Por: Javier González
En estos tiempos de música inocua, inmediata y vacía de contenido, donde los “héroes y heroínas” que copan las listas de ventas parecen tan frágiles e impostados, defendiendo sus estériles productos en una lucha encarnizada por ver quién es capaz de hacer más concesiones a cambio de miles de “likes”, me parece simplemente encomiable que gente como Javier Corcobado siga defendiendo una trayectoria artística marcada por la ausencia de concesiones, las grandes canciones y sus habituales cotas de intensidad interpretativa.
Vuelve con “Somos Demasiados”, un mensaje claro y nítido, como tantos otros que ha lanzado en su extensa obra para entregarnos canciones crudas y actuales, con un píe en la vanguardia y otro en la tradición, en las que clama contra el esclavísmo en el que nos ha sumido el siglo XXI.
Como era de esperar, Corcobado se muestra tan beligerante e intenso en sus respuestas como en sus composiciones, no en vano ambas cosas son producto de uno de los grandes genios ocultos de nuestra música. Pasen, lean y disfruten de la grandeza de un artista hecho a sí mismo y no apto para todos los públicos. Algo que a buen seguro le agrada tanto como a nosotros lo hace el hecho de que no lo sea.
Han pasado tres años desde que se editara “Mujer y Victoria”. ¿A qué has dedicado todo este tiempo entre disco y disco?
Javier: A vivir, que no es poco; a preparar la edición de “Canción de amor de un día”; a hacer conciertos; a componer y grabar “Somos demasiados”, y a preparar a la orquesta para la gira de este año.
Vuelves a vestirte de actualidad con un disco que personalmente creo que es puro espíritu Javier Corcobado, pero en el que te interpreto beligerante, crudo y revestido de actualidad más que nunca. ¿Estás de acuerdo con la afirmación?
Javier: Sí, estoy de acuerdo, pues vivimos en una época en la que hay que mantener en forma al guerrero (caballero) que llevamos dentro por si hubiera que actuar en cualquier momento, defendiendo causas y ofreciendo mucho amor y comprensión.
En tus discos siempre ha habido una mezcla de música vanguardista y radical mezclada con la tradición. Desde las fronteras, pasando por el bolero, hasta el krautrock. Mezclados con sabiduría. ¿Cuál es el secreto para mezclar tal collage sonoro con semejante acierto?
Javier: Gracias, por lo del acierto. No sé cuál es el secreto. Puedo decirte que el ruido (o sonidos y armonías inexploradas) me excita tanto como esas melodías que vienen a mí desde el subconsciente y la tradición de la canción propiamente dicha, el tango, bolero, ranchera, copla, la música disco o el rock’n’roll. Para mí Frank Sinatra y Suicide o Scott Walker y Einstürzende Neubauten o The Velvet Underground y Boney M combinan muy bien, por ejemplo, de manera natural; esa fórmula forma parte de mí desde que comencé a hacer música conscientemente en 1982.
El single de adelanto, titular del álbum, “Somos Demasiados” fue toda una declaración de intenciones. Título malthusiano, crítico con la sociedad y la masa, en el que a la vez reivindicas a colectivos muy concretos. ¿De dónde surge una canción escrita tan con las tripas?
Javier: Fue la primera canción que compuse para este mi más reciente álbum. Empecé con una sesión en blanco de Pro Tools creando un loop de batería y añadiéndole en otra pista el mismo pero al revés. Me sorprendió la capacidad de hacer bailar que tenía ese experimento. Luego incrementé la base con una secuencia de sintetizador arpegiada a lo Giorgio Moroder y comencé a ¿rapear? o recitar sobre ella un poema social homónimo, que habla sobre la súper población y en el que reivindico a grupos humanos muy marginados todavía, en este siglo XXI. Cuando digo: “Te disparo en el sexo, ya verás qué sensación, presidente, presidente, presidente…” me refiero a Trump…
Me ha encantado “Europa Tan Triste”, un alegato sobre la realidad actual de Europa y una mirada atrás a tiempos de esplendor. ¿Acaso todo tiempo pasado fue mejor?
