"En lo cotidiano está la pura verdad."
Por. Kepa Arbizu
Da igual que se denomine cantautor o -si se quiere pasar por anglosajón- songwriter, lo que hay detrás de tales términos es lo mismo, algo tan básico, y trascendental al mismo tiempo, como un "hacedor de canciones". Y es que esa sería la perfecta y más exacta definición para la obra entregada por Carletti Porta.
Cercano a la tradición folk-rock pero traslada hacia un contexto ibérico al igual que al de cierta enunciación crooner, la música de este manchego circula bajo una constante emotiva, a veces luminosa, otras dramática. De ahí que la colección de composiciones recogidas en este nuevo capítulo, "Especies de sombra", mantengan y profundicen en el ya particular verbo de este autor con el que hablamos sobre su siempre atractivo y fascinante espacio creativo.
“Especies de sombra” es un título realmente curioso, refiriéndose a un término que define a esos seres que necesitan la oscuridad para poner en marcha su evolución, ¿te sientes uno de esos seres o te gusta fijarte en ellos para tus canciones?
Carletti Porta: Realmente me siento una especie de crecimiento lento, de sombra, sí, pero más -tal vez- por no conocer, o saber, el camino que por naturaleza. O tal vez sea por naturaleza.
Este término es muy atractivo para mí desde el punto de vista de la música y sus bosques. Las especies de sombra a las que quise referirme en un primer momento son aquellas que tarde o temprano han de alcanzar la luz para terminar su desarrollo, para cerrar el círculo.
Respecto a una obra no hace falta que sea algo masivo como algunos pueden pensar, con que sea mostrada ya es exponerse a la luz. Es lo que esperamos todos aquellos que grabamos y nos subimos a un escenario, entre otras muchas más cuestiones.
Dicho título además hace referencia a unas canciones que han estado tiempo en la sombra antes de salir a la luz, ¿qué sucede para que una canción que hasta ese momento no has decidido grabar de repente entiendas que es el momento de hacerlo?
Carletti Porta: De alguna manera el que tuviera viejas canciones me hizo tirar del hilo, ponerme a trabajar. Es mi pequeño homenaje hacia ellas por tanto tiempo aguantándome. Trabajé mucho con Alejandro Pelayo para conformar las canciones que irían para adelante. Me ayudó a darle forma y orden. Había canciones que efectivamente pedían salir, ser registradas al fin, después de tanto tiempo. “La Reina”, “Especies de sombra”, “Virgen de los desiertos” que mutó la letra en el último momento... El resto son especies más tempranas que aparecieron en el momento adecuado. Si te dejas llevar por ellas sabes las que conforman el disco.
Y por seguir con las sombras, ¿se han quedado todavía muchos temas en esas penumbras o has vaciado ya del todo los cajones de canciones?
Carletti Porta: Tuvimos en la mesa hasta 25 canciones. Ahora tengo reserva pero siento que algunas necesitan descansar, no se si están preparadas para el siguiente trabajo, que no sé cuándo me pondré con él. Sigo componiendo. Este disco ha supuesto abrirme a la luz en muchos sentidos. Parece que fluyo mejor en este oficio.
Han pasado cuatro años desde tu anterior trabajo, el EP “Caballero”, ¿eres un escritor de canciones que solo publica cuando siente que verdaderamente tiene algo que contar o no son esos los motivos para ese largo espacio de tiempo entre discos?
Carletti Porta: Entre estos trabajos he estado muy liado con la crianza y con los conciertos. “Caballero” me ha traído muchas cosas buenas (entre ellas una crítica en el Giradiscos que guardo con mucho cariño en mi egoteca), he tocado mucho y cerré con él, en Madrid, un sold out con Marlango de artista invitado. Luego fui su telonero en algunos conciertos de su gira “Technicolor”. Siento que he madurado algo como compositor e intérprete. Este tercer disco ha ido, como venimos hablando, creciendo en la sombra. Cuando estábamos a punto de grabarlo nació mi tercer hijo. Vamos que estos cuatro años han pasado volando.
