábamos existía la prensa escrita que comprábamos en el kiosko y luego, a modo de complemento. también comprábamos fanzines. Yo en Inglaterra he comprado muchos fanzines. Sabíamos lo que era profesional y lo que era amateur. Ahora mismo creo que todo está mezclado. Puedes encontrar el blog de una persona que aunque trabaje de cualquier otra cosa, tiene una dedicación y es riguroso en lo que cuenta, frente a un blog de un chaval que suelta lo primero que le viene en gana. La saturación se agrava con eso. Creo que es la principal cuestión y el principal problema que nos encontramos.
Y en ese mundo donde la manera de escuchar música es mucho más atomizada y el disco ha desaparecido casi como concepto, ¿qué papel crees que debe de jugar el periodista/crítico musical en la actualidad?
Patricia: No lo sé (Risas). Te contesto directamente y creo que será la única que te lo diga de verdad. No sé lo que se tiene que hacer con respecto a la actualidad. Ahora mismo estoy haciendo un programa de perspectiva histórica porque no sé cómo enfrentarme a la actitud del oyente, a la gran información que nos llega, a la saturación que nos llega. A mí me apabulla. Admiro mucho a la gente que escucha los discos de los artistas de diversos lugares, y seleccionar me parece un trabajo ímprobo, que seguro que tendrá sus satisfacciones pero que me alegro que lo hagan otros y no yo.
Dada esa evidente falta de relevo generacional en el interés por la prensa musical, ¿crees que se trata de una cuestión cultural por parte del lector o existe un desapego de la prensa por los intereses más populares?
Patricia: Cuando era pequeña y más tarde al comenzar a escribir, lo popular y lo chic, lo de caché, estaba separado. Ahora está todo mezclado. Fenómenos como que Camela y Raphael toquen en ciertos festivales, que a lo mejor son de las mejores actuaciones que se ven en el festival, lo considero bueno. No me gusta la actitud clasista de yo conozco y de ser elitista. A veces en “40 Principales” hay canciones excelentes, del mismo modo que hay bandas alternativas que dan el salto y me parece bien. La prensa que cubre lo popular, básicamente la web de 40, ha conseguido una cosa y la han hecho siempre, y es que han dejado votar a la gente. El sábado siguen poniendo el número 1 aunque haya ciertas correcciones. Hay gente que vota sin especial interés pero consultan y andan sobre seguro. Los discos rojos, verdes y amarillos los elegían los djs de las distintas provincias. En el mundo del “Rockdelux”, de Santi Carrillo, al que tengo mucho respeto y cariño, porque parece que va acertando en sus grupos de preferencia después de un montón de años. Lo que siguen sacando en su portada se mantiene como lo que es creíble. Ellos van a ciegas completamente jugándosela en sus elecciones. Luego está Radio 3 que es el capricho de cada uno, mirándose al ombligo, y donde creo que el hecho de que el dinero público se vaya a que unos cuantos señores puedan exponer sus gustos y hacernos tragar con sus preferencias, me parece cuanto menos criticable. Me gusta más imaginarme a la gente del “Rockdelux”, decidiéndose cada mes por quién llevan en portada. Creo que es muy meritorio porque aunque han tenido sus altibajos han conseguido perpetuarse.
En otro punto de la visión crítica está el hecho de ciertas bandas o solistas que las revistas especializadas detestan, pero que luego llenan grandes recintos.
Patricia: Para sobrevivir necesitas vender un mínimo. La música que más me gusta que es la de mujeres negras con trajes de impresión, no puede venir a España porque no son comercialmente interesantes. A veces me lo preguntan los promotores y les digo que no compensa. Hay que invertir y recuperar. Cada uno debe medir sus posibilidades y saber quién te va a escuchar. Es algo mercantil. Detrás de todo eso hay una toma de decisiones, en la que vosotros participáis que debe ser un total sufrimiento. Creo que me volvería loca. Demuestro mi admiración a la gente que desde abajo del escenario y desde las oficinas se la juegan. Las multinacionales se pueden permitir el lujo de sacar discos que no compra nadie, bueno, ahora nadie compra nada. Pero en los viejos tiempos sí podían permitirse eso. Con uno que se vendiera cumplías expectativas. Respecto a lo de la elección personal de escribir, me tomé como una cruzada el tema de la música negra de divas y la música de baile, en aquel momento era mi gusto, pero había un hueco que nadie cubría. Ahora con tanta información no sé qué haría, de hecho por eso no escribo ahora.
¿Y cuál es tu percepción respecto al espacio, y al contenido, que se le otorga a la cuestión musical en esos medios generalistas?
Patricia: Creo que tenemos un problema del lenguaje de difusión de la música. Los titulares no interesan a nadie. Por eso nos vamos arrinconando más y más. Parece que no hay necesidad de música en los medios. Antes todo estaba bien pagado y te ganas la vida con ello. Hacías una preselección sobre temas a tratar. Ahora es muy diferente. Si hubiéramos conseguido un lenguaje que la gente entendiera sería distinto, pero realmente hablamos para la pared. Creo que se ha quedado una manera de escribir que es la misma que la de los años setenta. Se sigue tomando la actitud de “he descubierto esto” cuando a veces ellos ya saben más que tú.
