Por: Javier González
Ciudad Jara es el nombre bajo el que esconde el nuevo proyecto de Pablo Sánchez, quien tras lanzarse al vacío después de dar por finiquitada su aventura al frente de La Raíz, una de esas bandas capaces de colgar el cartel de “no hay entradas” allá donde iba, ha conseguido alumbrar un proyecto musical plagado de canciones emocionantes.
Su primer disco, “Donde Nace el Infarto”, está siendo acogido por el público con bastante fervor, llegando a colarse en los primeros puestos de la lista de ventas, un premio merecido para un trabajo valiente, en el que el músico valenciano abandona su zona de confort para dar vida a un conjunto de temas sorprendentes y de enorme corazón.
Nos pusimos en contacto con Pablo semanas atrás, para que en un momento de gran emoción, nos hablara un poquito más de cerca acerca de cómo se siente en estas semanas iniciales de un viaje realmente intenso.
Ciudad Jara es nuevo proyecto que nace tras el descanso de La Raíz. ¿Cómo te sientes en éste actual momento en que imagino todo volverá a ser nuevo para ti?
Pablo: Me siento con una mezcla de emociones que van desde los nervios hasta el miedo. Siento la satisfacción por hacer cosas que me han salido del corazón, por hacer las cosas a mi manera, a mi ritmo. Me siento muy identificado con todo, porque he hecho todo dependiente de mí y de nadie más que de mí.
¿En qué momento y bajo qué prisma comenzaron a surgir las nuevas canciones?
Pablo: Surgen durante el proceso compositivo del último disco de La Raíz, donde me doy cuenta que hay una serie de canciones que no se corresponderían con el estilo musical ni lírico de La Raíz. Necesitaba buscar una salida para dar rienda suelta a mis emociones más personales y a unas inquietudes artísticas diferentes. Tenía que hacerlo con un proyecto nuevo, que me sirviera para hablar de mí y sentirme más libre.
Acabas de editar “Donde nace el Infarto”, un trabajo que apela a la razón y al corazón, muy crítico con el mundo y la política actual, donde lo social con distinto trasfondo, suele ser predominante.
Pablo: Intento dibujar paisajes conforme los siento. Son paisajes sociales, no solo intimistas o de introspección, donde trato de imaginar cosas más genéricas que nos afecten a todos. Lo que ocurre es que está hecho de forma personal, por eso no es tan explícito. Hablo de cosas que pasan en nuestro entorno, he intentado hacer algo de literatura alrededor de la sociedad.
El disco ha quedado con un sonido muy actualizado, combativo, entre la canción protesta y los cantautores, crítico pero con mucha esperanza. ¿Tienes la misma percepción?
Pablo: Creo que lo siento parecido a lo que has dicho. Tiene un rollo que te lleva a la canción de autor de antes. Es la música que he mamado desde pequeño. Es algo que va a estar en mi música, en la manera de crear y componer siempre. Yo escuchaba mucha canción de autor de los años ochenta. También es verdad que escucho música más actual. Quizás todo esté vestido de una forma más moderna, aunque hay canciones que tienen mucho de clásico, de épica, de violines. En general no es un trabajo demasiado moderno. Creo que hay mucha mezcla.
Quizás podríamos hablar de un disco que se sale fuera de tu zona de confort, más estandarizado, pero realmente tocado con otra paleta de colores a la que nos tenías acostumbrado.
Pablo: Puede ser… Quizás también buscaba alejarme un poco del sonido que estaba relacionado con el rock estatal, tan escuchado, en el que nos vimos metidos por tener un grupo como La Raíz, que se manejaba entre ese circuito y esos sonidos. Quise tener una diferenciación hacia algo menos repetido. Pero no por intentar hacerlo menos repetido ha salido más moderno. Las baterías suenan muy vintage, muy de antes, por ejemplo. Además, Santos y Fluren producen de una manera muy actualizada, sacan un sonido muy diferente y emocionante. También fue un riesgo grabar con ellos porque están acostumbrados a otra paleta, pero se metieron con Pablo Sánchez de la Raíz porque les dije que quería buscar un cambio en la sonoridad y el estilo. Me han ayudado mucho con su buena mano.
“Bostezo Mundial” es una canción festiva pero a la vez muy dolorosa. ¿Crees que representa un poco el espíritu del disco?