Javier: No, en absoluto, lo mejor es el presente. El mejor tiempo es el presente y el futuro es estimulante y permite trazar planos para erigir obras de arte, aunque sean intangibles. Hay una melancolía tan extendida en Europa desde finales del siglo pasado, un aburrimiento y un “estar de vuelta de todo” sin la debida cultura, que pensé que lo más oportuno era hacer una canción para bailar la tristeza europea, aumentada por el Brexit, las circunstancias de Cataluña y el descuerdo secular entre españoles, entre otros conflictos. Bailemos, pues.
El costumbrismo, cotidianeidad y la claridad de “Un día Triste y Otro Feliz”, tanto en la letra como en el ámbito musical me han maravillado por su sencilla y capacidad de punzar el corazón. ¿Crees que es un mensaje para combatir este siglo XXI de pose y felicidad en redes sociales?
Javier: Es una canción anti depresiva para saludar al día o despedirlo, una canción energética. Mi padre murió en octubre del año pasado y se la he oído cantar a mi madre últimamente con una sonrisa. La compuse hace unos cuantos años para “Canción de amor de un día”, pero era una especie de rumba no para cantarla yo y, aunque está incluida en ese proyecto con arreglos distintos, hube de recomponerla para incorporarla al elepé de “Somos demasiados”, cambiar la estructura y la letra. En este sentido me ayudó bastante Gonzalo Lasheras, coproductor del disco.
Creo que “Haz un Acto de Amor” es uno de los temas de mensaje más sentido y bello que nunca he oído, creo que tiene hasta cierto fondo cristiano. ¿Debemos interpretarlo como la solución de Corcobado a los males del mundo?
Javier: No es una solución, porque los males del mundo están tan arraigados que sólo se curarán con la venganza apocalíptica de La Tierra; sin embargo, puede ayudar mucho saber perdonar y responder a las agresiones morales “haciendo un acto de amor”. Cristo y Buda proclamaban algo así, es cierto. Ahora bien, hay una estrofa que es muy posible que deviniera en mí por la película El Padrino: “Cuando ya no aguantes más y no puedas perdonar o hagan daño a tu familia o a tu libertad, enséñales el terror, haciendo un acto de amor”.
Tengo entendido, de anteriores entrevistas que hemos realizado, que el principal termómetro de calidad de tus discos está en el momento en que tu mujer los pone en casa y te apetece o no escucharlos. ¿Está ocurriendo eso con “Somos Demasiados”?
Javier: Mi mujer, mi madre y mis hijos siempre me vienen a la mente antes de salir a un escenario, y sin su fe en mí no podría componer o escribir. Somos demasiados es, sin duda, mi mejor disco, claro, rotundo y hermoso, pues todas las canciones que acoge son de amor verdadero, y están hechas para llegar al máximo número de almas posible. Bien es verdad que hay discos anteriores en mi carrera de los que me siento profundamente orgulloso.
¿De verdad crees que hoy en día estamos en una guerra entre hombres y mujeres? ¿O simplemente es una licencia literaria para cantar en una canción?
Javier: Sí parece haber una competición, o desencuentro, entre hombres y mujeres en la que predomina la detestable violencia machista y hay muertes; supongo que también habrá mujeres que se carguen a hombres pero no está de moda en los noticieros… No es una licencia literaria. Aunque lo mejor es llevarnos bien entre hembras y machos, ya hay demasiadas catástrofes en este mundo. No obstante, pienso muy frecuentemente que el futuro debería ser gobernado y dirigido por las mujeres y las diosas, nos iría mucho mejor.
En el disco cantas, “somos fuertes, somos bravos, pero esclavos”. No parece una afirmación que case contigo. Tu carrera no ha sido ni condescendiente ni se ha movido por los cauces habituales. ¿En qué grado te sientes tu esclavo del mundillo musical?
Javier: Lo de esclavos es por el omnipotente “control” al que estamos sometidos. Hay que saber torear mucho a la censura y a la vigilancia orwellinana, más que nunca, y el truco es realizar la faena con ingenio y con arte que cautive a cualquiera, ser irrebatible. El “mundillo musical” y el “mundillo literario” no me interesan: vivo como un eremita en el bosque, y siempre he sido libre a pesar de ciertos encerramientos pasados en mi vida.