¿Dónde situarías tus primeros recuerdos en los que pensabas que te gustaría ser quien firmara tal o cual artículo?
Patricia: Muchos de mis familiares eran músicos y aficionados. Mi madre y hermano sabían una barbaridad. Sentarse a comer era hacerlo en una mesa con bemoles y sostenidos. Luego, además, me gustaba mucho leer y escribir, así salió todo con naturalidad. Cuando hice selectividad me metí en una carrera que no me gustaba nada. Así que un día, tras leer un artículo sobre música negra en el que lo que se decía básicamente era que ésta o aquellas cantantes estaban muy buenas, escribí una carta diciendo que “no escribían nunca sobre música y que cuando lo hacían solo miraban las piernas”. Me respondieron que era cierto porque básicamente no tenían ni idea sobre esa clase de música. De buenas a primeras te das cuenta de que estás en los años ochenta con los estudios de TVE abiertos para ti, teniendo que dejar los estudios más que abandonados. Luego sí que es cierto que al ver que me ganaba la vida escribiendo se me ocurrió la idea de estudiar literatura. Pero eso ya fue después, de mayor.
Y dentro de esa ya larga carrera en diferentes medios, ¿cuál es el momento, el comentario o la situación, que con más cariño y/o emoción recuerdas?
Patricia: Fue en una de mis primeras ruedas de prensas a las que fui en la que el protagonista era Ian Dury. Recuerdo que le pedí que me hablara de música Funky. Recuerdo que todo el mundo se giró y empezó a reírse pensando en que no sabía nada, que aquello era New Wave, alejada de lo que le estaba comentando. Ian Dury comenzó a gesticular muy emocionado, diciendo que le encantaba. Recuerdo que entonces fui yo la que empezó a carcajearse. Había hablado no por información, sino por oído, pero no me había ido ni un milímetro de lo que él buscaba, un grupo de nueva ola haciendo Funky. Aquella anécdota tuvo su parte buena y mala. La gente en cuanto vio a una chavala joven fue a degüello a por mí, pero con la parte positiva de que a él le encantó. En aquel momento los periodistas funcionaban con una información cuadriculada, probablemente sigan haciéndolo a día de hoy, y yo andaba exultante porque la estrella del momento me dio la razón. Aquello debía ser por el año 79-80. A partir de ahí, todos preguntaban por la música negra en las ruedas de prensa. (Risas)
¿Y el momento o situación que siempre has soñado que te gustaría que se produjese?
Patricia: He visto muy pocos conciertos de la gente que me gusta y he entrevistado a muy pocos artistas que me gustan, después de aquella primera etapa, casi todo lo que he hecho en revistas comerciales ha sido por encargo, con un mínimo de discusión. Realmente no he tenido ese gran momento de decir estoy con mi ídolo. Me gustaría que se supiera que Lou Reed me besó la mano, cuando normalmente lo que hacía era dar a la gente con la puerta en las narices a todo el mundo. Fue porque porque con el dominio del inglés le pillé. En un momento dado hizo un comentario de broma pero la gente que no tenía tanto control, no lo entendió. Solía decir muchas cosas con segunda lectura. Fue super divertido. Además luego le hablé de un disco de Lorca que no sabía qué existía y se medio enfadó por no conocerlo, pero por todo eso me besó la mano.
Si se puede contar, ¿cuál ha sido ese personaje (del ámbito musical) con el que te has topado que sin esperarlo te haya sorprendido gratamente y por qué?
Patricia: Muchísimos. Me ha ocurrido un montón de veces. Rubén Blades, era un tipo deslumbrante. Lou Reed también. Me ha ocurrido mucho. Casi todos los heavys ingleses eran gente increíble. Deep Purple, que luego los ves con esas licras de colorines te crees que no, pues son personas encantadoras. Han sido todas ellas experiencias muy agradables.
Otro aspecto consustancial, por la propia esencia del aspecto musical, es el factor social, las amistades… ¿crees que a veces en la forma de realizar la tarea informativa se impone demasiado ese aspecto frente a una mirada más profesional, más objetiva?
Patricia: Claro. Es inevitable. Yo siempre intento separar mi gusto de mi criterio. Pero al final se emborrona. Es difícil, no es sencillo. Quizás soy muy partidaria de lo que se llama periodismo Gonzo. Escribir sin esconder quién eres y tu ideario. No creo demasiado en la supuesta objetividad del crítico, además creo que cuanto más la evitas más estás engañando al lector. Creo que es humano confundirse y que al menos decantarte te da un plus.
¿Qué valoración haces de esa necesidad de información al instante frente a los textos con más calma y reposados?
Patricia: Las dos cosas son interesantes. Las primeras impresiones y las cosas más reposadas. Quizás lo más coherente sea decir a la primera escucha me ha parecido esto; o viceversa, llevo dos semanas con ello y no me entra. Creo que sería lo más honesto. Creo que a veces en los aniversarios se hacen comentarios de los discos que ya pasaron y se dicen cosas muy distintas. Es interesante en ambos casos. En cuanto a cuidar más o menos la prosa creo que cuanto más se trabaje y se dedique mejor. Será más cuidado y todo será más bonito y más exacto. En las revistas mensuales ocurre, pero no a veces así en los diarios, donde se ve cierta urgencia.