Pablo: Veo una canción que ayuda a entender el cambio que ha tomado Pablo Sánchez de La Raíz hasta ahora. Tiene un poquito de todo. Es festiva y lleva a La Raíz, pero también tiene una cosa más densa en la letra y creo que te lleva a lo nuevo que hago. Es una mezcla perfecta del dónde vengo y hacia dónde voy.
En “Bailé” vienes a decir que “caemos de la cuna al infierno”.
Pablo: Ese tema está inspirado en la literatura futurista de “1984” y “Mundo Feliz”, viene a decir que ya nacemos como clasificados de alguna manera, puestos en el orden en que ellos quieren, pero hay veces que tenemos que aprender a jugar y bailar dentro de la derrota. Es un poco triste pero me apetecía expresar esas cosas que a veces siento. He tenido una hija y a veces siento preocupación por el mundo en que está viviendo. La letra es algo catastrófica pero creo que la base te da un aire desenfadado dentro del enfado. Hay una mezcla muy curiosa en “Bailé” por eso le está gustando a todo el mundo, por la mezcla de emociones.
“Siglos de Golpes” suena a pequeño homenaje a los músicos.
Pablo: Lo que hice en “Siglos de Golpes” fue hablar de todos los trabajadores de diferentes sectores, que en su determinado sector intentan mantener viva la memoria. Sean cantantes, maestros, mujeres, porque a veces ser mujer conlleva un concepto muy concreto, una historia de opresión… Dentro de todos esos sectores que meto en la canción, hago un homenaje a la gente que mantiene la memoria. Está inspirado en alguna canción de Raimon que a mí me gustaba mucho. Está dedicada a la gente invisible, a los que se fueron y no están. Por cierto, muchas gracias por haber escuchado tanto el disco, de verdad. Se nota que te has lanzado a fondo.
¿Da cierto vértigo volver a componer sin el sustento de un grupo detrás?
Pablo: Precisamente quería huir de todo aquello que a mí, por ser introvertido, me incomodaba. No hablo del éxito en el escenario sino a lo que ocurría fuera de él. Quise huir de la vorágine que fue La Raíz. Ahora me veo metido en otra cosa, donde por lo menos hablo más de mí y me siento con más armas de defensa.
La Raíz era un grupo con un éxito innegable. ¿Es sencillo dar un paso dar un paso al vacío como supone Ciudad Jara?
Pablo: Es muy difícil, ha sido una de las épocas más difíciles de mi vida a nivel emocional. Me ha supuesto muchos cambios en mi vida. De hecho, no todo el mundo los ha aceptado. Desde la industria musical que se creían que estaba loco, te hacen dudar, hasta plantearte un montón de cosas a nivel existencial y laboral. El cambio me lo pedía el corazón. No sabía dónde iba a ir, ni si sería un grupo o una banda. Solo quería componer de otra manera. Mostrar otras cosas que tenía dentro. Al final he hecho algo como todo lo que hago, cuidadito, despacito y con buena letra. Ha salido bien y estamos recogiendo los frutos.
Comenzareis andadura, crisis del Coronavirus mediante, llenando dos noches consecutivas Joy Eslava. ¿Supone un disfrute o una enorme responsabilidad?
Pablo: Las dos cosas. Disfrute porque ves que has hecho las cosas bien, y responsabilidad porque la gente se gasta dinero en ti, compra lo que haces. Se supone que no tienes obligación para con ellos, porque tú ya has hecho las canciones y el disco. Transmitirles mi arte y que lo compren o descarguen. Pero ahora toca defenderlo en directo porque la gente paga una entrada y te sientes responsable. Hay una lucha interesante para el artista con todo eso.
¿Qué le dirías a todos aquellos que no conocen Ciudad Jara para animarles a darte una oportunidad?
Pablo: Si no me conocen, les diría que Ciudad Jara es una mezcla cuidada de estilo entre música y letra. Voy a intentar tocarles la patata, con lo que digo o con cómo lo digo. Creo que es un espectáculo para disfrutarlo a cámara lenta. No es algo para desfasarse y sí para guardarlo en la retina.
Muchas gracias, Pablo, por dedicarnos tu tiempo. Por nuestra parte es todo. Suerte en esta nueva andadura.
Pablo: Muchas gracias a vosotros. Un fuerte abrazo.