Y el hecho de haber girado con Marlango, además de posibilitar la presencia de Leonor Watling y la de Alejandro Pelayo, ¿qué te ha aportado en lo puramente artístico?
Carletti Porta: De momento tomé clases de canto con mi amiga Marian Cortés, que es quien mete los coros en “Perfume y veneno”. Algo que en la vida se me habría ocurrido, pero si iba a telonear a Marlango y en algunos shows salir con ellas al escenario, tenía que acercarme a su altura. Luego, lo que he aprendido sobre el oficio y las tablas trabajando con Alejandro y Leonor aun lo estoy asimilando. Mucho oficio me han aportado, muchas revelaciones del artesano. Una de las más importantes ha sido que después del talento solo queda el trabajo, trabajo, trabajo. Todos los que están arriba, he descubierto, lo están por sus miles de horas.
Otro aspecto que me llama la atención de esa gira junto a Marlango es conocer la manera en la que te sentiste estando en un entorno quizás diferente al habitual tuyo, tanto en la cantidad como en la naturaleza del público..
Carletti Porta: Marlango tiene sus fans incondicionales y se parecen a la banda en que están abiertos a nuevas propuestas. Lo demuestran con sus giros artísticos en cada disco que sacan. No me sentí fuera de lo que podría ser mi público. Los que sí resultaron especiales fueron los teatros donde tuve la oportunidad de tocar. De alguna manera vi el lugar donde quería llevar, en el futuro, mis canciones.
En este disco nos podemos encontrar con temas que juegan con la instrumentación y los detalles sonoros (“La reina”, “Virgen de los desiertos”) y otros que aparecen casi desnudos (“Cómo no voy a morir por ti”, “Ellas”), ¿cómo llega un tema a su “vestido concreto”, tiene algo que ver su contenido, el momento concreto, no hay normas...?
Carletti Porta: No hay normas pero sí referencias. Trabajar con gente que ama la música te ayuda a encontrar las necesidades de cada canción. Una de las cosas más bonitas de este trabajo es escuchar a otra gente, porque te da pistas de por dónde tirar. Entre lo que tú, más o menos, tienes claro y lo que escuchas aparecen los vestidos de cada canción. Luego está la maestría de los músicos con los que te juntas. En este viaje, trabajar con Javi Milla, batería de Chucho, productor y multi-instrumentista, ha sido un paso ganado a las tinieblas del papel en blanco.
Por ejemplo para vestir a “La Reina” yo tenía claro que la referencia era la canción “September” de Frazey Ford. Todo el que ha participado en su grabación lo hizo tras su escucha. Es un “por aquí hemos de ir”.
En “Cómo no voy a morir por ti” Alejandro arregló para piano la melodía que yo traía en la guitarra. Incontestable, Leonor haría lo demás.
“Ellas” ha sido la más difícil. La teníamos grabada con banda y ¿que pasó?, que se la pasé a Gaby Jogueix para que metiera unas guitarras y me hizo ver la luz. Así no era la canción, era como se ha quedado, rollo Dilanish, como él bien me dijo. Pero que igual también valía de la otra manera, pero al final, en algunos casos decides tú y no ella.
En “Perfume y veneno” expones cierta dicotomía vital que, personalmente, siempre he observado en tu música, por un lado cruda y desértica pero por otra cercana y romántica, ¿eres una persona, o sientes que tu música, contiene esas diversas caras?
Carletti Porta: La música me ayuda a ir descubriéndome, a desenmascararme, incluso escuchando la de otros. Los versos que se quedan en mi canción creo que vienen de un desierto emocional y quieren acercarse a los oasis de los afectos, de la cercanía. Quizá por ahí ande esa dicotomía. Si eres capaz de verla es posible que esté en ti también. Todos tenemos muchas caras, lo importante al final del día es dar con la auténtica, y en eso la música es una herramienta clave para hacerlo.
Una de las mejores letras del disco para mí es la de “No es tan grave”, que se inicia con los versos: “Todos los amigos se han roto alguna vez, o están grave”, ¿la música, el arte, está para curar esas heridas o solo para hacer un balance de daños?