Hoy en día, todos sabemos, creo, qué tipo de artículos son los más leídos o los que tienen más repercusión, ¿de qué manera lidias con esa corriente que propugna por encima de cualquier otra consideración la polémica, el ruido en redes; la imposición del clickbait, etc…?
Patricia: Me gusta mucho el tema de la polémica. Me han gustado mucho los foros y no he temido contestar a la gente que no estaba de acuerdo conmigo. Creo que es un adelanto. Aquí puedes corregir cosas. En las revistas no era así, todo estaba muerto. Me parece muy bien. Lo del clickbait o los del sensacionalismo, que van más allá de contenidos musicales no me gustan, no me ha interesado. Aunque también reconozco que a veces pico, sobre todo en el tema de las publicidades que te llevan a artistas de consumo. Creo que nos pasa a todos. La única manera es tener la serenidad de decir es una trampa y no caigo.
Sabemos que económicamente ésta no es una profesión bien pagada es un hecho. ¿Compensa al menos en parte el esfuerzo, el poder dedicarte a tu pasión que es la música?
Patricia: No compensa. En absoluto. He llegado a vivir de publicar en revistas y he llegado a vivir justita de publicar en el “Rockdelux”. A mí me parece que es un trabajo durísimo el de escuchar música, implica muchas cosas. No es objetivo si no le dedicas horas y horas. Debes releer, redactar, volver a escribir. A día de hoy todo lo que lees te suena como intercambiable. Una vez hice la prueba y nadie se dio cuenta. Eran dos discos similares. Reseñas de tres líneas. Las cambiabas y funcionaban perfectamente. Me parece fatal que se trabaje así.
Te has dedicado a la prensa escrita, a la televisión y a la radio, además de haber escrito y coordinado libros, donde destacan tu obra sobre Alaska y Los Pegamoides y tu fenomenal libro sobre Aviador Dro. ¿Qué diferencias hay entre dedicarse a un sector u otro? ¿En qué faceta te sientes más cómoda?
Patricia: Ya no estoy en radio, aunque voy a volver. Ahora me siento cómoda en la radio. Lo más duro es la televisión, solo que es lo que está mejor pagado. Te hacen contrato por obra y tienes experiencias chulas. La prensa es que ahora no paga bien. Es duro. En la radio solo he hecho un programa en el que ponía música y me he dado cuenta de que desde cierto momento de emisión están quemando naves, descontando el tiempo. Siempre he hecho tertulias, pequeñas secciones, programas de llamadas y ahora entrevistas. Escribir libros es que no está bien pagado. El editor elige por su capricho, normalmente en algunas editoriales en las que no he editado, me da la impresión de que edita 25 libros al año y él cobra más que tú. Algo que ocurre en las casas de discos pequeñas. Me cuesta muchísimo escribir, le doy muchas vueltas a todo. Me ocurre por preocuparme. Soy pretenciosa por haber estudiado literatura. Es que antes te pagaban más y viajas. Ahora te da igual lo que hagas porque se paga una basura. No quiero ser freelance, quiero trabajar con gente, ser parte de un equipo pero no les gusto. A veces me dicen que soy muy buena para currar en determinados sitios. Ahora el nivel de muchas redacciones es que ponen frases subordinadas de titular. Tiran de Wikipedia sin medida. Te hablo de revistas que tienen muy buena fama, que hacen entrevistas muy meticulosas, pero que no buscan conclusiones. Se recopilan cosas sin llegar a nada. Y ahora mismo recopilar datos no tiene sentido ninguno.
Eres una de las grandes periodistas musicales de nuestra historia. ¿Hay una cierta añoranza de la época dorada del periodismo musical?
Patricia: No creo que sea una de esas grandes firmas. Creo que ya nadie se acuerda de todo eso. Ahora de mayor tengo muchos celos del “Popular 1” original. Hacían auténticas locuras, se metían en líos y se les notaba disfrutar. Parecían muy mesiánicos, muy periodístico y muy entretenido. Si pienso en ellos, les tengo bastante envidia.
¿Qué crees que aporta una publicación como El Giradiscos?
Patricia: Muchas cosas. La primera y más evidente la actualidad e inmediatez. Después algo tan importante y que yo he defendió siempre como la pluralidad y variedad. No hay músicas mejores ni peores, sino momentos, estados de ánimo y gustos que nos hacen preferir una cosa u otra. Añadiría que, si sigues El Giradiscos tienes la información musical en la palma de la mano (literalmente si es en el teléfono), mientras que antes tenías que comprar y consultar un montón de publicaciones, revistas y páginas diferentes incluso en la era de Internet. Personalmente tengo que reconocer que he conocido muchos discos y artistas en El Giradiscos. Finalmente: los textos son en general bastante buenos y bien redactados y eso el lector lo agradece.