Finalmente, “Canción de Amor de un día”, proyecto único en la historia de nuestra música acabará siendo editada próximamente. ¿Qué puedes decirnos respecto a esta obra en la que colaboran un montón de compañeros de profesión?
Javier: Puedo decirte que en esa obra de 24 horas volqué toda mi sapiencia como músico y compositor y que todos los artistas que se subieron al barco conmigo dieron lo mejor de sus cosechas. Ya llegará el momento en que me pueda explayar más sobre este asunto.
Es curioso, nunca has sido un músico superventas, pero sí que rastreando la trayectoria de ciertos artistas actuales o viendo el cariño con que habla de ti Edi Clavo de Gabinete Caligari, creo que es rastreable la huella que Corcobado ha dejado en otros artistas. ¿Cómo vives tal hecho? ¿Eres consciente de ello?
Javier: Me halaga que se diga esto de mí y sonrío, pero no soy sensible a las alabanzas, no engordan mi ego, cada día más trocado en cierta seguridad en mí mismo como persona y artista. Edi es un tipo con mucho talento y además buen amigo. Agradezco el cariño y respeto con que se me trata y me dejo amar.
¿Qué artistas o bandas del panorama actual llaman tu atención?
Javier: Pablo Laguna es un músico muy a tener en cuenta, así como Aintzane con G de Gloria, a quien estoy produciendo un disco. Me gusta mucho Billie Eilish en el terreno mainstream, me la descubrió mi hija. Confieso que no escucho mucha música actual, prefiero hacerla y producir a buenos artistas.
Hace más de una década que no publicas ningún libro. ¿En qué punto se encuentra tu faceta literaria? ¿Has perdido interés en seguir escribiendo?
Javier: No tengo tiempo, la música y la vida me absorben. Podría publicar un poemario en cualquier momento, pues tengo muchos versos amontonados en la aplicación “notas” de mi móvil y que escribo justo en esos momentos de reflexión antes de dormirme. “Canción de amor de un día” se publicará en forma de libro, un relato-diario que escribí en 2011, junto al audio del proyecto (26 Gb). Me refiero a que no encuentro el momento (un año libre de otros quehaceres) de escribir una nueva novela, que es lo que me apasiona, pero todos los días pienso en ello cuando escribo mi diario. La verdad es que no ha pasado una década desde que se editó mi último libro de poemas “Dios perdona a Satanás” (Huerga & Fierro. 2017) que me imagino aún se podrá encontrar en librerías.
¿Crees que con el nuevo gobierno por fin se tramitará una ley que luche por los derechos de los artistas?
Javier: No lo sé, no creo en los políticos ni en su relación de conveniencia u oportunista con la cultura. Creo en el trabajo del verdadero artista que da la vida por defender su obra y espero que en este sentido las cosas sean más favorables, como espero que se legalice la eutanasia y que la población de personas provectas tengan pensiones dignas y que la gente joven pueda desarrollar sus sueños y no sacrificar su juventud en trabajos miserables. Ojalá algún día se erradiquen la desigualdad, los atentados a nuestro planeta y que también haya un control sobre la súper población; es lamentable, aunque lógico, que ningún político, banquero o presidente de grandes corporaciones hablen de este asunto.
¿Qué planes tienes para la gira de presentación? ¿En qué formatos podremos verte en directo?
Javier: En principio tenemos pensado tocar en la mayor cantidad de escenarios posibles del mundo; iremos in crescendo: salas, teatros, auditorios, festivales durante este 2020 y 2021. Empezamos en marzo en Madrid, Barcelona, Valencia… y tocaremos allí donde seamos bien recibidos, es nuestro trabajo. La formación al completo es de lujo, a mi parecer: Nacho Colis (batería y coros), Oskar Aparicio (trombón, coros y sintetizador), Jaime Yakaman (guitarra) e Igor Arzanegi (bajo).
¿Qué más novedades nos presentarás en un futuro a medio y largo plazo?
Javier: De momento, la gira de “Somos demasiados” ocupará la mayor parte de mi tiempo. Si la Providencia así lo dicta, espero que “Canción de amor de un día” sea publicada a finales de 2020 y seguir actuando durante 2021. Producciones como la de Aintzane con G de Gloria también verán la luz este mismo año y quién sabe qué más…