Carletti Porta: Me alegro que te guste esta canción, para mi también es uno de los versos reveladores. Cómo dices, el arte es sanador pero también sirve para hacer balance de daños, de triunfos, de emociones, de todo. No se si tiene que ver, pero Haruki Murakami, en su libro “De qué hablo cuando hablo de correr”, a la cuestión que frecuentemente se le plantea sobre el malditismo del creador y su mala salud, sus derivas con sustancias, etc., él tiene claro que es cierto, que tenemos una toxina que nos hace crear, pero si nos mantenemos fuertes y sanos esa toxina quizá se haga más fuerte para intentar acabar contigo y el resultado será una obra mayor. Creo que el amor a crear nos mantiene sano, o al menos en equilibrio, que no es poco.
Cierras el disco con “Los días de mayo”, un tema que en su forma se sale un poco de las bases clásicas y juega con texturas más contemporáneas, no sé si estar ahí situada, cerrando el disco, supone un aviso de los derroteros que tus canciones podrían tomar o si se trata solo de un ejercicio de estilo concreto…
Carletti Porta: En esta pregunta te tengo que dar el diez... “Los días de mayo” es cierto que es la canción que parece que se sale del disco. Fue un guante tirado a Vicent Huma, es la versión que él ha hecho de la canción, producida y arreglada por él. Para mi ha sido uno de los mejores regalos de este proceso. Gracias a ella, como dices, se abren puertas que ni yo mismo imaginaba que se podían abrir. Mi buen amigo Carlos Sánchez me propuso cerrar el disco con ella por lo mismo que dices, para avisar, o no, a navegantes. Esta canción me ha hecho más libre.
Has declarado en ocasiones que lo cotidiano también es una fuente importante de inspiración. A veces el rock tiende a despreciar esa normalidad y buscar en territorios más oscuros y/o underground, no sé cómo valoras tú esa situación…
Carletti Porta: Es inevitable que escriba sobre lo que tengo alrededor, aportando mi ángulo. En lo cotidiano está la pura verdad. Soy un firme defensor de la imaginación también. Que la imaginación llegue a conmover es algo mágico. Quizá me guste moverme entre estos terrenos para que el mensaje sea más profundo. Es cierto que en el rock hay más cuero que pellejo, más pose que reflejo, aunque a veces no es poco si es divertido y nos hace bailar.
A la pregunta sobre de qué hablaban sus canciones, John Lennon respondía claramente “¿De qué van a hablar? De amor”. Por ahí van mis tiros.
Hay una anécdota que cuentas y es que dejaste tu profesión por la música para ser feliz pero también para demostrar a tu hijo que hay que hacer lo que uno siente y necesita, una decisión tan bonita y ejemplar como supongo arriesgada..
Carletti Porta: Si, de alguna manera la vida me lo puso a huevo. No estaba dispuesto a dar mis horas a un trabajo que no me reportaba a cambio de quitárselas a mi familia. De nuevo la música fue luz y guía. En este tiempo he aprendido que solo vale el ejemplo y que si quiero que mis hijos y mi hija sean gente íntegra, sana y que viva acorde a sí mismos, he de empezar por mí. No ha sido fácil, sobretodo, romper el supuesto cambio de rol, en el cual papá trabaja en casa cuidando a la prole y mamá trabaja fuera. Pero es maravilloso, puedo acompañar de la mejor manera a quien más me necesita y poner en marcha mi proyecto. El riesgo, al final del día, es no vivir tu propia vida. A veces no sabes muy bien cuál es pero la intuyes. De esta manera, además, mejoras tu entorno.
¿Y en algún momento te has arrepentido de apostar por ese riesgo que supone dedicarse a la música y abandonar un trabajo “estable”?
Carletti Porta: Si, hay momentos de auténtica renuncia. Recuerdo una entrevista a Josele Santiago hace muchos años que decía que entre disco y disco su casa se llenaba de papeles para opositar porque el vértigo era mayúsculo, pero seguía. Esto me pasa a mi a veces. Lo interesante de este camino es el propio camino. Tal vez busque un trabajo un día de estos porque ya las criaturas caminan más libres pero el objetivo seguirá siendo el mismo, que la canción suene.